Estefanía P.O.V.
Sentí el nerviosismo recorrerme, trate de sonar lo mas calmada posible.
-Nadie me tiene encerrada, este es mi trabajo, disfruto hacerlo.- En todo momento abrí de mas los ojos para que entendiera la indirecta, el asintió.- Ahora quítate la ropa por que te miro muy tenso.
Subí un poco el volumen de la música, ignoraba donde tenían los micrófonos pero de que los tenían los tenían.
-Si no quieres hacer nada lo entiendo, pero te suplico que finjas algo, me salvarías la vida.- le susurre al oído.
Y sin esperarlo me beso, una y otra vez, sin intención de nada mas.
Así estuvimos un rato, hasta que su teléfono vibro.
-Me tengo que ir.- Me tendió mas billetes, negué.- Regreso mañana.- insistió.
-¿Puedo saber tu nombre?.
-Me llamo Marco.- Respondió y salió del cuarto.
Por lo menos ya sabia su nombre.
Espere un poco y después salí, otra vez ya no estaba.
-¿Me ayudas con los tragos?.- Me grito Diego.- No doy basto.
Me acerque y empecé a ayudarle, por lo menos eso me mantendría ocupada un buen rato.
El gusto me duro poco, sentí el jalón de pelo y como me jalaban hacia la oficina del jefe.
Solloce en voz baja, pues el odia cuando una mujer llora.
- ¡Cállate!.- Me grito cuando la puerta ya estaba cerrada, sentí el golpe en la mejilla.- ¿No entendiste la lección la ultima vez? Te deje en claro que no quería que volvieras a abrir la boca, tu no vales nada, ¿Es tan difícil entenderlo? Le perteneces a este negocio, tu novio te vendió.
Asentí poniendo mi mano en la mejilla, dolía como el infierno.
-No dije nada.- Dije suplicando.
-¿Por que te pregunto eso? ¿Quién es?.- Dijo enojado.
-No se quien es, no lo conozco es un cliente cualquiera, no le dije nada.- Respondí llorando.
- Voy a investigar y donde encuentre que tiene lazos contigo, ninguno de los dos vuelve a ver la luz del día ¿Escuchaste perra?.- Dijo tomando con fuerza mi cabello, haciendo que soltara un grito.- Ahora ve por tus cosas, te vas con el Toro haber si así aprendes.- dijo con coraje soltándome.
De nada me servía rogar clemencia, muchas veces lo había hecho, solo empeoraba las cosas.
Camine con lagrimas en los ojos, con el toro atrás de mi, me encontré a Liz en el camino, me miro con ojos de preocupación y me siguió. Las dos nos metimos al cuarto dejándolo afuera.
- ¿Esta todo bien?.- Pregunto y negué, saque una mochila en la que echábamos las cosas cuando nos íbamos a la casa de la calle y metí ropa interior y dos vestidos para nada agradables.- ¿A donde te llevan?.
- No lo se.- Respondí con el corazón hecho trizas.- Pero tengo un mal presentimiento.
Llore con fuerza y ella me abrazó.
-Todo estará bien, vas a regresar, seguro solo es un día de castigo como a muchas nos pasa.- Me consoló.
-Si no regreso.- Pronuncie con miedo.- Quizá un muchacho venga a buscarme, se lllama Marco, dile que no me fui por que quise y que conocerlo fue lo mas bonito que me pase en mucho tiempo.- Dije con tristeza limpiando mis lagrimas.
Tome la mochila y antes de irme le tendí el dinero que me había dado Marco, por lo menos a ella le serviría.
El matón ya me estaba esperando afuera, me tomo del brazo como si no pudiera caminar sola y me empujo hacia la puerta de atrás, me subió a una camioneta atando mis manos y colocándome un pedazo de tela sobre mis ojos y fue cuando mis nervios me volvieron a traicionar nunca lo habían hecho y mas cuando paso alrededor de una hora de camino nunca tardábamos tanto para llegar a la esquina en donde nos vendían.
Deje de escuchar carros alrededor, sospechosamente no se escuchaban mas ruidos mas que el de la camioneta y un camino empedrado, pensé en pedirle clemencia a dios pero recordé todo lo que había pasado, lo peor se me vino a la mente, me matarían.
Un amargo sabor se hizo presente.
Quizá era lo mejor, recordé a mi mama y en lo mucho que le gustaba cepillar mi cabello, recordé la ultima noche a su lado intentando sentir sus manos acariciando mi cabeza, el recuerdo de mi papá regañándome por llegar tarde de la ultima fiesta a la que fui.
Si tan solo les hubiera hecho caso y me hubiera alejado.
Por lo menos si tendría suerte alguien encontraría mi cuerpo y entonces los llamarían, por lo menos muerta me habrán encontrado.
La camioneta se paro y quien supuse que era el toro quien me saco de ella, nuevamente me tiro del brazo y espere lo peor.
Solo caminamos hasta que el se canso de mis repetidos tropiezos y me cargo, escuche varias puertas abrirme hasta que me aventó sobre un colchón.
Quito primero la cuerda de mis manos y después el trapo de la cara, ni de chiste reconocería esta casa, si es que era una casa.
- No pienses en escapar, esta gente tiene vigilancia todo el tiempo, vas a estar aquí dos días, es una fiesta de un vato importante.- Hablo el toro, supongo que por lastima.- No des problemas si quieres vivir Carla..- Sin mas abrió la puerta y me dejo sola.
Pensé en lo miserable que era, pensé que iba a morirme, por fin.
Los deseos no siempre se cumplen.
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Promesas de amor
Hayran KurguImagínate vivir privada de tu libertad, obligada a vivir una vida muy diferente a la que arrebataron. Esa vida es la mía. Me llamo Estefanía y esta es mi historia.