Capítulo 13

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—¿Tenéis alguna pregunta por el momento? —preguntó el profesor Dubois. El resto de la clase negó con la cabeza —. Bien, sigamos entonces.

Se volteó hacia la pizarra electrónica y comenzó a escribir varias palabras al mismo tiempo que las comentaba en clase. Agaché mi cabeza y fui escribiéndolas en mi ordenador a la misma vez.

Sus clases solían ser entretenidas, aunque a veces se hacían pesadas. Salvo por eso, era el profesor que más me gustaba.

—La enfermedad engloba más cosas, además de eso, profesor —comentó alguien del fondo, respondiendo a lo que Dubois preguntaba.

—Ahí está la incongruencia. Buen ojo —le señaló.

Volví a agachar la cabeza mientras escuchaba las voces de ambos de fondo. Saqué de mi bolso el iPad, donde tenía guardado todo el temario, y lo puse a mi lado para poder mirarlo mientras seguía la clase.

Levanté la cabeza de nuevo para escucharles con atención y vi a alguien asomado por la pequeña ventana que había en la puerta. Fruncí el ceño mientras averiguaba de quién se trataba.

Aquella persona se quedó mirándome fijamente mientras hacía gestos con las manos para que saliera de la clase. Me señalé, preguntando si era a mí, y él asintió.

Egan me preguntó si pasaba algo, a lo cual yo negué con la cabeza. Miré de nuevo hacia la ventana y pude reconocer ese rostro en cuanto se alejó.

Alexis.

—Señorita Moreno, ¿ocurre algo?

Giré rápidamente la mirada para encontrarme de frente con el profesor Dubois. Aplané mis labios y negué. Volvió a colocarse donde estaba y miré de reojo a Alexis, quién seguía ahí de pie esperando a que saliera.

Coloqué mis cosas a un lado, intentando hacer el menor ruido posible. Egan me miró con las cejas hundidas, confuso.

—¿Adónde vas?

—Tengo que salir un momento.

—No tardes. No nos podemos perder esta clase.

Le dediqué una sonrisa y me levanté con cuidado. Salí por la puerta y miré hacia ambos lados buscando a Alexis, hasta que lo vi apoyado en la pared.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—¿Eso es lo único que se te ocurre decirme?

Volteé los ojos y sonreí de lado.

—¿Cómo sabías que estaba aquí?

—Deja de hacer preguntas estúpidas —elevé mis cejas al escucharlo.

—¿Has venido sólo a insultarme? —intenté ponerme seria, pero fracasé.

—He venido a proponerte algo que no podrás negar.

Fruncí los labios.

—¿Cómo sabes que no me negaré? —dije. Suspiró y soltó una leve risa.

—¿Tienes que preguntar absolutamente todo?

Me encogí de hombros.

—Solo cuando me apetece —miré por la ventana y vi a Egan haciéndome gestos para que volviera adentro —. Tengo que volver a clase.

—Aún no me has dejado explicártelo.

Le miré fijamente cruzándome de brazos, esperando a que hablara.

—¿Tienes calor? —fruncí el ceño ante aquella extraña pregunta.

—Un poco —reí —. ¿A qué viene eso?

Si pudiera decirte 'te quiero'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora