Capítulo#5: Sin destino fijo

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Solo y sin un lugar a donde ir...

Abandonado por mis seres queridos y sin rumbo...

Así me encontraba, vagando por esta maldita ciudad, solo y sin un lugar al que regresar. Tras dejar el santuario con solo el traje de mi padre y unos pocos yenes en el bolsillo, llegó la policía. Su incompetencia no me era nueva para mí, después de todo el día que los perdí llegaron, cuando sus cuerpos ya habían perdido su calor. Aun así, me era difícil creer que tardaron incluso más de una hora en llegar al santuario.

Este día se tornó más gris que los demás, hoy mi sensei murió frente a mis ojos y aun teniendo el poder suficiente para salvar a todos, no pude evitarlo. Y todo por ir a una cafetería...

--Nunca seré útil... -exprese decepcionado de mí mismo mientras las gotas de la lluvia se deslizaban en mi rostro y mi ropa.

Caminé por horas, no tenía idea de a donde iba, pero me impulsaba un presentimiento. Sin un lugar para descansar y con el caer de la noche acercándose me adentré en un callejón y me recargué en una pared al lado de un contenedor de basura, me deslicé lentamente en esa pared y me apoyé al contenedor para intentar conciliar el sueño.

Probablemente por todo lo que me ocurrió hoy no lograba quedarme dormido, o talvez era por el fétido olor de las ratas que corrían frente a mí para entrar y salir de una alcantarilla que había a unos metros. Y como un extra comencé a sentirme mareado por el olor de la basura que estaba desparramada. Fruta podrida, latas e incluso pañales. La gente no tenía siquiera la delicadeza de abrir la tapa del contenedor. La gente se volvió más inútil de lo que ya era, se convirtieron en una plaga peor que las ratas.

Al final opté por solamente descansar mis ojos al no conseguir dormir. El tiempo pasaba lentamente mientras seguía escuchando el sonido de las garras de las ratas correteando a mi alrededor, era repulsivo, pero era lo mismo que caminar en las calles. Además de las ratas que atormentan mi descanso, hay ratas que caminan en dos patas y no se preocupan por nadie más que ellos.

Que extrañas son las cosas, esa gente es de mi generación y yo crecí con los valores que me enseñaron mis padres, valores que caracterizaron a su generación, pero que actualmente se perdieron por el egoísmo y la necedad de las personas que heredaran el mundo que construyeron mis padres. Lo único que harán será corromperlo más de lo que ya lo hicieron y talvez darle un fin.

¿Quién sabe?...

Talvez pueda presenciar el glorioso día en el que el hombre se destruya por su propia cuenta, y talvez los héroes sean la herramienta utilizada para crear el fin, después de todo se volvieron herramientas sin cerebro utilizadas por un gobierno corrupto, manipulado por la gente de Sayaki.

Mientras me atormentaba a mí mismo con todas esas ideas que me quitaban las ganas de abrir los ojos. La luna ya estaba casi en su punto más alto, en medio de una momentánea paz escuché a una pandilla acercándose al callejón. No quería problemas, así que me pegue más a la pared, de modo que no me puedan ver a menos que se paren frente a mí. Lamentablemente, se adentraron en el callejón, inicialmente no hacían ruido, pero de repente comenzaron a gritarse y se podía sentir un aura de enfado. Conociendo el tipo de gente que hay en las pandillas, seguramente estaban hasta arriba de alcohol y, mi suposición se confirmó cuando se rompió una botella y me comenzó a llegar un fuerte olor a Sake. Escuche como estaban planeando ir a un club nocturno para conseguir mujeres para acostarse y en eso de la nada uno de los hombres salió disparado contra la pared que estaba frente a mí.

--¡Jefe!, tenemos un vagabundo aquí -gritó apenas me vio.

El hombro corrió a ocultarse cuando abrí un ojo y lo dejé ver a través de mí y conocer lo que tengo en mi interior. Un escalofrío recorrió su espalda y casi por reflejo corrió. El más fornido de esos hombres me agarro del cuello y me estrelló contra la pared donde se estrelló su compañero segundos atrás.

Shadow ShockerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora