Layla
¿En qué momento se me fue la olla? No lo sé.¿Cuándo decidí que sería buena idea jugar a tirarnos la caña? Tampoco lo sé.
¿Cómo me di cuenta de que estaba liando todo? Ni idea.
Pero me alejé. Porque aquello era imposible. Porque se suponía que seguía enamorada de Izan, a pesar de todo. Porque apenas le conocía. Porque tenia miedo. Porque era demasiado tentador como para saber decir que no en un futuro.
Apenas sentía el agua fría golpeando cada célula de mi cuerpo, porque ardía entera, y ansiaba saber si era la única loca que se sentía tan abrumada. Me daba cierto punto de vergüenza admitir que estaba un poco cachonda por ese beso. Y es que no sabía en qué momento mi cuerpo decidió acercarse y besarle casi en los labios.
¿Por qué creí que sería buena idea?
Cuando me giré para volver a la realidad, con las mejillas encendidas por la confusión y el calor, vi a Adonis con el cuerpo sumergido hasta el cuello, sonriente, guapisimo, irresistible. Y no podía ponérmelo más fácil, no. Tenía que ser así de sexy.
—¿Quieres seguir jugando? —preguntó con la voz ronca.
De seguido cogió agua con la boca y la soltó en un chorrito.
Asentí con la cabeza, a pesar de que no estaba nada segura, pero al menos intentaría calmar la situación un poco, si es que era capaz.
—Bien, pues elijo verdad.
Le miré de refilón. Los dos nadábamos, jugando con las olas, para mantenernos tranquilos. Y no supe qué preguntar, y eso que casi se me escapó decirle qué había significado para él lo que acababa de suceder.
Sin embargo, dije otra cosa, que llevaba un buen rato dándome dolores de cabeza:
—¿Tienes novia?
Mis ojos atravesaron los suyos y sentí un pequeño pinchazo de dolor por pensar en ello. No sería capaz de perdonarme haber tonteado con un chico con novia, por mucho que me gustase. No después de lo sucedido con mis amigos.
—Tenia —susurró, mirando hacia el horizonte.
Así que eso significaba que o lo habían dejado hacía poco o seguían viéndose a pesar de haberse quitado ese apelativo. Y, sabiendo lo que había visto, seguro que era la segunda opción.
Ni si quiera sé en qué momento sentí celos por saber que otra chica tenía reservado el corazón de Adonis. Ni tampoco sabía a qué venía tanta cursilada.
—Elijo verdad —respondí tras sacudir la cabeza, intentando no divagar demasiado.
—El chico que estaba en la foto. Era tu novio. ¿Sigues enamorada de él?
De repente se formó una burbuja de tensión que podría romperse en cualquier instante, haciéndonos explotar, darnos un golpe de realidad a los dos y a la misma vez.
—No sé si lo he estado alguna vez —admití recordando a mi rubio de ojos azules—. Así que creo que no —intenté ser sincera, más conmigo misma que con él.
Y aquella era mi realidad: Izan me gustaba muchísimo, pero no sabía si aquello podía llamarse amor, cuando ni si quiera sabía qué significaba esa palabra.
—Verdad.
—¿Alguna vez te has enamorado?
Adonis chasqueó la lengua. Yo me abracé los brazos porque ya empezaba a sentir el frío del mar.
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100.000 pulsaciones
Romance¿Qué se hace cuando deseas algo con fuerzas, pero el miedo te asfixia? Es la pregunta que Layla, una chica normal y corriente, empieza a replantearse cuando en su camino se cruza un chico bastante interesante, prepotente, puede que un poco chulo, au...