III-I

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Como muchos años trabaja en una pequeña cafetería del pueblo sirviendo cafés y haciendo pequeñas comidas, al principio fue para ayudar en los gastos de los medicamentos para mí madre, pero después se volvió algo rutinario y que me ayudaba a salir un poco de todo lo que estaba pasando por allí. Entraba a las 4 de la tarde salía  a las 9 de noche. Solía estar tranquilo exceptuando los fines de semana que se llenaban más a causa de los excursionistas.

Salí de casa con tiempo de sobra para llegar, colgué mi bolso y me puse el delantal. Estaba tranquilo, no había mucha.

-No me has pedido perdón por haberte chocado conmigo en la tienda- el sonrió y yo sin mirar mucho note la arrogancia en su mirada.

-Tenía prisa-

-¿Y puedo saber a donde ibas tan corriendo?- Este quien se cree para pedirme explicaciones fue lo primero que pensé.

-A la casa en la que me tengo que alojar durante este mes antes de empezar las clases y por la cual no me hace ninguna gracia.

-Vaya, es una buena excusa teniendo en cuenta que solo tenias que decir dos palabras; Lo-Siento.

-Te he puesto tu café ¿porque no eres un cliente normal y te lo tomas en un lado apartado?- Este hombre empezaba a sacarme bastante de quicio.

-No me gusta eso de ir normal, soy Aiden.- Lo más inquietante de todo es que no paraba de mírarme como si yo tuviera las respuestas a sus problemas.

-Iria.... -puse los ojos en blanco y me limite a colocar vasos.

-¿Que clase de nombre es Iria?- empezó a reírse de forma fuerte y ronca mientras yo le fulminaba con la mirada.

-Estoy trabajando.

-Si veo el bar muy lleno, cuidado no se te caigan todas las copas que te quedan por servir. - a este hombre le salía la arrogancia por las orejas.

-¿Eres así de capullo siempre o es que te gusta joderme?

-Suelo ser así siempre. - lo mire pero esta vez me fije mejor en el y me di cuenta en que si que era algo atractivo pero que el pelo de esa manera no le hacia mucha justicia.

-¿Vas a quedarte ahí toda la tarde?
-No tengo nada mejor que hacer.
-Si, pagarme el café, dejarme en paz e irte.
-Me gusta como eres, encantado, quédate el cambio.- Deposito el dinero en la barra con las mismas ganas de vivir que tenía yo al despertar.
-El placer no ha sido el mismo Jonás Brother.
-Que te den. - y eso fue lo último que supe del.

La jordana fue tranquila. Cuando acabó vi que Ander uno de mis amigos de la pandilla estaba afuera de la cafetería, por un segundo creí que esperaba a alguien que no fuera yo y sinceramente tampoco tenía muchas ganas de hablar con el. El era al que solíamos llamar el líder 2 quien tenía menos neuronas que un perro cuando le das una pelota. Mientras cerraba la puerta del local el se acerco a mi.

- Hola Iria, ¿Que tal?, mi madre me dijo que habías vuelto.

-Si, he venido a vivir aquí lo que queda de curso. ¿Necesitas algo?.

- E? No, solo quería saludar. Pero veo que tienes prisa, ¿ Te acompaño a casa?

-Bueno vale como quieras.

El camino a casa se hizo bastante eterno e incómodo después de todo lo que pase con todos nosotros el último año y de como se dejaron las cosas.

-Bueno es aquí.
-¿Oye te apetecería quedar otro día? A todos nos gustaría verte
- No lo se, pásate un día por el café y lo hablamos.

Nos despedimos y el intento abrazarme pero yo me quede tiesa. No era una persona que le gustarán mucho las muestras de afecto y el contacto humano por lo que no supe devolverle el abrazo y lo que lo convirtió en algo incómodo. Al entrar a la casa no pude fijarme en otra que no fuera en ese coche aparcado al lado de mi casa.

-No puede ser- dije en mi mente- no será verdad esto.

Resultaba que aquel capullo y yo ahora éramos vecinos, lo cual me obligaría a verlo cada mañana o a cada rato. Ese todo iba de mal en peor hasta que me di cuenta que no tenía nada para cenar y me tocó recalentar una sopa. Eso me recordó a cuando mi madre hacía sopa y me volvió a inundar ese sentimiento otra vez, pero conseguí reprimirlo.

A la mañana siguiente, noté como alguien llamaba a mi puerta insistentemente, mire por la rejilla y era el, con mis mejores pintas a base de una camiseta enorme y un moño en la cabeza me limite a ser lo más cordial posible.

-Son las 9 de la mañana ¿Que narices quieres? ¿No puedes dejar a la gente vivir?

- Yo solo venia a pedirte azúcar.

-No tengo- y acto seguido le cerré la puerta en las narices.

No necesitaba escucharlo a estas horas, era demasiado y yo solo quería dormir unas horas más antes de entrar a trabajar y dejar de lado mi vida, ¿era tanto pedir?. Lo vi alejarse y yo volví a mi cama a seguir descansado hasta que volviera a sonar el despertador de One direction.

Horas después me llamó mi padre, yo no quería saber nada de él por el momento, pero sabía que si no conestaba la llamada vendría a visitarme y eso sí que no era una opción.

-Hola- dije en un tono muy seco.
-Hola cariño, ¿todo bien por allí? Sabes que puedes volver si quieres.
- Lo se pero de verdad que necesito esto, estoy bien, como bien y estoy durmiendo y trabajando de verdad. Acabare el año seguramente aquí tranquilo.
- Bueno vale como quieras.

Acto seguido colgué la llamada. Me era muy duro estar cerca de él después de lo que pasó, el nunca estuvo ahí y ahora quería yo me aferrara a él como si no pasara nada y yo no podía. El no me entendía y no sabía por todo lo que yo estaba pasando e uir de todo aquello fue la mejor decisión aunque eso significará perder a alguien que una vez fue importante para mi.

Gritame en silencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora