James Thomas Fischer siempre había sido un apasionado de la parapsicología. De hecho, su biblioteca cobijaba decenas de colecciones sobre revistas esotéricas que había adquirido a lo largo de su vida. Ahora, con treinta y cuatro años recién cumplidos, echaba la vista atrás y reparaba en que, a pesar del tiempo, algo siempre había prevalecido: James jamás creyó las historias que le contaban, aquellas de apariciones escalofriantes siempre protagonizadas por espectadores inconexos, aquellas que debías creer por el mero hecho de que un conocido te las explicaba. El filósofo David Hume lo dijo una vez, «Afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias», y James estaba completamente de acuerdo. El mismo efecto lo experimentaba cuando leía todos aquellos artículos sobre fantasmas, demonios y avistamientos. ¿Hasta qué punto se podía corroborar aquella información? ¿Por qué parecía ser el único que no había experimentado ese tipo de sucesos? Por esta y muchas otras cavilaciones llegó a la conclusión de que, por más que buscara, no se encontraría con ningún suceso inexplicable. Debía planteárselo de otra manera, en realidad decidió hacer justo lo contrario.
James se convirtió en un falso médium y se publicitó en distintos medios como un experto del ocultismo capaz de solucionar cualquier problema a un precio muy asequible. De este modo, tan sólo debía esperar sentado en el sofá de su casa a que los casos fuesen llegando. Hubo muchas llamadas y visitas a domicilio; sin embargo, la mitad de las incógnitas podían solucionarse con una simple respuesta racional y la mitad de sus clientes carecían de un saludable estado mental. La frustración por no vislumbrar con sus ojos nada en absoluto acrecentó su escepticismo y sostuvo su argumento sobre que todo era mentira. Tal fue su desengaño que decidió acabar con la estafa y quitarse la máscara. Pero justo cuando estaba empaquetando su librería para dejarla abandonada en el contenedor de basura más cercano, una llamada captó su atención de nuevo.
Su nombre era Ellen Gilbert y vivía en una urbanización en Reidsville, Carolina del Norte. En un principio, dado su inseguro tono de voz, James se adelantó suponiendo que sería un caso más por sugestión mental y que se alejaría de lo que él pretendía encontrar. Sin embargo, a medida que describía los sucesos, la curiosidad crecía en su interior. Se llegó a interesar tanto en su historia que al cabo de unos días se desplazó para hacerle una visita.
El coche abandonó la carretera que comunicaba con Reidsville y entró en un camino de tierra. El territorio era mucho más sombrío, más salvaje que el que había dejado atrás. Los árboles se cernían sobre el sendero entrelazando sus ramas con los del otro lado y formando una cúpula que impedía la filtración de la luz del sol. Al cabo de unos minutos, en tanto el vehículo brincaba a causa de los baches de la tierra, vislumbró el tejado de una casa. Detuvo su coche frente a la residencia de dos plantas y la observó; la parcela donde había sido construida era una pendiente, el terreno que la rodeaba descendía inclinado varios metros detrás de ella y finalizaba en los límites que daban paso al bosque. Antes de que pudiera seguir indagando una mujer apareció por la puerta de entrada y saludó con la mano. Mediante señas le indicó que descendiera por la rampa de hormigón y que aparcara junto a su todo-terreno Cuando lo hizo le dio la bienvenida y lo invitó a entrar en su domicilio.
-No llevo demasiado tiempo viviendo aquí -empezó a explicar Ellen-, por eso no sabría decirte si siempre ha estado sucediendo.
James depositó la taza de té en la mesita que había situada frente al sofá en el que permanecían sentados.
-Por teléfono me explicaste que los vecinos también han sufrido fenómenos parecidos.
-Sí, bueno... Hay otra casa más arriba, hablé con su mujer y me dijo que desapareció uno de sus animales.
-Entonces es posible que se trate de un coyote.
-No en mi caso, señor Thomas. Mis perros han aparecido con cortes por todo el cuerpo, pero no como si un animal los hubiera rasgado, a algunos de ellos les faltaban secciones de piel en el lomo.
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Creepypastas
RandomBien espero que estés interesad@ en leerlo , claro con el titulo lo dice todo ... Espero que te guste las historias que e escogido para que los leas y experimentes más terror de lo que tienes ahora mismo ...