Adonis
Me tomé dos tés que mi abuela me preparó con mucho cariño para calmar los nervios. Vi una película con ella para matar el tiempo y no pensar, y reímos mucho, hasta que decidimos poner una de amor y terminamos llorando como dos adolescentes enamorados, aunque en realidad yo sí que lo era. Tal vez no lloré por la película, sino por los sentimientos que afloraron al verla, esa melaconlía, ese sentimiento de sentirte querido, esas ganas de ver a la persona a la que quieres.
Echaba de menos a Yaiza. Muchísimo. Y la odiaba, odiaba que fuese tan incongruente conmigo, pero me odiaba más a mí por no seguir enfadado con ella y responderla en cuanto tuve un momento de debilidad. Su último mensaje decía que me echaba mucho de menos, mensaje que leí con Layla a mi lado, minutos antes de vomitar, mensaje que no respondí hasta por la noche, porque no fui capaz de afrontarlo. Y maldito el momento en el que hice de tripas corazón y contesté.
A: Y yo a ti
V: Me gustaría verte. Hace tiempo que no me contestas. ¿Estás bien?
Me tomé unos segundos para pensar en qué decir. Aquello no era fácil, no para mí, porque se trataba de mi primer amo, la primera chica a la que había amado con todo el corazón.
Volví al móvil y respondí sujetándolo con más fuerza de la debida.
A: Necesitaba un tiempo, Yai... Para mi. Para nosotros. No sé qué nos ocurre, pero no me gusta estar así. No soporto estar así. Y si no me ves es porque me fui a casa de mi abuela. Era lo mejor...
V: Quiero verte amor. Necesito verte. Te echo de menos, muchísimo. Madrid no es lo mismo sin ti...
V: Lo siento. Te juro que lo siento.
V: Pero tus amigos tampoco debieron ponerse así conmigo.
V: y lo sabes...
V: respóndeme cuando puedas, Doni. Te necesito...
No volví a responder. Hasta que vi a los dos personajes de la película besarse y pedirse disculpas sinceras, perdonándose sus errores y miedos, admitiendo que no son perfectos. Y sentí envidia. Porque yo también quería pasar pagina así de fácil. Olvidar cada palabra, cada discusión, cada reproche, cada chico que pasó por su vida que supuestamente no significó nada, cada pelea con mi grupo de amigos, cada mala palabra sobre ellos, o sobre mí. Quise olvidarlo porque preferí quedarme con los buenos momentos, como el primer concierto que di, cuando vi su sonrisa perfecta entre el público y me calmé.
Sin embargo, al mismo tiempo sabía que debía darme el lugar que merecía, y responderla no era el camino adecuado. Sin embargo en ese momento no lo entendí, por eso antes de salir de la habitación para ir a la cena con los padres de Layla, le dije a mi ex que viniese a verme unos días, que disfrutaríamos solos y arreglaríamos nuestras diferencias. No lo pensé demasiado bien, la verdad, pero en ese momento me pareció una idea perfecta.
Antes de salir por la puerta, mi abuela me dio un achuchón enorme junto a la tarta y me deseó buena suerte, algo que necesitaba.
Estaba muy nervioso, y no sabía por qué. Quizás porque sentía que conocer a los padres de una chica era algo muy íntimo, pero luego pensaba en que también conocía a los padres de mis colegas y sentía que con ella podía ser lo mismo, aunque no lo era. Por eso me tomé unos segundos para llamar al timbre de su casa. Por eso alargué el camino hasta allí, porque no quería cagarla, y porque estaba acojonado y hecho un puto lío pensando en mi ex, en Layla, en la cena y en absolutamente todo menos en mí.
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100.000 pulsaciones
Romance¿Qué se hace cuando deseas algo con fuerzas, pero el miedo te asfixia? Es la pregunta que Layla, una chica normal y corriente, empieza a replantearse cuando en su camino se cruza un chico bastante interesante, prepotente, puede que un poco chulo, au...