El Bosque Negro. de Thinkus Londlord

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No sé en qué momento fui consiente de mi propia existencia, pues de pronto me di cuenta de que ya hacia caminando inmerso en el mágico coro de silencios que mantenían la quietud de este impetuoso bosque, y temblaba...el frío de la soledad impregnaba mi piel desnuda, podía darme cuenta de ello; pero, era incapaz de sentir apenas nada, al parecer mi mente había despertado de su letargo, pero mi cuerpo aun no era capaz de obedecerme; de alguna extraña manera me encontraba preso dentro de mis propios pensamientos, de la misma forma que pasa con nuestros sueños. Era un pasajero a bordo de un estado de conciencia que no comprendí en aquel momento, eso fue lo que me hiso enfocarme en los otros sentidos ajenos al tacto, y aunque de la misma manera también se encontraban muy limitados, con ellos podía tratar de comprender donde me encontraba, y el porque; era que yo estaba ahí...

Poco a poco fui capaz de percibir mejor el espacio que me rodeaba, y como no iba hacerlo; como no darme cuenta de que un bosque esmeralda se marchitaba, eran sus cenizas la densa niebla que se blandía ante mis ojos y cortaba mi visión para no ver la mentira dicha por mi propio corazón, pues no me dejaba observar más allá de lo que realmente necesitaba para confirmar mis sospechas; y si, lo más seguro es que por fin... había muerto. Pero mi cuerpo, cual marioneta de un negro designio seguía su camino haciendo caso omiso de esa razón, y aunque abrumado por asimilar esa cuestión, mi marcha jamás se detuvo, continuo hasta convertirse en una peregrinación de recuerdos, y en el crepúsculo que se proyectaba bajo la cornisa de los enormes y exangües árboles, se manifestó de nuevo aquella neblina que los vientos trajeron de vuelta acompañada con el frío réquiem que arranco las hojas he hizo el crujir de la rama con su mística danza, ahora canalizada por las culpas que arrastraba mi alma, y como una cortina blanca donde se proyectaban las sombras de todos mis oscuros recuerdos, la niebla se abalanzo como una quimera ante mi mirándome con distintos rostros, gritando distintos nombres, distintos sentimientos, uno a uno, enfrente a mis demonios hasta que no quedo ninguno, al menos eso fue lo que yo creí;pues... de pronto escuche una voz a lo lejos.

Mimetismo nocturno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora