Caerte en una fuente a las dos de la mañana con una persona que ni conocías era la cosa más vergonzosa que le había pasado a Izuku, pero aquel encuentro desencadenaría muchas cosas
Tanto buenas como malas y todo por una boda y unos ojos azules.
Dab...
Capítulo 13 Secretos, celos y un océano en los ojos
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Izuku ya no se encontraba sentado entre sus hermanos, Bakugo había salido de la cocina con un cuchillo en mano diciéndole que le ayudará a cocinar
Ahora se encontraba pelando unas patatas mientras Bakugo se encontraba cortando la verduras de manera ágil, podía oír las risas de sus hermanos mientras hablaban con Dabi, eso también le hacía sonreír.
Pasados unos cuantos minutos terminaron de preparar todas las verduras y la carne y la pusieron en una olla.
Minutos después Bakugo se encontraba haciendo un pastel mientras él se comía las fresas con nata.
O eso hacía antes, porque ahora no eran las fresas las que tenían nata, ahora eran él y Katsuki, los cuales estaban tirandose todo lo que había en la mesa en la cara.
Ahora los dos se encontraban con una mano en el bote de nata montada intentando quitársela al otro de la mano.
Katsuki tenía agarrado por la cintura a izuku mientras con la otra mano tiraba del bote de nata, En cambio Izuku mientras reía se intentaba alejar de Katsuki para que no le manchara más la cara la cual tenía llena de harina y un poco de nata.
Un carraspeo los sacó de su pequeño juego, ambos giraron mientras seguían en la misma posición. Eri los apuntaba con la cámara del móvil, mientras el pequeño Kota se ponía detrás de su hermana.
—¿Nos estás grabando princesa? —preguntó el rubio cenizo con una sonrisa.
—No, todavía estoy en videollamada con Touya. Le estaba enseñando cómo jugabais —explicó la pequeña aún apuntándolos con la cámara.
—Touya quería hablar con Izu a solas por eso habíamos venido —añadió Kota.
—Oh... ya veo —dijo el pecoso mientras se separaba poco a poco de Katsuki e iba a donde está Eri para que entregara el móvil.
Una vez tuvo el móvil entre sus dedos volvió a poner la cámara frontal para que Touya pudiera ver su cara, con su otra mano se encargó de limpiarse la cara intentando quitar la harina que había en su rostro.
Touya se limitaba a verlo algo serio mientras bebía lo que parecía ser un zumo de melocotón. Su mirada azul era intensa como si hubiera un mar totalmente descontrolado dentro de sus ojos.
—Hola de nuevo —se atrevió a decir algo nervioso el pecoso por aquella mirada.
—Podemos hablar sin que nadie nos oiga —prácticamente le ordenó el azabache teñido.
—Eh... claro —dijo el pecoso mientras salía de la cocina con el móvil en la mano e iba al jardín trasero —. Ahora sí ¿de qué quieres hablar?.
—Eri me ha dicho que habéis visto a Keigo, ¿es cierto? —inquirio el peli negro.
—Eh... Sí, es cierto. Al parecer me vio y quiso saludarme y se acercó —le respondió algo confundido por la actitud de azabache.
