"Pista escondida"

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Capitulo 1:

-Otro cuerpo fue encontrado. Está vez fue Musho—dijo un rubio con el cabello corto. Miraba preocupado a su amigo quien lucía cansado y triste por aquella noticia.

-Es el tercer compañero que perdemos este mes ¿Qué está pasando?—se levantó de su lujoso escritorio color ónix, se arregló su corbata color esmeralda y se sentó en su sillón gris oscuro.

-Takemichy algo serio está pasando—el se sentó al lado del líder. Odiaba tener que informarle sobre estos asuntos pero era su deber como vocero de la organización y como mano derecha del pelinegro.

-Chifuyu lo sé, pero no tenemos pistas. La policía está en un callejón sin salida. No encuentran nada, ni si quiera una huella dejada en las escenas del crimen—se sirvió un vaso de un líquido marrón y le ofreció a su amigo quien acepto. Lo miro con sus ojos verdes lleno de pesar y le dijo las temidas palabras que no quería escuchar.

-Debemos pedirles ayuda..—antes de terminar la frase el ojiazul le interrumpió.

-Ni loco, sabes que es imposible—frunció el ceño

-Tienes que olvidarte del pasado—hablaba por el mismo también. Pero aquel asunto se les estaba yendo de las manos y necesitaban un par de manos extras aunque fuera las de ellos.

-Sabes que no es solo eso. Tu más que nadie sabe el daño que hacen—pronto se arrepintió de lo dicho. El sabía mejor que nadie por lo que había pasado su amigo. Chifuyu colocó una cara de dolor al sentir esas palabras—Lo siento—

-No es tú culpa. Se que es así—suspiro. Había vivido en carne propia el veneno que dejaban—¿Pero entonces tienes un plan?—

-Aun no. Creo que primero que todo iré a la escena del crimen yo mismo—se levantó para dirigirse a la puerta. Miro por última vez a Chifuyu antes de perderse por la los pasillos y dirigirse a su auto en el garaje. Allí en el fondo del edificio se encontraba su garaje personal, con su mecánico y amigo Inupi. Se saludaron. El rubio de cabello largo se encontraba enfrascado en una de las piezas del taller, a penas había notado la presencia del contrario. Cuando se trataba de autos y motocicletas perdía la concentración totalmente—sacare el auto—el de ojos verde asintio sin mirarle. Tenía otros asuntos que atender. Takemichi se subió y arranco hasta un destino incierto.

**

Hace un par de semanas, los compañeros de su organización habían caído uno por uno en manos de un misterioso asesino. Primero se le había ocurrido que Bonten estaba involucrada, pero pronto descarto ese hecho ¿Por qué tomarían venganza después de tantos años? Ambas organizaciones se dejaban en paz por más que Takemichi hubiera querido encarcelar a ese grupo de Yakuzas. Pero no los tocaba, no tenía ni las ganas ni la fuerza para hacerlo, por lo que estaban en una extraña tregua sin nombre. Y otra cosa ¿Qué ganarían con ello? No les traería ningún beneficio matarlos (Bonten la organización número uno criminal, controlaban el lado oeste de Tokyo. Gobernado por Manjiro Sano, alias Mikey el invencible. Realizaban todo tipo de trabajos ilegales. Desde apuestas hasta prostitución. Tokyo Manji su propia banda estaba a cargo del lado Este de la ciudad. Pero eran un grupo distinto de mafiosos. Una Yakuza de la nueva generación. Realizando buenos actos como cooperación la policía y controlar los negocios corruptos)

“justo como habíamos pensado”

Sacudió la cabeza antes de parar en su destino, un callejón sin salida perdido a las afueras de Tokyo. Allí había caído su primer compañero. Taiju. Hombre fuerte de temperamento difícil que le había ayudado cuando decidió ponerse al mando de la organización. Muerto de la manera más terrible inimaginable. Y no habían encontrado nada que los llevará al culpable de aquella atrocidad o eso dijo la policía. Recorrió el perímetro tratando de encontrar algo, una pista, cualquier cosa que le ayudara y la encontró. En una esquina solitaria, cerca del borde, había un signo o más bien un dibujo. No sabía de qué se trataba ni si quiera recordaba haberlo visto pero le lamo la atención. Saco su celular y saco una foto, ya preguntaría de que se trataba. De seguro que alguien en su grupo sabría si aquello era importante o tan solo un garabato. Miro el reloj de su muñeca, era tarde tenía que volver. Se subió al auto con aires renovados pero no pudo arrancar o más bien, su cuerpo no le respondió como quiso. Se quedó en blanco, pensando que no quería regresar a casa. Allí estaba ella, su prometida. Con una fuerza descomunal se obligó a encender el carro y ponerse en marcha. Debía volver, hace días que no pisaba su casa y dormir en aquel lujoso sofá le estaba cobrando factura. Suspiro un par de veces, se armó de valor y salió hacia la autopista. Vivía en una zona lujosa de la ciudad. Sus padres siempre habían pertenecido a la alta alcurnia y casi les da un infarto al saber cuál era su plan de vida. Crear la Tokyo Manji casi le costaba su vida entera, pero pronto sus padres aflojaron al ver los buenos beneficios que le había traído a casa y por supuesto, ellos estarían de acuerdo si seguía adelante con aquella alianza de matrimonio. Eso traería aún más prestigio y beneficios. No era quien para negarlo.

-Estoy aquí—Hinata, su bella prometida de largos cabellos castaños cobrizos, lo recibió gustosa en la entrada. Nada le recriminó sobre su ausencia de varios días ni si quiera le pregunto que es lo que había hecho. Lo atendió con una sonrisa y le ofreció un baño o un plato caliente de comida. Takemichi se sentía el ser humano mas horrible del mundo. Ella era bondadosa, alegre, perfecta y no podía amarla. No sentía nada romántico por ella ni por ninguna mujer y eso sus padres no lo entenderían, ni el  se había atrevido a alzar la voz, por ello vivía rodeado de mentiras lujosas y apariencias.

-Te prepararé el baño—subió la escalera de mármol  hasta el segundo piso donde se encontraba el baño principal. El pelinegro se aflojó la corbata que se le hacia asfixiante y el costoso traje que reflejaba su insípida vida. Su cuerpo pasaba toneladas y su espíritu se debilitaba a cada segundo cuando pasaba aquel umbral y la veía sonreír como si nada pasara.

-Gracias—dijo entrando al cuarto, cerrando la puerta detrás de si. Quizás un baño caliente reviviera su alma.

**

Chifuyu volvía a su viejo apartamento con un humor de la mierda. Amaba a su amigo pero a veces no controlaba su lengua. Takemichi nunca iba a poder entender el sufrimiento que llevaba dentro ni nadie podría jamás. Se acercó a un mueble donde reposaba una vieja fotografía. Allí estaba el, con su cabello rubio teñido, sus característicos aros en las orejas junto a un pelinegro mas alto y más guapo. Los dos sonreían sin preocupaciones, sin nada más que pensar que ellos. Apretó el marco con sus manos. Sus ojos se llenaron de lágrimas. Aún podía sentir su voz gruesa llamándolo por su nombre. Sus manos grandes recorrerle el cuerpo con desesperación ¿Cuántas noches habían compartido? ¿Cuántos secretos no se habían contado? ¿Cómo habían terminado de esa manera? ¿Qué mal había cometido y porque pagaba por tal pecado?

-Baji—dijo mientras depositaba un corto beso en el rostro del pelinegro. Amaba sus colmillos, sus ojos castaños y sus prominentes cejas. No podía hacer nada más que mirarlo en las pocas fotografías que conservaba, esperando algo que quizás no llegaría.

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"Dolce vendetta"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora