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Tuvieron que pasar al rededor de dos meses para que Fugaku pudiera hacer llegar a Minato al país, el tiempo de espera no fue nada fácil y menos para Hinata. Se había enterado del cáncer terminal que padecía su madre, ahora comprendía la emergencia de contactar a su padre, al parecer no quería irse, no si antes verlo por ultima vez.

Por petición de Hanna nadie le dijo nada a Minato, en cuanto llego se dirigió a la vecindad, Hinata no estaba preparada para conocerlo, en cuanto lo vio dedujo que había sido muy apuesto en sus años de juventud no pudo culpar a su madre por enamorarse de alguien así, en comparación a el, su madre parecía mucho mayor, ciertamente aparentaba los 65 y no 40, eso la apeno, su madre había sido una mujer muy hermosa en su juventud lo supo por las pocas fotos que guardaba, pero por culpa de la mala alimentación, el trabajo y su enfermedad esa belleza se había ido.

Por petición de Hanna nadie le dijo nada a Minato, en cuanto llego se dirigió a la vecindad, Hinata no estaba preparada para conocerlo, en cuanto lo vio dedujo que había sido muy apuesto en sus años de juventud no pudo culpar a su madre por enamor...

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—Buenas tardes. -su voz la despertó de su somnolencia—Tu debes ser Hinata. -ella no salía de su asombro, no podía creer que ese fuera su padre, asintió, con la mano temblorosa lo dejo pasar.

—Si, pase. Esta es su casa.

—Gracias -pudo oler la fragancia que desprendía, no parecía ser barata y por su vestimenta deducía que se trataba de alguien de dinero.

No puede ser.

—Gusta algo de tomar.

—Agua esta bien. -Hinata asintió camino hacia la mesa, el cuerpo le temblaba, jamás en su vida había sentido tanta vergüenza como en ese momento, él, un hombre de etiqueta sentado en su pequeña casa llena de muebles viejos y sencillos, varios de ellos habían sido recogidos de contenedores, lleno el vaso de agua para después dárselo, el sonido de unos zapatos arrastrándose indicaban que Hanna se había levantado y se dirigía hacia ellos.

En cuanto entro el rubio se puso de pie, eso le pareció a Hinata muy educado, justo como pasaba en las películas. 

Oh dios ¿esto es enserio? grito por sus adentros.

—¡Hanna!

—Cuanto tiempo Minato. -las miradas que se dedicaron parecían decir tantas cosas, lo suyo había sido algo intenso de eso no había duda. Hinata se quedo mirándolos en silencio.

Hanna al percatarse de eso le pidió a Hinata que saliera ya que quería hablar en privado con su primer y único amor.

*

—S-si, voy a estar afuera por si necesitan algo. -cuando cerro la puerta Hanna comenzó de inmediato.

—Hanna yo...

—No tengo mucho tiempo, antes de que digas algo necesito pedirte que me ayudes, no tengo mucha fuerza sabes, me estoy muriendo.

—¿Qué? ¿Cómo dices?

—Discúlpame, se que hace tiempo te dije que no me buscaras y mírame ahora, yo, buscándote porque no se a quien más recurrir, que ironía.

—Hanna mírame, ¿es eso verdad?

—Si, tengo cáncer terminal

—¡Dios mío! Puedes venir conmigo, en el extranjero conozco a varios médicos que...

—No, ya no tengo tiempo, mi medico me dijo que solo me quedaban seis meses y eso fue hace cinco y medio.

—Aun podemos intentar...

—Minato, por favor necesito que me ayudes, solo tu puedes cuidar de ella.

***********

Tardaron varias horas hablando, antes de las ocho la puerta de abrió, Hinata quien en todo ese tiempo había permanecido sentada en el suelo se incorporo, vio a su madre sonreírle con ternura y aquel hombre rubio extender sus brazos hacia ella, no lo dudo ni un segundo, se lanzo a los brazos de quien ahora sabia... era su padre.

Después de unas horas más se despidió con la promesa de volver por la mañana, esa noche Hinata se acurruco junto a su madre, mientras ella le cantaba una melodía la abrazo con fuerza, no supo cuando el sueño las venció a ambas.

Con la llegada del nuevo día Hinata se puso de pie desde muy temprano, quería sorprender a su madre con el desayuno, también a su padre quien llegaría pronto.

—Mamá ya esta el desayuno. -al no recibir ninguna respuesta decidió acomodar la mesa, al terminar volvió a llamar a su madre. —Mamá despierta, tienes que levantarte, debes ponerte guapa, no falta mucho para que llegue nuestra visita especial, mamá me oyes?... -se detuvo cuando vio que seguía sin moverse.

 -se detuvo cuando vio que seguía sin moverse

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—¿Mamá?... ¿mamá? -sus ojos se llenaron de lagrimas inconscientemente. —Ma... -se acerco lo suficiente para tocar su hombro, lo sintió rígido y frío. —D-de-despierta, ¡Mamá! ¡Despierta! !No, no, mamaaaaaaá¡ ¡Despiértate! ¡No me hagas esto! ¡No, no no! ¡Nooo por favor! ¡Ayuda! ¡Ayudaaaaa! -salio corriendo los vecinos se alertaron al escucharla gritar.

—Hina ¿Qué tienes?

—¡Mi ma-má! ¡Mi ma-mamá se murioooooo!!!! ¡Se murioooo!

—¡Mi ma-má! ¡Mi ma-mamá se murioooooo!!!! ¡Se murioooo!

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Mi vehemencia -PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora