Capítulo 2

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Lo mejor que me puede pasar es; estar de vacaciones.

Eso significa: leer más.

Dios, amo esto. Realmente podría vivir así.

Una taza de café, un buen libro —aunque sea digital— y mi cama.

—¿Qué? —pregunto, en plan chula.

—Que me encantas así, borde y a la defensiva.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH ¡DAMEN A MI OLIVER LENDBECK!

En este momento es cuando dejo de ser yo para gritar como fan desquiciada porque vamos, ¿quién en su sano juicio no gritaría?

Les cuento, estoy leyendo “mi canción más bonita” de la guapa de Cherry Chic. El capítulo se llama “Todo lo bueno acaba”, ya sé que voy andar chillando después pero eso no importa —por ahora—.

Amo los libros de Cherry, cada una de sus series, son lo más.

—¡Grettell!

Joder.

Me lleva la fregada, si hay algo que detesto, es que me interrumpan la lectura. Me da mucho coraje que lo hagan.

Estoy de vacaciones y lo único que quiero es leer y leer, hasta parecer mapache.

—¡Para que soy buena! —devuelvo el grito un tanto enojada.

Escucho los pasos de alguien que corre, es mi hermana menor quien entra a mi cuarto con una sonrisa de oreja a oreja y con la respiración agitada, por inercia enarco una ceja y le lanzo una mirada interrogativa.

—¿Qué sucede? —pregunto.

—A que no sabes.

Ruedo los ojos.

—No se y por eso pregunto, tonta.

Lanza un suspiro al viento.

—Abajo… he… todos sabemos que tú y Adrián dejaron de hablarse hace un tiempo.

¿Eso que tiene que ver? ¿Acaso está aquí?

Epa, parece que tu corazón está corriendo una maratón.

—¿Y eso que tiene que ver? —pregunto confundida.

Juguetea con su cabello antes de decir:

—Adriánestáconmamáenlasalapidiendopermisoparacortejarteytraeunramoderosas.

Odio que haga eso.

Porfavor, tú también lo haces.

—Deja de hablar rápido, ve más lento que no entendí ni papa.

Me mira confundida.

—¿Cuál papa? No dije ninguna palabra de esa.

Me río y niego.

—No tonta, no entendí nada de lo que has dicho. Repitelo más lento.

Asiente.

—Adrián está con mamá en la sala pidiendo permiso para cortejate y trae un ramo de rosas.

Que demonios.

Me levanto de un salto y agradezco no haber manchado mi cama con el café.

—¿Qué Adrián qué?

El shock me atraviesa y se que no debería pero no creí que hablaba enserio.

—Aparte de lenta, sorda. —resopla.

Le aviento una almohada.

—¡Auch! Ahora que recuerdo —se toca ma mejilla con el dedo índice—, esto parece la escena de una canción.

—¿La escena de una canción?

Asiente.

—Sí, haber si adivinas. La canción o la parte dice así:

Por eso esperaba con la carita empapada que llegarás con rosas, mil rosas para mí.

—Oreja de Van Goth —susurro—. No al caso —niego incrédula.

—¿Qué? ¿Por qué no?

—Porque en primer lugar: no estoy empapada y en segundo lugar... —paro.

—No hay segundo lugar.

Le lanzo una mirada divertida.

—No, no hay. —suspiro.

Vuelvo a acostarme y a tomar mi celular.

—Si sabes que tienes que bajar ¿no?

—Ni loca, yo no lo llamé.

—Supuse eso pero se le ve la ilusión —calla por un momento—, pero cuando estaba hablando con mamá, antes de que yo saliera corriendo para venir aquí contigo, había algo... cómo un brillo en sus ojos. Llámame loca pero siento que él quiere hacer las cosas bien. Repito, no sé que pasó con ustedes pero si él lo está intentando ¿por qué tú no?.

Silencio.

—Porque no es fácil.

—Explícate —pide y lo hago.

—Cuando cumplimos quince años fuimos a nuestro lugar favorito e hicimos una promesa.

Tú y yo siempre.

—¿Me lo juras? —pregunté con ilusión.

—Te lo juro.

Una sonrisa apareció en su rostro y sabía que diría algo que me gustaría.

—Hagamos una promesa.

Lo miré interrogativa pero asentí.

—¿De que tratará?

—Si alguno de nosotros se enamora, tiene que dar el primer paso y decirle al otro.

—No entiendo.

—Si tú te enamoras de mí o si yo lo hago, nos lo tenemos que decir. No se vale guardar el sentimiento para uno mismo.

>>Nos conoceremos más, iremos a citas y si todo funciona bien, nos haremos novios.

Sonríe.

—Me gusta esa promesa —susurré.

—Tenemos que cerrar esa promesa.

—¿Que tal con un beso? —yo y mi bocota.

Fue su turno de susurrar.

—Me gusta esa idea.

Lo sentí moverse para quedar frente a mí, tomó mi rostro en sus manos y acarició mis mejillas.

Cerré los ojos y sentí sus labios posarse en los míos.

Fue un pico pero uno que hizo que una avalancha de animales corriera por mi estómago.

Me había enamorado de él y cuando quise contárselo fuí a nuestro lugar secreto. No estaba en su casa y sabía que estaría ahí.

Lo ví besarse con otra chica una cuadra antes de donde estaba nuestro lugar.

—¡¿Diste tu primer beso a los quince?!

—De todo lo que dije ¿fue eso lo único que captaste?

—Es que hermana, me has dado información valiosa para molestarte.

—Ni siquiera te atrevas, Ana Lilian —la amenazo señalandola con la dedo índice.

—¡Grettell, ven un momento!

Mierda.

Con amor.

Je.

🦋




7 días para enamorarte ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora