La blanca flor de mi dolor. por Thinkus Londlord

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Sí, aún recuerdo...


Que fue cuando chocaron los vientos de otoño

en mi rostro, que sus esquirlas de aire redentor

arrastraron desde el presidio de mis sentimientos,

el eco de tu voz; cual vestigio de un viejo recuerdo.


Y ahora muerdo de nuevo el anzuelo, suelo ser un pez

en el suelo, nadando en los abismos del pensamiento;

yo invoco a coros la tormenta, soy mejor depredador

cuando las aguas se encuentran perturbadas, inquietas.


Fue así que de pronto despertó entre mis instintos la demencia,

herencia de los estados alterados que en apariencia se reflejan,

por ello jamás me mires como si fuera un simple poeta; porqué,

puede que en mi viperina lengua, yo guarde todas las respuestas:


Que tú tanto buscas, pero que nunca encuentras...

Por eso, y creme que solamente por eso es que sonrió:

mostrando el filo de misantrópicos colmillos y su brillo,

como te has podido dar cuenta, ya no soy el mismo: Morí.


Quise arrancar de una vez por todas las espinas,

pero... no pude hacerlo, ya era demasiado tarde;

durante tanto tiempo se habían nutrido de mi sangre

que de ellas fue que broto la blanca flor de mi dolor:


Una orquídea.


Duerme tranquilamente durante el temple de mis días,

pero es en cada anochecer que sus pétalos coagulan,

y después se abren para respirar la brisa nocturna;

embriagarse con la etílica luz, de mi amada luna.


Desde lo profundo de mi mente floreció la locura,

y ahora sus raíces se extienden con gran desdén,

desde los inexplorados parajes del subconsciente.


Ya sepulté los rencores que no me fueron correspondidos,

me hundí junto con ellos hasta la profundidad del abismo,

cual capitán de un oscuro navío; yo les dejare un ahogado

suspiro, también un beso mortal, y aquel amargo silencio:


Para quien me hiso naufragar...


Mimetismo nocturno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora