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Una taza de té y un amante desesperado.


"— Permítanme presentarles a mi compañero: Kim TaeHyung."

Tomé el tenedor con determinación. La voracidad que me dominaba desapareció al instante y mis colmillos crujían de una furia incalculable ante la presencia de otro líder en mi dominio. Mi lobo rechazaba vehementemente el aroma de este individuo, especialmente las sonrisas coquetas que le obsequiaba a YoonGi cada vez que sus miradas se encontraban.

Mi esposa ingresó después de mí. Mientras tanto, YoonGi y TaeHyung disfrutaban en la piscina de la mansión. Nuestro cachorro le temía al agua y su piel se irritaba por el líquido del estanque. Cuando YoonGi era más joven, no se aventuraba en el mar a menos que yo, su padre y compañero elegido, lo acompañara hasta el fondo. ¿Por qué de repente había depositado tanta confianza en ese lobo negro tan espantoso?

— Parece ser que TaeHyung no te agrada en absoluto —pronunció mi esposa tomando una taza de té entre sus manos.

— Él está intentando aprovecharse de la inocencia de mi adorado cachorro —respondí con disgusto y pesar en mi voz.

— Son pareja, JeonGguk, ¿qué esperabas? —interrogó sorprendida por mi actitud.

— ¡No! —repliqué instantáneamente— Nadie lo sabe —mi voz se tornó susurrante debido a mi repentino acceso de ira.

Mi cónyuge se mantuvo distante y en completo mutismo. No obstante, percibía su penetrante mirada posada en mi persona, incluso sosteniendo su pequeña taza de cristal, seguía cada uno de mis movimientos.

Mi fiel lobo observaba a la pareja con desconfianza. La sangre hervía en mis venas y me sentía arder más que aquel elixir que bebía mi esposa.

Sin más que añadir, abandoné la estancia culinaria y, con la ira colmándome hasta la cabeza, ascendí hacia mi aposento.

— Me retiro a descansar —comuniqué sin voltear la mirada.

A partir de ese instante, mi esposa comenzó a sospechar de mis comportamientos. Sin embargo, al final, no tardó en concluir que todo se debía a mis celos enfermizos como padre y protector de mi propia estirpe... pero ¡qué equivocada estaba!

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En el comienzo de mi día en los juzgados de la Ciudad, recibí una llamada de mi distinguida madre para deleitarme con las noticias sobre mi adorable cachorro.

La fervorosa pasión de YoonGi había llegado a su vida.

Quedé extasiado en ese preciso instante, y mi fiel lobo no tardó en mostrar su alegría con alaridos de júbilo. Le solicité a mi madre que mantuviera a YoonGi en su habitación y que, sin restricciones, creara un acogedor refugio con las prendas de mi lujoso vestuario. Inicialmente, se sorprendió por esta inesperada propuesta, pero después de una breve explicación acerca de la necesidad de una figura paternal protectora y las exigencias de este consentido ser, pareció estar de acuerdo con mi punto de vista.

Mi esposa me llamó apenas había terminado la conversación con mi madre. A diferencia de la alegría que sentí en la llamada anterior, esta vez solo sentí incomodidad y desagrado. Ella anhelaba que la pareja de YoonGi se presentara para aliviar sus preocupaciones y malestares. Apreté el teléfono con fuerza y rechacé rotundamente la entrada de cualquier insignificante individuo a nuestra residencia.

—¡Es totalmente inadmisible permitir a cualquier persona irrumpir en su estancia! —grité con indignación— Estoy en camino.

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Extraje mi saco con un movimiento. Los zapatos fueron arrojados descuidadamente por las escaleras mientras subía sin prestar atención a nadie. El exquisito aroma de YoonGi se percibía desde la entrada principal. Mi madre acompañaba a mi esposa en el jardín, mientras que los impecables guardias, todos ellos de raza humana, esperaban fuera de la alcoba. Les agradecí por sus servicios y, con un simple gesto de cabeza, se alejaron de la puerta. Con la mano sudorosa y los pantalones a punto de reventar, tomé la perilla y tiré de ella con fuerza.

YoonGi se abalanzó como un can abandonado. Sus extremidades se aferraron a mi cintura y el aroma a jugosa uva impactó en mi rostro. Sus mechones chocaron con mis mejillas y su trasero rozó mi rígido bastón. A pesar del dolor que se formaba en mi robusto miembro, mi mente seguía funcionando. Comprendía que YoonGi era un joven en situación vulnerable y menor de edad. La ley caería implacablemente sobre nosotros en el momento en que se revelara nuestra relación, no obstante, fue la voluntad del destino la que creó esta inusual historia de amor.

La fricción de YoonGi me excitaba intensamente y el universo comenzó a girar a mi alrededor. Cada roce parecía incendiar la ropa de mi adorable cachorro. Sus pantalones se empapaban hasta las rodillas... todo gracias a las travesuras de mi "inocente" hijo.

— Adoro la sensación que me embriaga cuando tus dedos encuentran mi piel, Gguk.

El semblante de YoonGi es un auténtico deleite visual. Su rostro es un lienzo lleno de éxtasis, propia de los más exigentes paladares. Es como un joven prodigio experimentando sus primeros despertares, entregándose a un salvaje y avasallador alfa.

Mis manos se movieron de forma autónoma. De pronto, nos encontramos recostados en la cama, devorándonos los labios. Acariciando cada centímetro de nuestra piel y desgarrando nuestras prendas, deleitándonos en un puro éxtasis. La cama crujía bajo nuestros cuerpos. YoonGi arañaba mi espalda. Mis dientes rozaban su cuello y sus adorables ojos, envueltos en gozo absoluto, se perdían en mi cuerpo.

Durante un instante, los castigos que sufriría en la vida real se desvanecieron de mi mente. Mi función de padre desapareció y actué impulsivamente, según lo exigía mi alfa.

Era difícil pensar en algo más cuando el trasero de YoonGi se ajustaba perfectamente a mis manos. Nuestras bocas encajaban y esperaba ansiosamente que su apetitoso trasero aceptara mi deseoso miembro viril.

— En unos años te haré tocar las estrellas, mi amor.

YoonGi asintió, dándome un último beso. Pensaba que, con el paso del tiempo, mi deseo por él se desvanecería. Que la ansiedad en mis dedos desaparecería una vez que el celo de YoonGi quedara atrás. Mis labios se sellarían y rehuirían sus besos... aquellos que reavivaron los sentimientos que pensaba enterrados hace años. Resultaba inimaginable creer que YoonGi, con su mera presencia, había logrado despertar la pasión en mi intrépido corazón.

Perdón, Sohn. 

Inocente, pobre sohn ↝kookgi |☑️| [+21].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora