I-I

21 2 1
                                    

Hacía años que no volvía al pueblo y eso me daba miedo. No sabía que me podría encontrar allí o mejor dicho a quienes me podría encontrar allí. La última vez que fui aún estaba toda la pandilla pero de eso hace ya más de 10 años y ahora dudo que quede alguien.

El pueblo Cape May el cual se basaba en algunas casas no muy grandes donde la gente solía vivir. Mi familia y yo solíamos ir solo para el verano y sobre todo para las fiestas que se realizaban en el mes de Agosto. La pandilla la formábamos 5 Héctor que era el guapo, Mike que era el listo, Oliver que era el líder 1, Maya que era el líder 2 que podría ser el líder 1 si no fuera porque ya había uno y Iria la chica. Algunos decían que parecíamos el club de los 5 y otros los de polseres vermelles pero a nosotros nos gustaba pensar que cada día éramos una cosa.

Al llegar años después de que mi madre muriera y que mi padre decidiera que no nos haría bien venir para no recordarla, vi que la casa en la que me había criado estaba muy sucia, llena de polvo y con algún que otra madera rota, lo cual significaba que me tocaría hacer limpieza algo que odiaba mucho.

- Iria, ¿Qué tal? Cuánto tiempo.- me dijo la madre de Oliver- Como has crecido y mira qué alta estás, ¿Cómo está tu padre?. Siento lo de tu madre.

Perpleja y sin saber qué responder me la quedé mirando por unos segundos lo que seguramente para las dos pareció una eternidad. -Si estoy bien, y mi padre lleva mejor lo que pasó, ahora tiene una novia y es feliz dentro de lo que cabe.

-Pues me alegro, ¿Que vienes a pasar el verano?.

-No lo tengo muy claro todavía.

-Bueno si necesitas algo sabes donde estoy y pásate por casa a Oliver le gustaría verte.

Seguí recogiendo todas las cosas de mi camioneta hasta meterlas en aquella casa. Volví aquella cocina amarilla chillón donde mamá solía hacer pasteles de chocolate, y en la que aprendí que si la tetera suelta aire es porque está caliente. Pase por el comedor en el que tantas tardes habíamos jugado al parchís y visto todas las películas de marvel con la chimenea llena de fotos de toda la familia unida, en ese momento me lleno un sentimiento de soledad que conseguí reprimir mientras subía las escaleras que daban a la parte de arriba donde estaban las habitaciones. La primera que vi fue la de mis padres, la cala estaba hecha y todo estaba en su sitio, aunque en la mesita de noche seguía estando la cajita de música donde mi madre guardaba las joyas, las cortinas tenían más polvo que el propio titanic. Al final del pasillo estaba mi cuarto, una habitación pintada de color gris con unas cortinas en rojo fuerte, las paredes estaban recubiertas de miles de fotos de lo que en un momento fue una gran época, el espejo seguía lleno de pegatinas y collares colgados, pero lo que más me sorprendió fue ver la lámpara de barbie seguía en su sitio con el osito de papel que el mismo me regalo, el que un día fue mi primer amor. El armario seguía lleno de ropa, decidí que lo mejor era sacarla toda en algún momento y ver lo que podría reutilizar y lo que no.

Volví a bajar a la cocina y otra vez ese sentimiento me arroyó por dentro, empecé a tener dificultades para respirar y para ver, me senté en el suelo y no podía más.

- 1, 2- me repetía mientras intentaba respirar- 3, 4, 5- estuve contando hasta que llegue al diez y ahí conseguí calmarme, no solian darme los ataques y hacia días que no me daban pero al volver aquí y ver que todo era distinto la realidad me azotó en la cata y no pude más.

Después de aquello me quedé durante lo que fue una eternidad o más o menos una hora sentada mirando las sillas del comedor de color rojo, sin pensar en nada con la mente en blanco y los recuerdos traspasando mi mente. Note como las lágrimas me caían por la cara y como cada vez eran más duras y me rasgaban más la piel, todo aquello me dolía, pero recordar el porqué había decido volver me dio las pocas fuerzas que me quedaban para levantarme y mirar si la nevera aún funcionaba, salí a por algo de comida al supermercado del pueblo y así al día siguiente poder empezar a limpiar.

Entre al supermercado de la calle principal, era acogedor aunque algo más pequeño de lo que recordaba, cogí todas cosas básicas que necesitaba desde doritos hasta productos de limpieza pague, salí de la tienda con unas cuantas bolsas sin mirar muy bien al frente cuando choque contra un chico.

-Perdon- dije mientras salía corriendo, rápidamente llegué a casa y me senté en el sofá a descansar, pero el cansancio y el dolor físico y emocional terminó por hacer que el sueño se apoderara de mí.

Gritame en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora