Capituló 17

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-Hola María ¿Y Doña Lola?- preguntó en cuánto entró a la cocina.

-Hola señorita, Doña Lola no podrá venir hoy por las lluvias- contestó María sonriéndole tímidamente.

-Deja de llamarme señorita te lo e pedido muchas veces, tan solo dime Luna- acusó ella mirándola con el ceño fruncido a la mujer qué ahora vivía en el rancho de Dante después del problema qué tuvieron con su ex esposo no podían dejarla vivir tan lejos sola con sus hijos pues temían qué Jorge intentara dañarla de alguna manera.

-Lo siento señor- paró de hablar en cuánto vio la nariz arrugada de Luna pues cuándo estaba molesta aparte de fruncir el ceño arrugada la nariz de una forma muy cómica para María.

-Discúlpame Luna- dijo haciéndola sonreír de oreja a oreja.

-Muy bien así me gusta ahora preparemos el almuerzo juntas-


Mientras observaba por la venta como la lluvia caía, pensaba en su madre qué no había dado señales de vida durante más de tres días quería pensar qué era por las lluvias qué azotaban la región ella amaba los días lluviosos pero las tormentas la ponían tan nerviosa qué al final terminaba buscan refugio en los brazos de Dante Montenegro.

ÉL hombre se encargaba muy bien de distraerla y de qué manera sintió un escalofrío por todo su cuerpo solo al recordar los maravillosos orgasmo qué le regalaba a diario dejándola tan agotada qué terminaba durmiendo como bebé pero por más qué ella quería dar el último paso para convertirse en su mujer él solo la besaba hasta el cansancio la tocaba hasta llevarla al cielo pero todavía no habían echó el Amor tal cuál se supone qué se hace, al final él solo repetía qué todavía no era el momento llenándola de frustración un suspiro se le escapó cada día lo amaba más y más tanto qué necesitaba cada ves más sentirse completamente suya.

-Deja de suspirar mirando la lluvia qué me pondré celoso tus suspiros y toda tú me pertenecen- hablo posesivo a sus espalda haciéndola volver a la realidad voltio a verlo con una sonrisa dibujada en sus labios le encantaba lo posesivo de su hombre.

Frunció el ceño en cuánto lo vio vestido como si fuese a salir.

-¿Dónde vas? ¿Piensas salir debajo de esté aguacero?- preguntó confundida y con su ceño fruncido arrugado la nariz.

Él sonrió feliz, amaba cuándo hacía esos gestos involuntarios le parecía adorable y sexy a la vez.

-Si, el río a crecido mucho necesitamos llevar el ganado a un lugar más alto y no me puedo quedar aquí tranquilo mientras mis empleados están trabajando duro debajo dela lluvia- contestó tranquilo acercándose y depositando un beso en sus labios.

-Volveré en unas horas María se quedará contigo- dijo dándole otra beso qué Luna respondió más qué contenta.

-Espera ¿No será peligroso?- preguntó nerviosa pues a fuera parecía el diluvio de la Biblia y temía por su hombre.

-Tranquila mi Luna esto es normal aquí, ya estamos acostumbrados al trabajo duro aunque sea debajo de un diluvio estaré bien Miguel y otros cinco hombres me acompañaran tú quédate aquí con María y sus hijos volveré pronto- dijo dándole un último beso antes de irse dejándola con un nudo en la garganta y alborde del colapso nervioso.

Las horas pasaban y eso solo ponía más nerviosa estaba preocupada pensando en qué les había pasado algo pues los hombres llevan más de cuatro horas afuera y nada qué volvían.

-Tranquila Luna ellos volverán pronto es normal para nosotros estos tiempos estamos acostumbrados a demás ellos siempre trabajan aunque sea de bajo del agua tomate tú té de Canela te ayudará con los nervios- hablo María intentando tranquilizarla.

-No sé, tengo un mal presentimiento llevan muchas horas fuera ¿Y si les paso algo malo? ¿Y siel río creció mucho y los atrapó?- preguntaba contagian la angustia a la mujer qué rápidamente pensó en el capataz de la hacienda por más mal qué le callera no deseaba qué le pasara algo malo.

-¿Qué deberíamos hacer?- preguntó preocupada María.

-No lo sé, por el momento solo podemos orar porque estén bien y prepararles algo caliente de comer- dijo Luna intentando dejar de pensar en cosas malas Dante estaría bien pues su hombre es muy fuerte nada podría doblegarlo.

En cuento lo vio entrar el alma le regresó al cuerpo sintiéndose aliviada de verlo sano y salvo corrió a él para abrazarlo eufóricamente pero Dante la detuvo antes de llegar a él.

-Estoy mojado cariño, aparte de lleno de lodo espera qué me bañe y podrás abrazarme todo lo qué quieras- dijo sonriéndole cálidamente.

-Está bien ve a ducharte te calentare el caldito qué preparamos para ti- lo veo subir las escaleras antes de dirigirse a la cocina aliviada de verlo bien.

-María- dijo agitada había corrido desde la sala.

-calienta el caldo de res, Dante se está duchando también necesito qué por favor le lleves un poco a Miguel los demás trabajadores tienen esposas pero él es soltero y no tiene a nadie me preocupa qué se enferme por tanta lluvia qué le cayó encima- hablo algo agitada María solo asintió él capataz no era santo de su devoción pero en el fondo le preocupaba qué cayera enfermo.

Lo observo comer con los ojos brillantes feliz de tenerlo junto a ella, todavía se le hacía difícil ver lo apuesto qué era su pelo rizado sus hermosos ojos azules y ese cuerpo de Superman la hipnotizaba no podía creer lo afortunada qué era de tener un hombre tan guapo como suyo, de pronto lo entendió ¿qué se supone qué eran ellos? ¿Novios? ¿Amigos con derecho? ¿Oh, qué? Dante nunca le había pedido ser su novia y por más qué le decía todo el tiempo qué era suya todavía no le había pedido ser novios las mejillas le ardieron de la vergüenza había estado teniendo casi relaciones sexuales con un hombre que no era ni su novio ni su esposo ni nada.

-Gracias por la comida estuvo delicioso ahora vamos a dormir- la vos de Dante la volvió a la realidad definitivamente esta totalmente loca por Dante Montenegro qué en cuánto lo miro a los ojos olvidado por completo el debate mental qué había tenido con ella misma.

-Si solo déjame ir a ver a los niños de María ella le llevo comida a Miguel ya qué el pobre no tiene a nadie qué cuide de él- dijo recogiendo los platos para llevarlos al fregadero.

Dante frunció el ceño de inmediato ¿por qué su Luna tendría qué preocuparse por su capataz?

-No deberías preocuparte por otro hombre qué no sea yo- comento algo irritado pues los celos se hicieron presenté.

Luna voltio de inmediato sorprendida pero qué hombre más celoso el qué le tocó pensó con una sonrisa.

-No seas malo el pobre vive solo ¿y si se enferma? Me preocupa porque es tú mano derecha y porque es mi amigo se aportado muy bien con mi mamá y conmigo- dijo algo divertida viéndolo fruncir más el ceño.

-Pues no me gusta qué te preocupes por otro hombre mírame solo a mi, preocúpate solo por mi olvida a los demás hombres qué el idiota de Miguel se las arregle solo- hablo molestó pues para nada le gusta qué su mujer estuviera preocupada o fuera atenta con su capataz.

-Dante Montenegro- lo regañó Luna rodando los ojos.

-No me hagas esos ojos- respondió él acercándose peligrosamente a ella y acorralándola junto al fregadero.

-Mi mujer solo debe de preocuparse por mi- dijo él pegándose más y bajando la cabeza para poder estar a la altura de sus labios.

-Eres mía- dijo antes de tomar sus labios en un beso demandante la tomo por la cintura fuertemente sacándole un pequeño gemido qué lo volvió totalmente loco se dejó llevar por los besos y las caricias de su hombre qué estaba ardiendo de inmediato su corazón dio un brinco en su pecho demonios por mi maldita calentura no pude notar qué Dante estaba enfermó estaba sudan mucho su rostro estaba rojo y estaba ardiendo literalmente ardiendo en fiebre rápidamente intento se parece de él necesitaba bajarle la fiebre antes de qué todo se volviera un completo desastre.

-¡Estás ardiendo por Dios... Dante!-
















Dos...!🙃💋🌻🌻🌻🌻


La Luna del viudo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora