𝐕𝐈. Autocine.

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Narrador omnisciente.

Nervios por cualquier parte de su cuerpo lo recorrían de pies a cabeza, sus manos no evitaban temblar de ansias y su se elevaba de manera a rápida, así se encontraba el joven Robin Arellano.

Ante la charla del día anterior, su mejor amigo propusó que el pelilargo invitaste a la rubia a salir, al principio le pareció una genial idea y una muy buenas excusa para hablar, no fue así hasta ahora, que experimentaba el nerviosismo de invitar a salir a su mejor amiga.

Ahora se encontraba camino a la casa de Meillysse junto a Finney y Gwen, pues se les había avisado que hoy si vendría a la escuela después de haber descansado. Finney trataba de calmarlo un poco, pero pues aquello no lograba bajar su ansiedad y pánico por lo que iba a hacer.

Sobrepensar mucho y provocar más miedo en él, ocasionó que el tiempo se le pasase rápido y el transcurso lograra cumplir su objetivo, llegar a casa de las Eleine.

Tomó varios ejercicios de respiración antes de que su amigo Blake tocará la puerta y Alicia los recibiese.

─ ¡Buen día, chicos!, entren, entren ─, saludó con una sonrisa de dientes completos mientras se hacía a un lado.

─ Buen día, Alicia ─, saludaron los jóvenes con bastante confianza ya después de trece años de visitar a la familia.

Entraron y automáticamente tomaron asiento en la sala esperando a su amiga.

─ Ya le he dado de comer a Mushu y ya ha hecho sus necesidades, ma ─, una suave voz que a medida que pasos resonaban subía de tono, se adueñó del ambiente.

Quién poseía aquella dulce y melodiosa voz era nada más y nada menos que Meillysse, quien se acercaba con lentitud al salón vistiendo un lindo vestido floreado que resaltaba su belleza natural. Robin soltó un gemido cuando Finney golpeó sus costillas.

─ Cierra la boca que se te meten las moscas ─, murmuró sólo para él mientras lo veía sonriendo de lado.

Arellano solamente giró su cabeza cubriendo aquel rojizo que se había mudado a sus pómulos.

Al llegar por completo a la sala de estar y al subir por completo la mirada, Llysse se halló con aquellos orbes oscuros que la examinaban por completo, de inmediato calló y levantó al minino que la había seguido hasta quedar aferrado a su pie.

Ambos quedaron mirándose por unos largos minutos pensando en qué decir o qué hacer, pues su incomodidad era tanta que ni siquiera podían entablar una conversación estable o duradera.

─ Hola ─, murmuró mirándolos.

Finney sonrió en saludo mientras se acercaba a apreciar a Mushu, como Meillysse había nombrado a su pequeño gato.

─ Que lindo.

─ Lo es ─, respondió de reojo mirando a Arellano, quien igualmente lo hacía mientras rascaba su nuca.

Pasando un pequeño rato, el trío decidió marcharse hacia la institución, pero ahora no entre risas, sino entre miradas incómodas, pues la situación de ambos mejores amigos ya estaba afectando a los demás del grupo.

En el transcurso la única conversación que se pudo entablar en todo el grupo fue preguntar cómo estaban, qué habían hecho el anterior día, entre más preguntas absurdas.

🎈꒱ 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐋𝐀𝐂𝐊 𝐏𝐇𝐎𝐍𝐄 ─ robin a. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora