Mientras tanto, en Magia Práktica... [I]

10 5 2
                                    

Entrada del 13 de agosto de 2019

Hechizo de amor

Cuando tenía dieciocho, me enamoré terriblemente de un pibe que no me daba ni la hora. Traté por todos los medios que me prestara atención, pero era como si mi existencia no fuera tal. Pasaba por al lado mío y ni me veía el muy desgraciado. Así que, después de unos meses, se me fue el enamoramiento. Casi obligada, sí, vamos a admitirlo. Me convencí a mí misma de que en realidad no me gustaba y que era algo pasajero. Que estaba enfocando mis energías en algo que no lo valía. Y, dentro de todo, no es que anduviese muy equivocada.

La cuestión, amigos míos, es que me saqué la idea del romance, pero me quedó la espina del rechazo. Después me enamoré varias veces más, con resultados variados. Desde relaciones que duraron un par de años a fracasos amorosos más duros que la realidad, creo que pasé por todas. Y de tanto andar, de tanto sufrir y de tanto hartazgo, la conexión mística tomó su lugar. El lugar que se merecía, por fin.

Como fiel creyente de los poderes de la Luna y de la madre natura, invertí momentos de una pureza espiritual casi fantásticos para llegar a este hechizo. Fueron días de investigación y noches de charlas conmigo misma y con este hermoso universo que nos rodea. Logré conseguir el medio para fortalecer el amor, la esencia para recuperar aquello que nos fue vedado. La Luna es sabia y nos transmite esa sabiduría si nos entregamos a oírla. Pero recuerden... Para ponerla en práktica, debe hacerse con responsabilidad y perfecta unión con ella.

Procuren respetar fielmente los siguientes ingredientes y los pasos. Las instrucciones deben seguirse al pie de la letra para lograr los resultados deseados. ¡No me digan que no les avisé!

Catalina sacudió su cabeza y lanzó una risita

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Catalina sacudió su cabeza y lanzó una risita. Era ridículo. Lo que había escrito era una sarta de estupideces sin ton ni son, salidas de un momento en el que su mente no era su aliada. Es más, se acordaba de que le había pedido a un par de compañeras —esas con las que se tenía confianza y que estaban en el mismo barco de desesperación y poca plata que ella— que se pasaran por su blog y dejaran un par de comentarios para ayudarla con los algoritmos de búsqueda y darle cierto nivel de legitimidad a lo que decía. Eso solo le había costado un huevo* y la pérdida del teatrito de persona digna que tenía armado... Y un almuerzo, para conseguir que sí lo hicieran.

—¿Quién en su sano juicio se va a creer estas paparruchadas? —preguntó en voz alta, a pesar de estar más sola que la una. Ni siquiera tenía una mascota que le hiciera el aguante en esta situación.

Y la situación era ciertamente mala. El sueldo no le alcanzaba ni haciendo un Tetris de cuentas y descuentos. El puesto de telemarketer que había jurado y perjurado que sería temporal se había convertido en su fuente principal de ingresos y de desgracias. La estaba volviendo loca un día a la vez y, por si le faltara algo, tenía a una mina* llamándola para decirle que el supuesto hechizo que había compartido ella le había funcionado. Sí, ella era buenísima arruinando su propia vida, ¿pero ayudando a otros? ¡Con suerte ayudaba a sus (¿pseudo?) amigas! Aparte, ¿en serio se pensaba que tomarse un mejunje de hierbitas le iba a cumplir sus deseos? Por favor... De última, le hubiera causado una gastritis de miedo. ¿Llevarle a sus exnovios a su puerta? Ni que fuera servicio de correos.

Hexes and Ohs [Hexes #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora