Capítulo 22.

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Luna estaba sorprendida su madre había llegado a  la hacienda y se había encerrado con Dante y los hermanos Ribera en el despacho,  no le había dicho la razón simplemente llegó sin  saludarla aunque tenían varios días sin verse le dijo que después le explicaría fue directo con Damián al despacho dónde Dante, Arturo y David los esperaban, eso la dejo muy intranquila.

—Tranquila no creó qué sea tan grave, ya ella te explicará luego— le dijo María intentando calmarla.
—Es qué los problemas están llegando, yo sabía que mí relación con Dante traería muchos malos ratos para él—  suspiró.

—Él patrón te ama y es un hombre de temer así que no te preocupes mucho nadie se atrevería a meterse con él y mucho menos contigo— Dijo María animándola.

—Viste cómo reaccionó su suegra— no podía negar que  tenía miedo de que esa mujer se volviera acercar a ella para agredirla nuevamente, no era de las que se dejaban pero no quería tener un enfrentamiento nuevamente con la madre de los tres hermanos Ribera.

–Si,  para nadie es un secreto qué esa señora es cruel  es una mujer de cuidado la verdad a mi meda algo de miedo— comentó María.

Luna suspiró y asintió estaba preocupada y agobiada, más ahora que su madre volvió al rancho puesto qué todavía no le decía a su madre de su relación con él patrón Montenegro, tenía miedo que su madre le prohibiera estar con Dante, ella jamás le había guardado un secreto a su madre sólo esperaba qué lo tomara bien.

—También le tengo miedo— confesó Suspirando para continuar hablando.
—No sabes me paralice jamás había
sentido tanto miedo en mi vida hasta qué conocí  a esa mujer—
 
se quedó hablando con María un buen rato cada minuto qué pasaba la ponía más nerviosa por saber de qué tanto hablaban,  María había ido a dejarles café Dante le prohibió acercarse y eso la inquietó más.

—Dios… tienen tanto tiempo ahí, pues de qué tanto hablan— se quejo.

—Y por qué me excluyen de esa platica— Se preguntaba en voz alta caminando de un lado a otro por la cocina.

—Tranquila Luna ya te van explicar seguramente siéntate te voy a servir un té para los nervios—  le dijo la mujer, pero ella no podía tranquilizarse necesitaba saber de qué tanto hablaban y sobre todo porque ella no podía saberlo.

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Los minutos y las horas pasaban los nervios la estaban volviendo histérica, así qué para tranquilizarse y no volver loca a la pobre de María decidió salir a caminar un poco, no podía negar que la curiosidad la mataba el único tema que su madre, Dante y los Rivera tenían en común era ella, pero no podía hacer nada su ahora novio le había prohibido a somarse por el despachó así qué lo único que podía hacer era tranquilizarse y esperar y que mejor manera que llendo a ver a los hermosos caballos esos animales le fascinaban tenían una magia qué la atraían.

—Buenas tardes señorita maestra— la saludo uno de los vaqueros en cuánto la vio entrar a los establos.

—Hola Clemente ¿puedo peinar a los caballos?— preguntó con una sonrisa dulce.

—Por supuesto señorita maestra— Le entregó un peine grande para qué continuará con su trabajó, aprovechando para ir hacer otras cosas dejo a la mujer sola en el establo haciendo lo que más le gustaba hacer después de dar clases a sus niños.

—Pero qué bonitos están ahorita los voy a dejar más bonitos cuándo les peine esa hermosa melena— hablaba con los animales cualquiera qué la escuchara pensaría qué está loca. La verdad no le molestaba lo qué la gente pensar de ella porque seguiría hablando con los caballos y hércules ese hermoso perro tan grande cómo su dueño.

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Por otro lado Dante estaba en estado de shock no podía dar crédito a lo que escuchaba cómo era posible tanta casualidad y por la cara de los Rivera no era el único sus amigos estaban igual o peor qué él.

—Ahora tiene sentido el parecido con mi difunta hermana Esmeralda, es nuestra media hermana también— hablo Arturo anonadado.

