Llegué al garaje, aparqué la moto y subí a casa. Nada más abrirse el ascensor vi a mi padre de pie esperándome.
-¡Alejandro!-me gritó-¿Cuántas veces te he dicho que tienes prohíbido salir entre semana?
Como de costumbre yo decidí ignorarle. Me dirigí a la cocina donde suponía que estaria Stefi, una especie de criada, preparándo la cena.
-Cuando este lista súbemela a mi cuarto.-Le dije para evitar tener que verles la cara a la gentuza que tengo como padres.
-Si señorito.-Me contestó
-De eso nada, tú cenas con nosotros. Y te había hecho una pregunta.-Dijo mi querido padre.
-Papa, déjame en paz.-Le espeté
-Alejandro estas castigado. No vas a volver a tocar la moto hasta que seas una persona responsable.
¿Qué? Mi moto. Mi puta moto. Este capullo no me la iba a quitar.
-Papa, no. La moto es mía.
-La moto será tuya cuando tengas 18 y para eso te queda un año y medio todavía. Mientras tanto me la quedaré yo.-Dijo acercandose a mi y quitandome las llaves de la mano.
-Hijo de puta me podrás quitar esta moto, pero no vas a impedirme que corra.
Tras decir esto subí a mi habitación y pegué portazo. Me metí en la ducha para despejarme y nada más salir me senté en la cama y llamé a Marcos.
-Yeee Alexito.¿Qué pasa?
-Tío necesito tu ayuda.
-Dime hermano.
-Mi padre me ha quitado la moto.Bueno en realidad las llaves.
-Joder tío que putada.
-Ya. Por eso necesito que me ayudes.
-Que quieres, ¿que pase a por ti como si fueras una princesita?-Dijo Marcos descojonándose.
-No tío.-Dije soltando una carcajada-Para eso ya tengo tres chófers. Necesito que mañana después del insti me ayudes a sacar la moto del garaje y llevarla a un amigo que hace apaños a ver si conseguimos arrancarla.
-Eso está hecho Alex. Nos vemos mañana.-Dijo Marcos colgando.
Me pusé un pantalón de chándal de Abercrombie, una camiseta con el 46 de Valentino Rossi y me tumbé en mi cama con el Iphone cuando a penas cinco minutos después Mike entró a mi habitación.
-Alex-Me llamó.
-¿Que quieres?-Le dije mirandole. Mike había crecido, ya no era el niño bueno que era antes, aunque sus notas y su comportamiento frente a mis padres eran impecables, él ya era un adolescente.
-Las llaves de tu moto están en el segundo cajón del armario que tiene papa en el despacho. Por si las quieres.
-¡Muchas gracias hermanito!-Le dije mientras me levantaba de la cama y abrazaba a mi hermano pequeño.
-Sabes, me alegro de que seas de los míos.-Le dije mirandole a la cara.
-Alex, yo no tengo nada en contra de nuestros padres.
Sin tiempo para contestarle nos llamaron para cenar y decidí bajar tras las insistencias de mi hermano.
La cena se hizo eterna, cuando al fin acabamos me subí a mi cuarto y me puse a ver un capítulo de Juego de Tronos antes de irme a dormir.