Capítulo 12***
06 de Agosto del 2008.
Alhena se quedó sin aire. Se recostó hacia atrás, apoyando su peso contra la madera de la puerta, pero estaba mareada y todo le daba vueltas. Sentía su lengua rasposa, y su garganta reseca. Sabía sin duda que se debía a la noche de desenfreno en la que no había dudado ni un segundo en ingerir vaso tras vaso de whisky, hasta acabar bebiendo a morro para acabar el fondo de botella... O varias botellas. Ni siquiera sabía como se mantenía en pie, mucho menos como había sido capaz de aparecerse. Pero, lo que sí quería creer fervientemente, es que aquello que estaban viendo sus ojos inyectados y secos debía tratarse de una alucinación.
Era repulsivo. Un absoluto despropósito que sin saber el motivo extacto llegaba a afectarle personalmente. Sintió que su corazón se encogía dentro de su pecho y se hacía pequeño dejando un dolor agudo como recuerdo. Quizás era porque pensaba en la persona en la que amaba y en cómo le destrozaría ver las sábanas revueltas que entrelazaban dos cuerpos semidesnudos en el centro de la cama matrimonial. Algo que sin dudar prefería estar imaginándoselo, porque de ninguna forma Maddie habría cometido la enorme estupidez de hacer algo así la noche previa a su boda por muy decepcionada que hubiese estado. Y, si lo había hecho y Alhena no estaba soñando, entonces sólo era culpa suya. Se responzabilizaría de haber acabado con la confianza de su hermana tras la larga lista de mentiras que siempre había acumulado arrastrando con ella a George Weasley.
—Tú, sal de ahí y desaparece de mi vista —dijo con dificultad la mayor señalando al hombre que acompañaba a su hermana—. Tienes dos segundos porque, ¿recuerdas lo que pasó aquella vez que no me hiciste caso y acabaste en ropa interior pegado al techo de Mcgonagall? —el adormilado chico asintió, cauteloso—. Bien, Pucey, porque pienso dejar ese recuerdo como una chiquillada al lado de lo que te haré.
El chico tropezó al salir de la cama y cayó al suelo, dejando desperdigado por la habitación alguna que otra prenda cuando se apareció sin un vulgar adiós. Mientras, sobre el lecho adultero, Maddie se refugiaba tras la sábana blanca, con el rostro inexpresivo.
—¿Has bebido? —preguntó Alhena, pero no esperó la respuesta—. ¿Cómo has podido hacerle ésto? —la voz de la Black se quebró y su mirada se empañó—. Te estará esperando en pocas horas frente al altar, Maddie. Te quiere y tú... No puedo ni mirarte.
Alhena se giró y llevó una de sus manos hasta su sien para masajearla intentando calmar las ganas de llorar. Maddie, con voz temblorosa, trató de defenderse. —Me... Me había... había mentido y yo... quise... quise devolvérsela y... —balbuceó, pero quedó callada al ver cómo su hermana negaba con la cabeza.
—George sólo quería proteger lo que tenía contigo de un fantasma del pasado, Maddie. ¡Del pasado! —gritó, provocando que su cabeza centellease, y se giró—. Y tú... —Alhena suspiró y se sentó a orillas de la cama, aunque enseguida se arrepintió y le dió repulsión—. Vamos, hay que arreglarte.
—¿Cómo dices? —preguntó Maddie con el ceño fruncido ligeramente.
—¿Aún quieres casarte con él? —preguntó Alhena y la menor asintió—. Bien, entonces debemos de arreglarte para la boda.
—Sí, pero... Yo...
—Yo ni he visto nada —continuó Alhena—, y tú anoche, tras la discusión, viniste aquí inmediatamente. ¿Bien?
Maddie la miró confusa y tras un breve silencio en el que se miraron fijamente, habló: —¿Porqué haces ésto?
Alhena suspiró y su mirada volvió a cristalizarse—Él te quiere, Maddie. No puedo permitir que vuelvan a romperle el corazón.
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It must have been love • || GEORGE WEASLEY || TERMINADA
Fiksi PenggemarHistoria Completa. Segunda parte de «Buenas o Malas Intenciones». Madison Lewis era todo menos una chica corriente. Joven, divertida, carismática y servicial, era una excelente asistente de asuntos exteriores del ministerio inglés en el departamen...