El profesor

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¡Siempre es lo mismo! Antes de terminar la clase de historia, el profesor comienza a hablar de temas muy raros. Algunos compañeros le siguen la corriente, es más, anotan las páginas Web, nombres de escritores y películas que hablan de temas apocalípticos, distópicos y alienígenas, que imagino son sus favoritos. Yo escucho sin ánimo, pues no me interesa la relación que pueda existir entre Nostradamus y el libro del Apocalipsis o, entre los ovnis y civilizaciones antiguas, menos me interesa que los mayas sitúen el fin del mundo en tres años más; que puede ser el exterminio de la humanidad o el término de un ciclo. ¡Patrañas!

Es verdad que estamos viviendo un calentamiento global y el clima cada vez se comporta de manera más rara, que llueve cuando debe hacer calor y que nieva en el desierto, pero de acuerdo a las estadísticas, estas cosas ya han ocurrido antes, para qué preocuparse tanto. Además, siempre estamos a tiempo para revertir lo malo.

El profesor parece muy culto, maneja nombres, autores, cita trabajos, libros y películas; relaciona hechos actuales con otros pasados que, a primera vista, no tienen ninguna relación. Dice que es ateo, sin embargo, habla de la Biblia, de los profetas Ezequiel y Elías, de los ángeles, de los Elohim y del Apocalipsis. Grafica la destrucción desde una visión académica, sin embargo, para mí es igual a un típico fanático religioso que habla en todo momento del fin de los tiempos.

Un día, el profesor no llegó a dictar su clase y jamás nos dieron una explicación del por qué se fue. Varios nos quedamos con nuestra propia explicación, pensando que lo habían despedido por sus disparatadas teorías, por atemorizar a los débiles mentales y por hablar de algo que no es verdad. El profesor que llegó en su reemplazo se remite solamente a los contenidos, sin hablar mucho.

Algunos compañeros han intentado saber su opinión en temas apocalípticos, pero él apaga enseguida el fuego revolucionario diciendo que todo aquello es mentira, que son patrañas y mitos. Rápidamente retoma su clase.

Ahora las clases son más aburridas, incluso para mí. Sin embargo, el ambiente es más sano. El mundo no tiene por qué terminarse aún, mientras menos profesores hablen de estos temas y nosotros menos sepamos de ellos, más felices estaremos.

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