Caerte en una fuente a las dos de la mañana con una persona que ni conocías era la cosa más vergonzosa que le había pasado a Izuku, pero aquel encuentro desencadenaría muchas cosas
Tanto buenas como malas y todo por una boda y unos ojos azules.
Dab...
Como entierro mis sentimientos, dímelo porque yo no sé, y aunque me digas cómo, me haré el sordo porque no quiero un punto final en nuestra historia.
Scylla
Nacimos para morir, la salida.
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Touya recuerda que cuando conoció a Tamaki Keigo lo odio, y más cuando supo que iba acompañarlo a él y a Shoto a su nueva escuela que era un internado.
Estaba seguro de que sería otro chico más que le iba a lamer los pies a su padre, su primer mes lejos de su casa fue difícil para él, pero lo fue más para el pequeño Shoto, estaba tan acostumbrado a estar con su madre que le era difícil estar lejos de ella, añadiendo a eso que no era muy bueno socializando.
Varias noches venía a su cama para dormir con él mientras lloraba por no poder volver a casa, él sabía que su padre los había mandado a un internado en otro país para protegerlos, pero el pobre Shoto no sabía nada de eso y no entendía porqué estaba ahí sin Natsuo y Fuyumi.
Pero hubo algo que sin duda unió a Touya y Keigo o más bien alguien.
"Shoto"
Todavía recuerda la ira que sintió cuando un compañero de clase vino corriendo hacia él para avisarle que estaban apunto de golpear a su hermano, jamás penso correr tan rápido como en ese día, subió escaleras, atravesó un sin fin de pasillos hasta poder llegar donde estaba su hermano pequeño y cuando llegó se encontró a Keigo peleándose contra unos cuantos chicos que eran un año mayor que ellos.
Rápidamente corrió hacia él y empezó a pelear junto a Keigo, ambos se estaban encargando de que ninguno de los otros chicos llegaran a tocar a Shoto.
Y después de unos cuantos minutos pudieron dejar inconsciente al último chico golpeando su cabeza contra la ventana del pasillo.
—Hay que irnos a nuestra habitación —dijo Keigo mientras se ponía de cuclillas frente a Shoto, el cual estaba sentado en el suelo con las rodillas pegadas al pecho y la cara escondida entre ellas —. Hey Shoto, tienes que levantarte, pero no vayas a abrir los ojos.
Shoto asintió y se levantó del suelo con los ojos cerrados, Touya sabía que Keigo estaba intentando que Shoto no viera aquellos cuerpos inconscientes y llenos de sangre en el suelo y se lo agradeció.
Esa pelea marcó un antes y un después, debido a la influencia de su padre ni Keigo ni él fueron denunciados por los padres de los chicos a los que dejaron inconscientes y en el hospital. Después de eso ambos empezaron a hablar cada vez más y pronto el tímido Shoto se unió a ellos.
Touya recuerda que el primer año en el internado fue el mejor, él haciendo alguna travesura junto a Shoto y Keigo cuidándolos.
Cuando Keigo le contó sobre su familia a Shoto y a él quedaron totalmente horrorizados y no dudaron en abrazar al rubio, mostrándole el cariño que le tenían.
