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IBA junto a Lea, Beatrice y Jean a buscar a Rasmus y Simone ya que los dos idiotas de Martin y Patrick les dejaron irse
Así que...¿Rasmus? -dijo con una sonrisa pícara Bea-
Bueno... ¿Por qué no? Es guapo y muy tierno -me encogí de hombros haciendo que ellas, como dos chicas maduras, suelten en coro un uhh-
Se nos ha enamorado, Bea. ¿Cuántos días le das antes de que Patrick lo mate? -se burló Lea-
Y yo pensaba que tú eras la normal -murmuré haciendo que me dé un pequeño codazo-







¿Pasándolo bien? -bromeó Bea cuando aparecimos asustandolos-
¿Qué hacéis aquí? -dijo Simone con una sonrisa al igual que su hermano-
Vamos con vosotros. Creemos en ti. Eres como...¿Cómo la llamaste antes? -dijo Bea viendo a Lea-
Como la estrella polar -dijo Lea-
Lea cree en Dios -dijo Jean-
No tiene nada que ver -le dijo ella - si alguien te ve como la estrella polar, te sirve de guía
¿Y los otros? -dijo Simone-
Vendrán. Cuando el ego de Martin se calme -les dije haciendo que suelten unas pequeñas risas-
¿Por qué me miráis todos? -dijo Simone-
Porque estás al mando -le dijo Jean-
¿Qué? No, yo... Yo no estoy al mando de nadie -dijo ella-
Pues asumo yo el cargo -dijo el de gafas haciendo que algunos riamos- ¿Conduzco yo?






SONREÍA mientras estaba acostada frente a Rasmus con un peluche de un oso en mis manos y él uno de un perro bajo su cabeza. Jean hacia como que conducía, Bea reía mientras yo le ponía voces al oso y las dos rubias estaban juntas mirando al techo
Mi sonrisa fue más grande cuando Rasmus agarró al peluche, hizo como si girase su cabeza para verle, volvió a girarla hacia mí y besó con su hocico de lana mi mejilla. Reí mínimamente para luego entrelazar nuestras manos y seguir mirándonos como si los demás no estuvieran








¿ALGUIEN tiene hambre? -dijo Rasmus parando frente a un Burger King haciendo que yo también ya que nuestras manos seguían juntas-
Yo siempre tengo hambre -dijo Jean-
Venga. Hay que seguir -dijo Lea pero yo le saqué la lengua con diversión para luego entrar junto a los dos chicos. Cogí una de las barras energéticas para luego quedarme cerca de la puerta mientras ellos hablaban animadamente en una de las mesas-
Vamos a por unas gafas para Jean -me dijo Lea haciendo que me ponga a un lado para dejarles pasar a ambos. Me giré un momento para verlos en el mismo momento en el que Rasmus me hacía una seña para sentarme a su lado. Caminé hasta él y me senté a su lado en el suelo con Bea delante de nosotros-
¿Por qué es tan peligrosa la ciudad? -dijo el de pecas extendiendo su mano para dejarme dibujar con mayor facilidad en su pálida piel-
Antes había mucha comida, vino mucha gente y se contagiaron unos a otros -le explicó Bea mientras yo dibujaba una estrella-
Los supervivientes, como animales, empezaron a robar los unos a los otros -seguí yo sin levantar la mirada de su mano-
Y ahora se matan por comida -finalizó Beatrice-
La gente da asco -dijo Rasmus-
Joder. Tienen hambre -dijo Bea al ver a los hombres tras la puerta-
Simone, tenemos que largarnos -le dije formando varias preguntas mientras empezábamos a irnos-









ESPERO que Simone esté bien -dijo Rasmus cuando entramos a una casa junto a Bea-
Seguro que sí -dijo ella mientras entrábamos a una habitación-
¿Vivías aquí? -dijo el pecoso bajando su mano para encontrar la mía. Bea se adelantó y fue a ver una habitación-
¿Por qué no habías vuelto? -le pregunté algo extrañada. Sí era su familia, probablemente quisiera verla-
Tengo que contaros una cosa -dijo ella- tengo un secreto. Mis padres se iban a divorciar. Mi padre acababa de decírmelo. No quería hablar con ellos, así que me fui al cine. Cuando salí de la película, no quedaba nada. Tenía llamadas perdidas y mensajes de mi padre. El primero decía que mi madre estaba enferma, pero que se pondría bien. En el siguiente, que él también se encontraba mal. No sabía qué hacer, se sentía raro. Me dijo... Que me cuidara y que no volviera a casa. Y en el último mensaje no había nada. Solo silencio
Lo lamento mucho, Bea -murmuré caminando hacia ella abrazando su espalda- al menos tenían buenos gustos, One Direction nunca muere
Parecía que al final se querían -dijo al par de segundos Rasmus acercándose detrás mío viendo perfectamente ya que me sacaba una cabeza-
Yo también los escuchaba -asintió Bea a lo que dije con una pequeña sonrisa- y si, se querían










Love Grows °Rasmus Andersen°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora