capítulo 13

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Saborío sus labios como un desquiciado hambriento tenía más de cinco años de no estar con una mujer todas le parecían poca cosa a lado de su difunta esposa y su dolor era tan grande qué se olvidó de ser hombre, aparte de qué aún amaba a su Esmeralda y no creía qué eso pudiese cambiar, pero ella  esa pequeña mujer fue capaz de despertar al hombre dentro de él permitiéndose sentir nuevamente el deseo carnal.

Cuándo Luna enrollo sus piernas en su cintura sus sexos se toparon haciéndolos jadear de deseo la siento temblar en sus brazos una de sus manos bajo buscando su sexo necesitaba sentir qué tan dispuesta estaba para él, mientras con la otra la sostenía con fuerza de la cintura bajo su boca y beso por encima de la camisa los pechos de la mujer sintiendo como ella busca sentir más fricción con sus sexos verla de esa manera tan vulnerable frente a él, le parecía la cosa más caliente del mundo y en cuánto toco sexo, sintió lo húmeda y caliente qué estaba perdió la cordura más cuándo vio en su rostro un sonrojo no solo de excitación si no también de vergüenza demonios qué por favor sea lo qué estoy pensando suplicó, por más qué pareciese machista de su parte el saber qué él es el único lo volvía loco de felicidad.

—Dime— dijo en mordiendo su oreja —¿Alguna vez un hombre te a tocado de está manera?— preguntó sabiendo muy bien la respuesta pero quería oírla decirlo la expresión de su rostro era de una mujer qué jamás había experimentado los placeres de la carne. Porque los ojitos de su conejita  estaban más grande de lo habitual sorprendida,  asombrada , al mismo  tiempo asustada Y sobretodo muy excitada.

Luna negó con su cabeza antes de responder —No solo yo— dijo bajito pero él lo cacto en seguida.

Su pecho se infló de orgullo y se prometió ahí mismo ser él único qué pudiera tocarla de esa manera por el resto de sus vidas —Buena chica—  dijo antes de volver a tomar sus labios aunque quería seguir  acariciándola temía qué pudieran descubrirlos y jamás permitiría qué alguien más pudiera verla en ese estado de excitación porque su inocencia perturbaría la mente de cualquier hombre.

—No es él lugar ni el momento— dijo controlando su necesidad todo su cuerpo y su corazón le gritaban qué la hiciera suya ahí mismo pero su pequeño conejo merecía algo mejor qué eso, así qué contada su fuerza de voluntad la dejó en el suelo le dio un último beso antes de subirla a la camioneta para luego tomarse un minuto él,  qué necesita poder controlar a su Amigo qué pedía a grito enterarse en lo más profundo de su  bella conejita de ojos verdes qué lo estaba volviendo loco.

Las mejillas de ella ardían de la vergüenza poco después cuándo Dante conducía a casa nuevamente Luna no deja de revivir una y otra vez la escena del beso con su jefe y no solo eso si no, qué también le permitió tocarla donde jamás había permitido hacerlo a nadie pero cuándo él la besó dejó de razonar simplemente se permitió sentir, sus enormes manos tocando su cuerpo sus labios devorando los de ella aún sentía como sus labios estaban hinchados por los besos tan apasionados qué Dante Montenegro le había dado quería hablar disculparse por dejarse llevar pero lo había disfrutado tanto qué disculparse estaría fuera de lugar. Lo observo y solo podía ver la enorme sonrisa en sus labios qué también seguían hinchados.

—Yo..— intento hablar pero la vergüenza le ganaba.

—Yo nunca— volvió intentarlo.

—Lo sé y eso me hace inmensamente feliz— dijo con orgullo Dante.

—Eres mi jefe— dijo bajito cayendo en cuenta de los problemas qué pudiese llegar a tener en el futuro si esto se supiera a su madre le daría un infarto Luna nunca tuvo novio toda su vida  la dedicó a los estudios trabajo y cuidar de su ya mayor madre qué las citas y los amores le parecían perdida de tiempo pero todo eso cambió en cuánto tuvo de frente a Dante Montenegro él hombre despertaba en ella esos sentimientos de mujer queriendo ser amada y el deseo qué jamás pensó poder sentir, no negaría qué en la secundaria uno de sus compañeros le robó su primer beso pero hasta ahí  habían llegado en ese entonces no estaba interesada en los chicos obviamente sentía la curiosidad qué todo adolescente siente por descubrir el sexo y una qué otra vez exploró su cuerpo como todo el mundo.

—Ya hablaremos de eso en otro momento— dijo Dante cortando todo los pensamientos negativos de ella no le daría la oportunidad de arrepentirse y mucho menos el de negarle sus besos con esa estúpida excusa.


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Dos días pasaron en los qué Luna intento por todos los medios evitar a Dante pero el enorme hombre no cela ponía fácil la busca por todos lados y aunque ella trataba de nunca estar sola todo sea para no enfrentarlo todavía no sé sentía lista para verlo y hablar con él temía caer en la tentación y correr a sus brazos y volver asentir sus manos ásperas sobre su piel.

—Señorita González necesito hablar con usted ahora mismo la espero en mi despacho— dijo Dante en la puerta de la cocina dando la vuelta antes de escuchar alguna negativa pues la muy ingrata no dejaba de jugar al gato y al ratón con él, aunque eso le empezaba a gustar un poco.

Luna se atragantó con el pan qué estaba comiendo al escucharlo y cuando intento negarse el hombre ya había desaparecido de su vista su madre la miro preocupada.

—Cariño ¿Y ahora qué hiciste? Para qué ese hombre ande molesto— preguntó Doña Lucia con su ceño fruncido.

—Nada ¿qué le voy hacer? Ya sabe qué él es un gruñón mami tranquila ahorita voy a ver qué necesita— dijo suspirando ni modo tenía qué darle la cara un día aunque le parecía demasiado pronto.

Intento demorarse lo más qué pudo pero en cuánto  intento tocar  la puerta se abrió demasiado rápido qué no pudo siquiera reaccionar cuándo ya se encontraba presionada entre unos fuertes brazos un pecho duro como el acero y la puerta, él hombre la apretaba con tanta  fuerza  qué no podía respirar bien abrió los ojos qué no sé había dado cuenta qué los mantenía cerrados para encontrarse con dos bordes azules qué la veían como si está noche  ella fuese su cena.

—Ni sueñes qué escapara de mi, porque a partir del momento qué probé tus labios me perteneces eres mía y ni tú misma podrás se pararme de ti— dijo Dante con la vos gruesa de excitación por fin después de dos días largos en la qué parecía un idiota buscándola al fin la volvía a tener en sus brazos y no pensaba soltar nunca más esa mujer ya era suya para siempre.

Tomo sus labios como un sediento en busca del agua aprovechándose de qué la mujer estaba en shock metió su lengua en su boca saboreando la mordió su labio inferior para obligarla a cederle más espacio poco a poco ella fue respondiendo a su beso con el mismo fervor y pasión qué él convirtiendo el beso en uno apasionado y muy húmedo.

Luna perdió el juicio en cuánto sintió sus labios Dios... él hombre sabia muy bien como hacerla perderse en sus brazos definitivamente estaba empezando a sentir más qué deseo por su jefe y eso le daba miedo no quería qué rompieran su corazón pero se negaba a alejarlo la boca del hombre se esta volviendo su droga favorita.

—Dante— intentó hablar necesitaba qué aclararan muchas cosas antes de llegar más lejos pero el hombre no la dejaba seguía demandando su atención entera en su boca.

—por favor— suplicó sobre sus labios. Resolviendo solo un gruñido y un apretón en el trasero qué la hizo jadear.

—Esta bien hablemos— dijo él separándose y dejándole un beso en su nariz gesto qué le derritió el corazón y agradeció el seguir en sus brazos porque si no se hubiera ido de bruces al suelo.

—Pero de una ves te abierto no permitiré qué me alejes lo qué te dije antes era en serio apartir del momento en qué me permitiste probar tus labios eres mía solo mía— dijo dejando un beso casto en sus labios para después tomarla en brazos camino con ella hasta rodar su escritorio  se sentó y la acomodó en su regazo le sonrió inocente al verla con los ojos más grandes la mujer estaba sorprendida de la manera en qué la trataba nada qué ver con aquel hombre gruñón qué conocío.



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