"Alianza"

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Capitulo 5

Por supuesto que su deber continuaba y por ello que Chifuyu estaba en aquel bar de mala muerte. Sus fuentes le dijeron que en aquel bar se efectuaban negocios ilegales, intercambio de droga y el estaba allí para desbaratar todo aquello o por lo menos conseguir pruebas contundentes. Estaba tomando un trago de un alcohol de dudosa procedencia cuando lo ve entrar por las puertas. Abrió los ojos desmesurado ¿Cuántos años habían pasado? Estaba igual que siempre, guapo, alto y con aire de Rockstar. Lo primero que hizo fue tratar de esconderse pero había reaccionado muy lento, sintió los ojos castaños posarse en su anatomía, perforándolo con la mirada. Con algunas zancadas el susodicho se acercó hasta la mesa donde estaba, siguió mirándolo con aquella mirada penetrante, cejas fruncidas y mal humor.

-¿Qué haces aquí?—fue lo primero que pronunció. Chifuyu lo miro como si le hubiera salido una tercera cabeza. No podía estar ahí Hablándole tan casual después de lo que había pasado.

-No nos vemos en años ¿Y lo primero que dices es una mierda así?—enojado era poco para describir lo que sentía realmente. Baji se sonrojo ante aquel comentario, chasqueo la lengua y se sentó en la silla vacía. Chifuyu lo miro con el ceño fruncido y echando fuego por los ojos.

-Lo-lo siento—susurro apenado. El ojiverde se sorprendió por aquella actitud. Carraspeo y volvió a tomar un par de sorbos de su trago.

-¿Y bien? ¿Qué haces aquí?—Era el más bajo quien controlaba el momento y quién haría todas las preguntas.

-Yo…–  se quedó mudo unos segundos. La verdad era que no podía decirle la verdad a su ex novio, se lo había prometido a Kazutora. Para que aquella misión tuviera éxito, necesitaban la mayor discreción posible—vengo a tomar un vaso ¿No puedo?—con la mano le indicó al camarero que le trajera uno a su mesa.

-¿Desde cuándo que bebes?—levanto una ceja.

-Desde que todo se jodio—un vaso de algo le dejaron en la mesa y el de un solo sorbo se lo tomó. Le quemaba la garganta y sabía amargo ¿Qué carajos estaba tomando?

-Salud por esto—Chufuyu tomo su propio contenido de un golpe. El alcohol empezaba a marearlos. Sin darse cuenta perdieron el objetivo que habían venido a completar en aquel lugar, vaso tras vaso bebieron sin darse cuenta. El alcohol empezó a desinhibirlos, soltándoles las lenguas.

-¿Y recuerdas la cara del director? Viejo imbécil—reían a destajo acordándose de sus viejas anécdota. Al ojiverde todo le daba vueltas, a veces no podía creer que estuviera con Baji en la misma mesa conversando como si el tiempo no hubiera pasado. Pronto las risas cesaron y Chifuyu lo miro fijo, con los ojos brillantes.

-En verdad eres tú—suspiro.

-¿Quién más?—respondió pensando que estaba bromeando.

-Baji, todo este tiempo pensé que ya no iba a volver a verte ¿Te das cuenta todo el daño que me hiciste?—silencio. El aludido levantó la vista conectando con los ojos del contrario. Se veía tan triste y desolado. Se mordió el labio aguantando las ganas de contarle la verdad, pero ni ebrio podía hacerlo. Había mucho es riegos, partiendo por sus vidas. Así que decidió hacer otra cosa. Se levantó, tomo la mano suave de Chifuyu y se fueron al baño del local , cerro la puerta con llave ante las protesta del más bajo y lo beso con desesperación, sosteniendo la cabeza de su acompañante entre sus manos. Chifuyu no reaccionó al principio. Pronto el alcohol y el mismo deseo terminaron por vencerlo y entregarse de lleno a Baji. Se besaron y tocaron por todas partes.
Tantas noches Chifuyu había soñado con aquel momento. Gimió, mordió y lamió toda la extensión de piel frente a él. Se arrodilló para saborear el miembro erecto que se cernía orgulloso. Que delicioso escuchar al pelilargo gemir con aquella voz ronca. Y que escena montaba con aquellos temblores involuntario, follando la boca de su amante. Levanto a Chifuyu del suelo y sin preguntarle lo empujó contra una pared poniéndolo de espaldas a él. Introdujo su mano en la boca calidad del contrario.

-Chupa—y el obedeció, saboreando el dedo cuál paleta. Cuando estuvo lo suficientemente mojado lo llevó hasta la entrada del más bajo y lo introdujo sin problema. Chifuyu sentía molestias, hacia un tiempo que no lo había hecho pero prontamente se acostumbro, su cuerpo aún lo recordaba. Fueron dos dedos, tres, escarbando las entrañas hasta encontrar la próstata. Chifuyu se movió de placer arqueando la espalda, gimió a lo alto. Baji besaba su cuello, mordiendo, chupando, con su otra mano masturbaba el glande necesitado. No pudo aguantar mucho tiempo. Se acercó más a Chifuyu, inclino la espalda de este, le abrió los glúteos y lo penetró de una estocada sujetando las caderas. Aquel interior era suave, caliente y gustoso lo recibía. Empezaron las estocadas, cada una más violenta que la anterior. Que deliciosa sensación ¿Cuánto tiempo había pasado?

-Baji—gritaba mientras se deshacía en deseo. Sin quererlo sus propias caderas se acoplaron a los movimientos. Mas profundo, más calor, más pegajoso. El pelinegro lo dio vuelta, levantó el cuerpo menudo y lo empotró contra la pared. Las paredes retumbaban, los gemidos resonaban en la estancia. Chifuyu lo tomo del cuello y lo beso, lengua con lengua. El orgasmo sobrevino con fuerza. Los dos quedaron mirándose, con la respiración agitada, aún unidos. Baji acaricio el rostro de su amante. No podía perderlo, no podía involucralo en su vida. Le dio un beso suave en los labios, se retiró del interior de Chifuyu, se puso los pantalones y se fue sin mirar atrás. Allí quedó el ojiverde mirando sin ver, solo en aquel lugar de mala reputación. No había completado la misión y ahora tenía el corazón aún más roto que antes ¿Qué había sido ese encuentro? ¿Qué había significado para el pelinegro? Lo amaba más que nada en este mundo y no podía negarse a nada. Lloro amargamente mientas se devolvía a su auto. Estaba ebrio, quizás demasiado para manejar. Decidió tomar un taxi e irse a la soledad de su departamento.

**

Era el día elegido. Un soleado día de verano, pero dentro de aquellas oficinas no hacía calor. Takemichi avanzaba junto a Chifuyu y Mitsuya a su lado. Nervioso era una palabra muy corta para definir como se sentía en aquel minuto. Caminaba pero no sentía sus piernas. Miraba pero no veía que sucedía a su alrededor, solo sentía el latido de su corazón en sus oídos, martillándole. Sudaba sin sentir calor, temblaba sin sentir frío ¿Cuántos años habían pasado? Eran mayores, más sabios, más maduros o así quería pensar.
Tomaron el ascensor y llegaron hasta la última planta. Al salir del ascensor se encontraba Kokonoi Hajime esperándolos. Vestía igual de formal que ellos y los saludo con una sonrisa. Sortearon un par de oficinas hasta llegar a una imponente puerta de caoba tallada. Koko tocó la puerta y está fue abierta por un pelirosa bastante malhumorado que fulminó con la mirada a Takemichi. El pelinegro aludido estaba igual. Aún lo recordaba. En aquel tiempo tenía el cabello como la nieve y su mirada perdida. Pasaba desapercibido la mayoría del tiempo y siempre andaba en la sombra de Mikey, cumpliendo cada cosa que dijera a rajatabla.

-Takemichi, diría que un gusto pero sabes que es mentira—lo siguió hasta una gran mesa al centro de la habitación. Una muchacha les ofreció algo para beber. Cada uno eligió un trago y se retiró con los pedidos.

-Lo mismo digo—Takemichi era tranquilo y podía mantener a raya su mal humor, pero Sanzu sacaba todo lo malo de su interior y como no, el fue quien rompió su relación.

-Mikey viene en un minuto—soltó cortante. Takemichi asintio tomando el vino de su vaso. Aquel líquido carmín le ayudaba un montón en aquel tenso momento. No tuvieron que esperar mucho tiempo. Mikey hizo acto de presencia luciendo un traje gris con camisa morado oscuro. Se veía más guapo que nunca y eso a Takemichi no le pasó desapercibido. Trago duro, un leve sonrojo se instalo en sus mejillas. A lo largo de aquellos años sus sentimiento poco habían variado. Jamás encontró otra pareja, nadie le llamaba particularmente la atención y el estar comprometido con Hinata le dificultaba a un más la tarea de encontrar una pareja. En su vida solo había estado con Mikey. Su sonrisa, sus ojos ébano, sus manos suaves y calidad. Su cabello como hebras dorada. Aún recordaba todo con claridad y era bastante difícil de olvidar.

-Caballeros. Me alegro que pudieran llegar—su rostro no demostraba emoción alguna. Sus ojos mostraban un poco de vacío, se le veía perdido.

-Al grano—Mitsuya estaba furioso. El verlo allí, estar en aquella oficina, le hacía recordar todos los malos momentos de su vida. Sin Bonten, sin Mikey, su pareja no hubiera muerto. Habían pasado algunos años pero aún no podía olvidarlo, ningún segundo de su vida y estar ahí era un martirio.

-Veo que tienen prisa—Mikey y Sanzu lo fulminaron con la mirada.

-Manjiro Sano—Takemichi trató de poner distancia al ocupar su nombre real. Mikey lo miro de soslayo—dime porque nos citaste—

-Supongo que sabes sobre los asesinatos que han ocurrido—Takemichi asintio—el autor detrás de todo esto es Tenjiku, una banda criminal de Osaka. Son peligrosos y no poseo todas las armas para ganar—

-No necesitamos a la Tokyo Manji—Sanzu casi rugió de rabia.

-Cállate—Mikey lo fulminó con la mirada. Tendría que castigarlo más tarde.

-Si, estoy enterado de aquello ¿Entonces quieres exterminarlos? Sabes que no funcionamos así—

-Lo sé –rodo los ojos—los atraparemos uno por uno para entregarlos a la policía. Ustedes pueden hacer eso ¿No?—hablaba despectivo. Mitsuya gruño en el lugar. 

-Si. También lo hablé con mi gente. Somos un número muy reducido, pero juntos tenemos una oportunidad—

-No solo eso. No conoces a Izana y su mano derecha. Son asesinos profesionales. Ocupan las sombras a su favor. Casi como si fueran ninjas—silencio. Todos analizaban aquella información.

-¿Tu los conocías, no? ¿Tienes alguna información importante?—dijo el pelimorado

-Oye, más respeto—Sanzu lo miraba desollándolo vivo.

-Tranquilo Haruchiyo—Takemichi se dio cuenta de la proximidad con la que se trataban. Se notaban que compartían una intimidad secreta. Y eso le dolió un poco, quizás mucho más de lo que debería—Efectivamente hablo de la experiencia. Aunque en esa época éramos tan solo niños. No sabría decirte cuánto han mejorado sus habilidades—Aun recordaba a Izana. Aquel niño de cabellos plateados, ojos lila y piel canela. Hermoso, mortífero, delicado. Aquellos ojos llenos de irá y tristeza se le habían calado en el alma. Deseó haberlo conocido en otras circunstancias, haberle brindado su amistad, su hermandad ¿Por qué ni su hermano ni su papá lo mencionaron? Pero en aquel tiempo ya era muy tarde para reparar los lazos inexistentes. Ahora la sed de sangre y venganza debe haberse multiplicado.

-Entiendo. Acepto unir nuestras fuerzas. Pero con la condición de llevar las bajas al mínimo. Mi equipo no matará en vano ni quiere Verse en vuelto en masacres sin sentido—dijo con vos segura. A pesar de que la alianza era inminente, no podía arriesgar a su gente.

-Acepto. Mi idea es hacer pequeños grupos e ir discretamente atrapando a los integrantes. Yo y Haruchiyo nos haremos cargo del líder y su mano derecha—

-Yo también te ayudare—

-¿Tú? ¿Si quiera sabes pelear?—Sanzu lo miraba fijamente desde el sillón, juzgándolo. Takemichi se sonrojo furiosamente de vergüenza.

-C-claro que si—dijo en su defensa.

-Mi amigo es un gran peleador—por primera ve Chifuyu había hablado. Estaba ensimismado en sus pensamientos, rememorando el encuentro que se había realizado días atrás. No había tomado tanta atención hasta que escucho aquella frase.

-¿Y tú? Solo eres una pulga—Chifuyu casi le salta encima pero Koko se lo impidió. Le negó con la cabeza.

-Calma todos. Yo les ayudaré a atrapar al líder y los demás irán en grupo a atrapar a los demás—Takemichi quería huir, no podía soportar mas tiempo a Sanzu ni a Mikey. Este último asintio y los de Tokyo Manji se despidieron con una reverencia y se fueron por dónde vinieron. Así quedó pactada la alianza entre Bonten y Tokyo Manji gang

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