Capítulo XVI

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El oráculo nos ayuda.

—Willagher, por favor date prisa, Sebastián está empeorando.

—Ya casi llegamos, intenta mantenerlo despierto.

Veía como Annie estaba preocupada por Sebastián, y eso me sorprendió de cierta manera, ellos no eran tan unidos, a penas y se hablaban, pero parecía que ella le tenía cariño. Sonriente ahora dormía sobre mi regazo y yo miré hacia atrás, Annie intentaba sacar conversación para que Sebastián no se quedara dormido, pero él a duras penas y hablaba, sus palabras eran tan débiles que ni siquiera podían escucharse con claridad, llevé mi mano hasta él y él tomó mi mano, no quité mi vista de sus ojos, que con dificultad aún mantenía abiertos.

—Mierda. —masculló Asmodeo, y yo lo miré.

—¿Qué sucede?

—Hay un retén a medio camino, no podemos pasar por ahí, nos tardaremos demasiado y no pueden ver a Sebastián herido.

—¿Y entonces que haremos?, no podemos perder tiempo. —dijo Annie.

Cuando Asmodeo dijo aquello miré hacia el frente y justamente podía verse a unos cuantos kilómetros varios carros detenidos y a algunos oficiales que los inspeccionaban.

—Tendremos que tomar otro camino. —Asmodeo miró hacia atrás y empezó a mover el volante para retroceder. Pero en tanto hizo eso uno de los policías alumbró con su linterna hacia nosotros, empezó a avanzar y cuando lo miré fijamente noté como de sus ojos aparecía un destello dorado intenso.

—Asmodeo, sus ojos, sus malditos ojos. —cuando le dije esto su vista se dirigió al frente.

—Lo sé, también lo veo. Tenemos que alejarnos, Adán tiene de los suyos por toda la cuidad.

Y esas fueron sus únicas palabras, miró de nuevo hacia atrás y giró el auto, el movimiento fue tan brusco que mi cabeza impactó con el vidrio y Sebastián se quejó.

—¿Dónde aprendiste a manejar? —le preguntó Annie con rudeza, al parecer ella también se había golpeado.

Asmodeo no dijo nada y al girar solo tuvimos el bosque frente a nosotros, supuse que esa iba a ser nuestra única salida, porque no podíamos tomar otro camino más que ese y la carretera. Sin pensarlo, Asmodeo movió la palanca y presionó el acelerador, la camioneta se adentró al bosque con rapidez, y Asmodeo intentaba manejar lo mejor que podía, intentaba no chocar con algún árbol, y vaya que hacer eso era difícil, varias veces estuvimos cerca de chocar e irnos todos a la mierda.

—¡¿Qué te pasa Willagher?!, ¡¿nos quieres matar!?, ¡pudiste tomar otro camino! —gritó Annie mientras con sus brazos sostenía a Sebastián para que no se moviera tanto.

—¿Quieres que nos regresemos?, porque no tengo problema con eso. —espetó, y Annie se quedó callada, ya no dijo nada más.

El auto se movía con brusquedad cuando pasaba por encima de las raíces y algunas ramas, Sonriente saltó asustado y yo solo lo abracé, los quejidos de Sebastián aumentaron, y eso solo hizo que me preocupara más. Pero, a los minutos de ser azotados por las ramas que impactaban contra el auto y algunos insectos que quedaron estallados en las ventanas logramos ver la luz al final de túnel, bueno, la salida del bosque.

Cuando salimos de esa mini jungla se dejaron ver dos calles, Asmodeo tomó la de la izquierda, dijo que sería como un atajo y llegaríamos más rápido, nadie dijo nada en el trayecto, Asmodeo iba atento manejando, Annie intentaba tranquilizar a Sebastián, y yo quería llegar a un lugar seguro y que sanaran a Sebastián.

Poco a poco noté como dejábamos los edificios atrás y llegábamos a un lugar donde había casas, eran grandes y muy modernas, las veía por la ventana hasta que Asmodeo paró el auto y aparcó al frente de una de las tantas casas. Era el triple o cuádruple más grande que la mía, tenía unos ventanales enormes y cortinas de color negro, era una casa hermosa.

Asmodeo & Amon © [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora