Capítulo 11

27 5 0
                                    

—Sal —me ordenó Lea.

Me quedé mirándome en el espejo que había dentro del aseo mientras ella estaba fuera, y me bajé todo lo que pude el vestido negro que llevaba puesto.

—Vamos, sal que te vea —repitió, a punto de perder la paciencia y entrar conmigo.

Di pequeños pasos y quedé frente a ella. Se quedó mirándome con una sonrisa amplia.

—¡Me encanta! Te queda genial.

Seguí mirándome, pero esa vez en los espejos pequeños del lavamanos. Siendo sincera, el vestido me gustaba bastante. El negro era un color que solía ponerme mucho, pero no en vestidos. Me gustaba cómo me quedaba.

Después de mil súplicas y cientos de historias que me contaba para que saliera de fiesta con ella alguna vez, además de tener a mi madre de su lado, acepté y decidí ir con ella.

Me agarró de los hombros y me sacó del cuarto de baño para ir de vuelta a la habitación. Terminó de vestirse mientras yo me maquillaba un poco. Solo me di un poco de color en los pómulos, labios y algo de máscara de pestañas. Lea quería hacerme algo más elaborado, pero no había mucho tiempo.

Me senté en la cama, esperando a que ella terminara, escribiéndole a mi madre que sí iba a ir a la fiesta. Mamá se alegró, además de decirme que fuese responsable, aunque ambas sabíamos que ya lo era demasiado.

Media hora después, Lea terminó y pudimos salir por la puerta, aunque ya íbamos bastante tarde. Fabien estaba apoyado en el coche, cansado de esperar.

—¿Por qué tardáis tanto? —se levantó del coche y dio la vuelta para abrir su puerta.

—Necesita tres días para arreglarse —dije entre risas, mirando a la culpable de la eterna espera de Fabien.

Nos metimos en el coche, yo en el asiento trasero, y fuimos hacia el sitio donde estaba la fiesta. Esta vez era en una casa bastante grande, que se veía demasiado llena desde fuera.

—No me jodas que es en la casa de Lauren —se quejó, girando la vista hacia el chico que estaba saliendo del coche. Él asintió y se colocó bien la camiseta. —No soporto al pervertido de su hermano.

Me quedé mirando la casa, pensando en la de gente que habría dentro y lo incómoda que me iba a sentir. Quise apartar ese pensamiento de mi cabeza y pensar en que me lo pasaría bien. Al estar lleno de gente, cada uno estaría a lo suyo y ni se darían cuenta de que existía. Además, tenía a Fabien para salir a tomar aire cuando quisiera. A él tampoco le gustaban estos sitios.

Fuimos adentrándonos en la casa como pudimos. En el jardín nos encontramos con unos amigos de Lea, a los que saludaron y hablaron durante minutos bastante largos. Nada más entrar por la puerta, recibí un codazo de un chico, quién intentaba pasar rápidamente a la misma vez que nosotros.

—Espera que pasemos, imbécil —gritó Lea.

—Me estoy meando. ¿Te lo hago encima? —contestó el chico. Ella rodó los ojos y entramos en la casa.

—Ese es el hermano pervertido —se acercó a mí y asentí.

—¿Por qué no usa un baño?

—No sabrá ni para qué se utiliza.

Me reí y seguimos haciéndonos hueco entre la gente. Ambos encontraron a un grupo de amigos y nos quedamos por allí con ellos. Nos sirvieron bebida y me presentaron. No me gustaba ser el centro de atención.

Estuvimos hablando, aunque yo estaba más callada que el resto. Fuimos hacia otro lado dónde no había tanta gente y algunos se sentaron en unas sillas de alrededor. La mayoría estaban riéndose, mientras que la otra mitad se quejaba de la música.
Miré a Fabien, a quién tenía a mi lado.

Si pudiera decirte 'te quiero'Donde viven las historias. Descúbrelo ahora