seis

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Una nota perfecta en blanco y negro.

— Este es para ti.

YoonGi tomó las llaves del vehículo con temor y es que para él se había vuelto rutina recibir —una vez regresaba del colegio— regalos, arreglos y pequeños detalles.

— ¿Estás hablándome en serio? —preguntó con la boca abierta— Nunca he tenido uno de estos antes. El Señor Wang es quién conduce el coche y...

— Despedí a Jackson en la mañana, YoonGi.

Su rostro se convirtió en un poema. Pasó de una cara sorprendida a una mueca de niño bastante cabreado. Conocía la relación que tenía con Wang, pero el tipo era un alfa y por tanto no aceptaba del todo su amistad.

— ¿Por qué hiciste esto? —cuestionó disgustado.

— Mi lobo es un alfa posesivo, YoonGi. Si Jackson seguía rondándote mi cortejo no sería posible.

Más allá de la posesión tenía miedo. Jackson era una persona con personalidad divertida, porte inigualable con rostro y cuerpo envidiable. El tinte rubio le sentaba de maravilla y los accesorios de los que disponía encajaban estupendamente con él. Por supuesto que estaba celoso.

— ¡Está casado y tiene dos hijos!

"Yo también estoy casado, tengo una cría, soy tu padre y aun así estoy jodidamente colado por ti."

— Puedo convertirme en tu chófer, Gi.

—¡Ni lo pienses! Manejas peor que mi madre —contestó, cruzado de brazos y alejándose de mí.

— ¡YoonGi!

Le vi perderse por las escaleras y me ofendí después de mirarle el trasero.

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La música era una de sus principales aficiones. Desde pequeño miraba los programas de televisión que eran acompañados por una gran orquesta al fondo del cuadro.

Me encontraba en la tienda de instrumentos más cercana a nuestro hogar. Me paseaba por el lugar hasta que encontré el piano que capturo toda mi atención. Sus delicadas piezas —blancas y negras— me tentaban a acariciar su fresca base. El vidrio que opacaba su estructura era fabuloso y ni hablar del chapado de oro que le hacía juego.

— Es el mejor de la tienda. Las curvas pronunciadas y aspecto futurista son de desear —mencionó un chico de gafas y con acné—. Existen muchos interesados, pero su precio es poco accesible para los candidatos.

Observé al chico, luego al piano y no pude evitar pensar en YoonGi tocando con elegancia sus finas notas.

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La cartera me sangraba, el precio por el que adquirí el elegante —e hijo de puta— piano me costó más que un ojo de la cara, aunque todo cambió al mirar la alegría de YoonGi y las notas perfectas que hacían resonar nuestros corazones.

Nos besamos luego de una dulce melodía. Él no paró de tocar hasta altas horas de la madrugada y mientras tanto yo escuchaba el juego de notas que creaba con dos colores —blanco y negro—. Quién diría que luego de tanto aquellos colores tan neutros nos alcanzarían y crearían una tenue cruel melodía.

Lo lamento, YoonGi. 

Inocente, pobre sohn ↝kookgi |☑️| [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora