Catarsis

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El llanto de una niña pequeña predomina la sala. Están todos conteniendo el aliento.

La matrona le corta el cordón umbilical.

A Jonathan le duele la mano por cómo se la está apretando Julie.

Los dos miran a un bebé cubierto de sangre, que llora muy fuerte, y el camisón del hospital que lleva Julie se tiñe de placenta y sangre cuando colocan a la niña en su pecho.

Es la primera vez que ven a Iris.

Ella llora mientras la mira, él simplemente no puede decir nada.

Julie le toca la cabeza viscosa y húmeda al bebé, y llorando deja sobre su frente un beso ligero.
Luego lo mira a él, con sus ojos chocolate llenos de lágrimas mientras sonríe, y lo único que escapa de su boca es un

"Te quiero".

—¿Qué? —Le respondió a Ava en un susurro, incrédulo—.

—Que te quiero. —Repitió ella, con el mentón apoyado en su hombro, y luego se separó un poco de él para mirarlo a la cara—.

¿Y qué versión podía amar de él después del destrozo que hizo Julie?

 Él, como hombre, como persona que dedicó todo su tiempo a una mujer que creía su otra mitad, la otra parte del mundo que nunca había visto... Después de haber amado de esa manera tan irracional y devota, ¿qué quedaba de él para que pudiese amar?

La luz de las estrellas entraba por el cristal de las ventanas, y el balcón, bañando la habitación en una penumbra tenue que bailaba en los ojos de cada uno.

—Quizá estás pensando que quiero que me digas lo mismo. —Continuó ella ante su silencio—. Pero no. No me refiero a lo que tú sientes, estoy hablando por mí. Y te quiero.

—¿Y qué podrías amar de mí? —Pronunció él lentamente, con la voz un poco más grave, y se subió las gafas antes de girar la cabeza y mirar al frente—.

—¿De qué coño estás hablando? —Sonrió Ava—. Eres tan... Bueno. Y amable, profundo, inteligente, responsable...

Ava levantó una mano para tocarle el hombro, descendiendo lentamente hacia su brazo. Pero él siguió un poco más en silencio, el intervalo de tiempo que llevaba tomar una respiración profunda.

Luego negó lentamente con la cabeza, meciendo los gruesos rizos de su pelo.

—No me conocías antes. 

—¿Antes de qué?

—Antes de Julie. —Respondió, como si ese nombre pesara en su lengua—. Antes de que... Este odio me controlara tanto, que permití que me cambiase. No me estás viendo a mí, no me estás amando a mí, estás viendo las cenizas que han quedado.

—La...

—Es una decadencia. Verme en el espejo, viéndome dando clases, o sentir ese vacío cuando prefiero quedarme callado a dar mi opinión. Porque al final sé que no importa. Es como si no viese los colores, me saltara versos o me hubiesen arrancado las páginas. El hombre que tú crees que puedes amar... No vale la pena.

Ella se redimió en su silencio, y apartó la mano de su hombro.

—Es una pena que no puedas apreciarte. —Le respondió—.

—Mereces mucho más Ava. —Insistió, frunciendo el ceño tras sus gafas, y giró la cabeza para volver a mirarla mientras hablaba—. Mereces la versión que yo era, todo lo que podía darte... Antes del dolor.

La Filosofía del DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora