Interludio I: ...donde los sauces respiran...

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Tranquilo, vamos a hacer una pausa, ¿te parece? Un poco de música lo aliviará todo. Has visto mucho; muchos futuros, sí, pero no te alarmes. Hay tantos mundos como el tuyo, exactamente iguales al tuyo, que pensar que vives en uno de ellos es casi como pensar que aquella gota de agua que tocaste en la playa es la misma con la que en el pasado Alejandro Magno se bañó. Sin embargo, ¿podía ser esa gota la que una vez limpió el cuerpo del gran conquistador? Nunca lo sabrás. Esa es la gracia: no habrá nunca días suficientes en lo que te queda de vida para que sepas si alguno de estos futuros o pasados fueron o serán el tuyo.

Estás muy tenso, ¿no crees? Deja de respirar tan acelerado. Te estoy viendo, no pienses en las largas uñas de mis manos. Y no, no están manchadas de sangre. Es la salsa de la carne que os he preparado. 

No soy contradictorio, no pienses eso. Que me guste juguetear con los bichitos que caen en mis manos no significa que quiera verlos sufrir. Pero sí me puedo pasar un poco. A veces no tengo control. Yo mismo no soy un dios, tengo todavía una vena terrenal corriendo por mi cuerpo.

Aunque comparado con otras cosas... Sí, soy lo más cercano a Dios que verás nunca en persona, oh querido soñador.

En fin, ¿te has acomodado? Si agudizas un poco el oído escucharás las zarpas de los oseznos arañando los árboles. Escucha bien la respiración acelerada de los viejos sauces desangrados. ¿Te suena de algo? Claro que sí, es vuestra historia de siempre. Los de antes siendo apuñalados por los de ahora, y luego estos degollados por los siguientes. Os llamaría ratas traicioneras, la peor de las escorias, pero las ratas que tienes alrededor muestran y merecen más respeto que la mayoría de vosotros.

¿Lo escuchas? El graznido de las harpías y su risa malvada rodea este bosque. Ten cuidado y vigila de que no te quiten tu comida. Estoy bromeando, estoy bromeando, tranquilo. Aquí no hay monstruos, no más de lo que podrías ser tú. ¿No te ha hecho gracia? Tranquilo, se te olvidará pronto. 

Que no te asuste esa rama que se mueve. Los árboles también necesitan estirar sus raíces, descansar. El trabajo de una vida entera merece su reposo de vez en cuando. Ellos trabajan para que tú respires lo que ellos deberían y tú les sueltas una patada. Muy mal, muy mal. Deja de tener miedo, deja de pensar en que todo aquí te puede matar, porque no es verdad. Deja eso y prueba la carne. ¿Que de qué es? Si te lo digo perderá la gracia. Tú pruébalo.

¿Cómo estás aquí? No lo sé, a ser sincero. Si tú no lo sabes, yo aún menos. Caíste y ya está. ¿Por qué preguntar el porqué de la buena suerte? Acéptala, regocíjate en ella. No todos tienen esta oportunidad. ¿Quieres otros cuentos? Ya que no pruebas nada de lo que te preparé, tocará empezar otras nuevas canciones, mundos diferentes, ¿no es eso lo que te gusta? Si no te gustara ya te habrías ido, aún sin saber dónde y con la curiosidad de qué más ibas a poder ver.

Venga, venga. Deja el plato, no te lo quieres comer. Ya me he dado cuenta: la próxima vez te prepararé algo diferente. Túmbate, respira como el sauce cuyas raíces te acunan ahora. ¡Estoy muy ilusionado de que sigas escuchando, oh querido deseador!

La cadena del quinto ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora