🎈꒱ 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐏𝐇𝐎𝐍𝐄 ─ robin a.

𝐈 𝐈 𝐈. Corre por vivir.

Narrador omnisciente.

La anterior noche, los jóvenes después de haber estado un largo y enorme rato charlando y consolado a su amiga de la infancia, haber dormido todos juntos en la gran cama, ─pues se tenían la confianza suficiente para aquello─ se retiraron a eso de las siete y algo de la mañana para poderse preparar e irse a la secundaria.

Meillysse se quedó durmiendo un rato más, raramente se sentía cansada, si bien, había dormido sus ocho horas, se sentía agotada y fatigada, ni siquiera aquel apetito de un muy buen servido desayuno la había logrado despertar.

Después de haber dormido un rato más, sin aun estar satisfecha y aun cansada pero sin opciones, se dirigió al cuarto de baño propio suyo. Adormilada abrió ambos grifos para templar el agua y espero sentada en el retrete mientras cabezeaba. Luego de unos cuantos segundos, el humo fue perceptible, esa fue su señal para dejar caer su vestido y remover su ropa interior para introducirse al agua templada.

Aquello la despertó un poco, solo un poco, pues la agua era templada, ni bastante fría, ni bastante caliente, así que su sueño aun seguía ahí, haciendo que su cuerpo se sintiese pesado.
Cuando fue la hora de salir, enrolló la toalla en su delicado cuerpo. Iniciando su rutina de mañana, se aplicó sus productos corporales y finalizó con la fragancia para cuerpo completo, era su más grande secreto y tesoro, aquella loción de vainilla-chocolate era su más grande salvador cuando había días en los que la pereza le podía.

Era un día caluroso, el sol irradiaba uno grandes y quemadores rayos solares, haciendo que el día sea perfecto para un atuendo sencillo y perfecto para el clima. Vestía un pantalón corto junto a una pequeña blusita amarilla de tirantes bordados y para finalizar, un calzado de bota amarillo.

Su cabello ondulado de oro se había secado de manera alocada y esponjada, además, su corte de cabello no favorecía, pues era más propenso a ondularse aumentando volumen en el, como si de un león se tratara. Así que de manera simple y rápida, bañó su melena en productos capilares y sin más, amarró un listón amarillo sobre su cabeza.

Lista para desayunar, tomó su sencilla mochila y salió de su habitación bajando velozmente las escaleras mientras tarareaba una canción sumamente pegadiza que no se había podido sacar de la cabeza durante un corto tiempo.

Al llegar al gran salón, el silencio la recibió y la soledad la acogió entre su frío ambiente. Suspiró aburrida, era la misma rutina de todos los días, excepto cuando los días libres o días en los que su madre podía llegar más tarde al trabajo se presentaban, un ejemplo es el día de ayer. Con pisadas sumamente tranquilas y sigilosas, se dirigió a la alacena, de ahí, como pudo se estiró hasta tomar el paquete de tortitas de arroz, tomó dos, una fue untada de chocolate y la otra al natural. Realmente las tortitas no es que le llenarán por completo el vacío de su estómago, ni tampoco era algo que disfrutará al cien comer, pues aquello no tenía mucho sabor que degustar.

Dando vueltas por la cocina, se percató de una nota pegada a la nevera.

'Buenos días, amor. Soy mamá, te quería informar que probablemente llegare tarde, posible en la media noche o un poco más tarde. Debby saldrá de su empleo máximo a las cuatro de la tarde. Te he dejado la comida preparada, solo calientala en el microondas.

Te quiere, mamá'

Inhaló y exhaló frustrada, siempre era lo mismo, a veces tanto que llegaba a sentirse desplazada y sola.

Terminó de comer las tortitas y para para poder pasarlas, bebió un vaso de agua entero. Lista y aburrida por tener que soportar a una vieja amargada, salió de su hogar y se encaminó al edificio en el que usualmente asistía a diario. No se preocupaba por el hecho de ir junto a sus amigos, pues sabía que en cualquier momento del transcurso se le iban a pegar como si de una goma de mascar se tratase.