—Cómo es posible qué la vida nos quite una hermana y nos la devuelva unos años después— suspiró Arturo pasándose la mano por el rostro.

—¡LUNA ES NUESTRA HERMANA!— exclamó David al escuchar la historia se había quedado callado el también había tenido muchas dudas cuándo conoció a Luna, él siempre supo que su padre era un hombre ojo alegre enamoradizo, en pocas palabras era un mujeriego.

—Sabía qué su parecido a Esmeralda no podía ser concidencia, nuestro padre siempre dijo qué nuestra hermana Esme era la viva imagen de su madre, o sea nuestra abuela— les recordó David.

Tanto Dante cómo Arturo estaban prosesando la información, no daban crédito Gabriela era una mujer fría y calculadora más no podían creer que fuera una mujer sin alma y sentimientos.

— Yo era joven, sin estudios una chica de campo inocente fue fácil enamorarme de un hombre mayor tan educado y guapo que me brindo su atención y se dedico a enamorarme hasta qué me hizo caer— hablo Doña Lucía.

— No me justifica el echó de que me metí con un hombre casado, pero me enamore de su padre lo ame y de ese amor nació mi pequeña Luna— les siguió contando la mujer

—Su padre era un hombre que encantaba a todas las jovencitas, no sólo porque era guapo, también era educado y caballeroso— Supiro con nostalgia. 

—cuándo me enteré de mi embarazo quise contárselo a su padre  así que lo busqué.  fue fácil dar con él al ser un señor tan importante, pero al llegar a su hacienda me recibió la esposa de Arturo Ribera, ella me amenazo me golpeó, y me dijo que si volvía a buscar a su esposo me mataría me dio tanto miedo por mi bebé qué lo único que hice fue huir con ayuda del padre José— miro a los hombres.

—Gabriela me dijo que si  me quedaba cerca terminaría cómo—  Se quedó callada un momento.

—Rosa la loca, la mujer que lloraba a su hija por las calles de San Sebastian, me confesó que Rosa si tubo una hija qué ella se la arrebató de los brazos al nacer, Rosa jamás conoció a su bebé le dijeron que había muerto más eso era mentira porque la pequeña crecía con ustedes, su hermana Esmeralda fue arrebatada de los brazos de Rosa cuándo recien nació— confesó por fin ese secreto que la había atormentado por más de veinte años.

— Su padre se hizo cargo de Esmeralda porque pensó que era lo mejor, debido a la enfermedad de Rosa más la mujer no pudo soportar perder a su hija y eso la volvió loca por más que Arturo intento ayudarla ella siempre escapaba para buscar a su pequeña hija y yo no quería que me pasara igual que a Rosa  así que huí— seguio recordando el pasado contándoles todo  a los hombres que estaban blancos cómo papel.

—Esme no era hija de mi madre— comentó Arturo.

—Ahora puedo entender porque la trataba tan mal— suspiró aturdido.

—Entiendo qué mi madre y mi padre hicieron mal las cosas por guardar las apariencia, pero de ahí que me digan que va a dañar a Luna por esto que paso hace tantos años no la creó capaz— dijo Arturo a un negándose a creer lo que sus padres fueron capaces de hacer por guardar la apariencia de ser una familia perfecta.

—Esa es la verdad de Doña Lucía falta mía— Dijo Damian mirándolos.
— Por favor escuchenme, Arturo siempre me pedías qué dijera la razón por la cuál me llevo tan mal con Gabriela— suspiró el menor de los Rivera.

— Habla— Dijo Dante más intrigado, su corazón le decía qué no le gustaría nada lo que Damian diría.

—Hace cinco años cuándo Esmeralda murió—

Un nudo se formó en la garganta de Dante y las lágrimas quisieron salir.

— Escuche a mi madre decirle a mi padre que ella se había encargado de deshacerse de su hija bastarda, porque ella le había quitado el amor de los hombres de su vida, primero el mi papá después el de mis hermanos y por último el del hombre que amaba, y que no podía tener por culpa de Esmeralda—

—¿Qué?—

Volvi!!

La Luna del viudo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora