Capítulo XI.

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¿Asesinos en Whitleshill?

Solo me lancé hacia él para abrazarlo mientras tenía una gran sonrisa plasmada en mi rostro, escuché como él reía por lo bajo y correspondía al abrazo de oso que le di, para luego separarnos, ni siquiera me había dado cuenta que estaba en puntillas, ¿en qué momento se volvió tan alto?

Lo observé con atención, su cabello rojizo, sus ojos azules, su piel pálida y sus pecas, ahora era más apuesto que antes, y muy fornido, de seguro ahora las chicas caen rendidas a sus pies.

—¿Qué haces aquí?, ¿cómo es que has venido?, Sebastián ha pasado mucho tiempo.

—Bueno he vuelto a mí antiguo hogar, ya te extrañaba ratoncito.

—Ja ja, aún no olvidas ese mote que me pusiste. —y le miré con el ceño fruncido, reprimiendo una risilla.

—Venga, que ha sido el mejor que te he puesto, aún recuerdo ese día, tú disfrazada de ratón y yo de príncipe en la fiesta de disfraces.

Y él rio a carcajadas, mientras que la risa que contenía había desaparecido y ahora lo miraba como si lo quisiera matar, le dejé ir un puño a su pecho, pero aquello pareció más piedra que músculo, estaba fuerte.

—¿Cuándo te volviste en un hombre de acero? —cuestioné con un tonillo picarón y él sólo rio.

—No iba a seguir siendo el mismo chico de cincos años atrás. Así como tú. —su vista me inspeccionó de pies a cabeza— ¿Qué fue de la chica sin tetas?

—Algún día tenía que desarrollar. —reí un poco y él me imitó— ¿Y tus padres han venido contigo?

—No por suerte, se quedaron en la ciudad, vine solo unos días a quedarme con mi tía.

—¿Con tu tía Rose?, ¿es una broma no?

—Aunque lo parezca, pero ahora ya no me odia tanto, además no estoy aquí solo por estar, ella ya está más vieja y necesitaba a un ayudante.

—Y claro, tú te ofreciste como tributo, ujum. ¿Qué hiciste con el Sebastián que conocía?, ¿acaso te poseyó alguien más?

Y ahí su rostro se tornó tenso, no supe por qué había cambiado, pero logró disimular su expresión con un gesto similar a una sonrisa. Llevó su mano a su cabellera para peinarla y noté en él cierta incomodidad.

—Por supuesto que no, solo quería volver al pueblo donde crecí y vi la oportunidad de hacerlo.

—Ya. ¿Y no has visto al señor Aarón?

—Por ahora no, y no quisiera hacerlo, sabes bien que las cosas entre él y mi familia no quedaron para nada bien, seguro no soy bien recibido en el pueblo.

Iba a decir algo más, pero me vi interrumpida por la voz de mi padre y mi hermano que parecían acercarse a la sala. Y bueno, no suelen hablar tan bajo, sus voces se escucharon hasta afuera.

—Jasper, espero lo entiendas. Pero es la verdad. —dijo mi padre y se escuchó un portazo.

—Por ahora no quiero saber nada, ya me dijiste mucho, ya no sé en quién confiar.

Noté como mi hermano había atravesado la puerta de entrada, pasó a mí lado, pero se detuvo al reparar en la presencia mía y de Sebastián, mi hermano iba ajustando su chaqueta y cuando lo vio su expresión de molestia aumentó aún más, no dijo nada y solo pasó de largo.

—Jasper. —le llamé, pero no me respondió y siguió su camino.

—Creo que aún no olvida nuestras diferencias. —dijo Sebastián soltando un suspiro.

Asmodeo & Amon © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora