Capítulo 11
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Madrugada del 06 de Agosto del 2008. Horas previas a la boda.
El dulce elixir que palpaba en su boca era puro alcohol que le quemaba al recorrer su garganta. Se sentía como fuego en su interior. Aún así no frenó. Un trago. Otro. Y otro. Posó el vaso de forma brusca contra la mesa tras beber el quinto vaso seguido y mantuvo los ojos cerrados unos instantes, tratando de saborearlo antes de tragarlo.
Notaba su respiración cerca. A un lado. Ella siempre habría querido respirar de ese aire, pero justo en ese instante parecía asfixiante. Una nueva botella fue arrastrada por la mesa para acercarla hasta ella y lo agradeció. Necesitaba mucho más para inhibirse de tal forma que pudiese soltar la verdad sin miedo, sin medias mentiras escondidas para su beneficio. Sólo la verdad, como quizás nunca hizo. Y quizás él lo sabía, por eso contribuía a emborracharla.
Abrió los ojos lentamente. Comenzaban a pesar, pero no lo suficiente. George estaba recostado sobre la mesa y se cubría la cabeza con sus brazos. Estaba en un estado lamentable, y no por embriaguez. El pelirrojo no había ingerido ni un trago, sólo estaba sobrepasado de todo lo que había pasado esa noche.
Maddie le había dejado el día antes de la boda, y había descubierto que tenía una hija.
«Qué ironía del destino» pensó Alhena y dejó escapar una risa. Tantos años ocultando la verdad a todo el mundo para que hubiese salido a flote de esa forma tan patética. George la miró con el ceño fruncido. No podía creer que la joven encontrara la situación tan graciosa como para mostrarle tal falta de empatía y mofarse.
—Lo siento —hipó a cuenta del alcohol y se llevo una de sus manos hasta sus labios—. No quería reírme —murmuró con dificultad entre dientes y luego volvió a reírse—. En realidad sí. Tantos... —estalló a carcajadas y se elevó un dedo hasta limpiar sus lágrimas—... tantos años queriendo mantenerte alejado de Luce y ahora... Es hilarante, tronchante —luego suspiró y se acomodó su codo sobre la mesa—. Debí suponerlo, a mí nunca me sale nada bien.
—¿Mantenerme alejado, Al? ¡Maldita sea! —golpeó la mesa con fuerza—. ¿Cuándo pensabas decírmelo? ¡Tenía derecho!
—Lo perdiste el día que te fuiste —dijo con furia. Su ceño estaba fruncido, y apenas parpadeaba concentrándose únicamente en mirar al pelirrojo con rencor—. Me dejaste cuando más te necesitaba. Pasé, ¡días! En San Mungo, tratando de recuperarme.
El pelirrojo agachó la mirada y musitó alguna que otra palabra mal sonante que Alhena no alcanzó a oír. —Volví.
—Ya está muy trillada esa respuesta, George —negó la chica y abrió la botella para beber de ella misma—. Pero te he prometido la verdad y voy a cumplirlo.
Le pasó la botella al chico tras limpiar con la manga de su camisa la comisura de sus labios y él la acepto. —Te escucho.
Suspiró y miró a sus manos. —Después de la batalla tuve que ir a que me viera algún medimago, por recomendación de Pomfrey. Decía que había tanta gente muy grave para atender y que lo mío no era lo más urgente y podía esperar al día siguiente, pues ella ya se había encargado de lo peor —su voz temblaba y no era por estar tambaleante, tenía miedo y frío —. Quizás fue el horror que acabábamos de vivir, quizás es que escapaba de sus competencias médicas, pero había algo más, y cuando llegué a San Mungo me dieron la noticia.
»Yo no quería ir, pero mi tía me obligó y ya sabes cómo de cabezota es —el chico bufó y Alhena tuvo que asentir—. Sí, lo sé. Yo también lo soy. El caso es que cuando me exploró y me realizó las pruebas convenientes el resultado no fue el que yo esperaba.
»Eran gemelos —admitió y dió otro trago a la botella. La mirada de George se había cristalizado—. Dado los genes imagino que era lo más probable, ¿no? Sólo aborté a uno. Luce estaba grave, muy grave. De hecho, pensaban que no sobreviviría tampoco, dado que me negaba a comer, beber, dormir... A hacer cualquier cosa necesaria para que un bebé creciera fuerte y sano. No podía evitar pensar que me habías dejado sola cuando más te necesitaba y eso me consumía por dentro. Estaba famélica.
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It must have been love • || GEORGE WEASLEY || TERMINADA
FanficHistoria Completa. Segunda parte de «Buenas o Malas Intenciones». Madison Lewis era todo menos una chica corriente. Joven, divertida, carismática y servicial, era una excelente asistente de asuntos exteriores del ministerio inglés en el departamen...