"Prólogo"

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La noche oscura era la perfecta compañera de trabajo. Se escabullo por los callejones hasta encontrar la puerta indicada. No tuvo necesidad de tocar, la puerta se abrió en par en par dejándolo pasar. La gente a su alrededor se inclinaba con temor en su mirada, el no los tomó en cuenta. Bajo por una escalera añeja, cuidando su costoso traje color vino que había adquirido hace relativamente poco. Suspiro cansado antes de entrar por otra puerta más angosta que la primera. Allí había una persona amarrada a una silla con una cuerda. Magullado, sangrando, casi desmayado. Al lado uno de sus fieles seguidores esperaba instrucciones. Sus miradas chocaron, sus ojos ébanos eran tranquilos, se podía decir hasta psicópatas de lo tranquilo que estaban. Hasta a él le daba escalofríos enfrentarse a su líder.

-Vamos ¿No te dije que pasaría si no pagabas está vez?—su voz resonó por la estancia vacía. Estaba harto de estas escorias que intentaban hacerse los listos ¿Cuántas veces tenía que demostrar que era el más fuerte de la prefectura? ¿O hasta de Tokyo?

-Mikey, señor—temblaba cómo una hoja al viento—Usted sabe que no he podido conseguir un trabajo hace tiempo—

-Claro, si eres un drogadicto de mierda—dijo el de ojos ámbar. Mikey lo miro y lo fulminó con la mirada

-Cállate, Kazutora—el asintio tragando duro. Su líder no estaba de humor.

-Esta bien—odiaba trabajar así. Odiaba a Mikey en su fuero interno, pero no podía hacer nada. Necesitaba el maldito trabajo y allí estaba Baji, su pareja.

-Bueno, aunque no consigas un trabajo debes tenerme el dinero. Que esto sirva de lección—se estaba retirando y el pobre diablo rezaba y daba las gracias. No podía creer que se había salvado esta vez. Prometía traer el dinero como fuere aunque tuviera que robar un banco—Ah se me olvidaba—Sacó una pistola de su saco, apunto y disparo sin consideración a la cabeza del sujeto –conmigo no sé jode. Limpia este desastre Kazutora—se retiro después de sacudirse el polvo de su costoso traje. Lamentaba tener que haber ido a ese inmundo lugar, pero nadie sabía hacer su maldito trabajo en esa organización. Kazutora vio del desastre y frunció el cejo. Se paso una mano por sus cabellos negros con visos amarillos, con frustración. La peor parte del trabajo era tener que deshacerse de un cuerpo. Mucho dinero, papeleo y promesas de mierda. Vio por dónde se había retirado el rubio líder y levantó el dedo del medio.

-Mentiroso, a ti te jode Sanzu—dijo en voz baja, preocupado de que lo pidiera escuchar. Después de aquel descargo empezó a ponerse manos a la obra.

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"Dolce vendetta"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora