Bestia Santa. de Thinkus Londlord

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Mis dientes, junto con mis sentidos se han afilado con el silencio

que durante tanto tiempo se ha mantenido preso entre mis labios,

hacen eco en un cementerio de palabras que queman por dentro;

desgarrando mi cuerpo por cada vez que suspiro con sentimiento.


Es ahí donde el poeta tan miserable se transforma en esta bestia santa,

aquellos versos de mi alma pasan hacer la rabia que resbala de mi boca

y solo tocan el oscuro vacío que impregna toda mi piel con sus sombras,

cuando soledad es tan fría y agresiva; se clava como una espada de plata:


La que no quiere atravesar mi corazón, no me mata,

pero al menos con ella dibuja sonrisas sobre mi cara;

sabe que de mi nacerá un instinto asesino a carcajadas,

esas malditas ganas que yo tengo de matarlos a gritos.


Sí, soy un símbolo permanente del odio y el rencor, no lo niego;

de día soy poeta, y bestia de santa causa a la luz de la luna llena,

las dos caras pobres de una moneda que gira sin darte respuestas,

y como resultado de lo ya contado; la apuesta de un amor perfecto.


Soy eterno caminante sobre la tela del cielo en la que se pinta el crepúsculo,

mía es la luz, y también la oscuridad que guardan dentro de mi cuerpo; yo...

acepto, como mi cruz y sendero, este don; cual orbe de una verdad selenita,

nace esta protesta; que, va en contra de los que niegan la locura que profesan.


Y es que no, no saben lo que es libertad espiritual, índole del ser humano,

porque todos ustedes ya se han olvidado de lo que realmente son, somos,

hemos dejado que otros nos guíen con una venda de sangre sobre los ojos

hasta caer en el fondo de un abismo moral donde mora el verdadero mal:


Cubriéndonos con un infinito velo de sombras,

que lamentablemente en el cielo de ignorancia,

bastos seguiremos contemplando cual aurora...


Solo los que han sido corrompidos por la verdad pueden comprenderlo,

para los que no, hoy soy una canción de silencio; un aullido para la luna,

que se escucha muy a lo lejos; pero, yo mantengo los ojos en mis presas,

ocultándome tras la espesa niebla que representa la duda de tu existencia.


En esencia, mi único enemigo es el tiempo, porque lo quiero hacer todo

y los dones los sostengo, yo gozo de fuerza y voluntad ante cualquiera:


Ya sean Dioses, simples Hombres, o quimeras en el cuerpo de rameras;

arando mi espalda con sus uñas de gata, para sembrarme unas alas; que,

querrán arrancar de mi cual Ícaro en el viento, pero aprendí a cuidarme

del amor que no tengo, y yo no volveré a caer en ninguno de sus juegos.


Hoy soy un maldito ególatra por ir en contra del corazón,

para mí los sentimientos son la tos del hombre enfermo,

aquel que no quieren hacer caso del sol, ni de la lluvia;

que importa dice, -si todo mal se cura- quizás, pero no

cuando es el amor puro de una bruja quien lo conjura...


Créeme, eso sí que perdura, por una de ellas; fue el jaspe

de mi sangre derramada en Grecia, la necia herencia del

joven poeta, segregando palabras: soy Nahual de la letra.


Mimetismo nocturno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora