blush

cuatro

—¡Suelta!, ¡suéltame! ¡Mina!, ¡déjame! —Nayeon intentaba huir del agarre de la pelinegra sosteniéndole de los hombros para empujarla.

—No. —rió y reforzó el abrazo en la cintura de la castaña. Estaba disfrutando de tener a Nayeon sentado a horcajadas sobre ella.

—¡Myoui Mina, voy a llamar a la policía!

—Inténtalo.

—¿Me estás retando?, ¡eres una idiota! —giró su cabeza, buscando su celular, que estaba tirado en el otro sofá, del otro lado del living. Luego observó los fuertes brazos de Mina rodeando sus costados sin mostrar ni un atisbo de ganas de soltarla. Rendida, suspiró y se cruzó de brazos, observando a la pelinegra que la veía con una gran sonrisa en su rostro. —esta vez no te puedes excusar en que esto lo hacíamos desde antes. —dijo con el ceño fruncido y un involuntario puchero en su rostro.

La pelinegra no pudo evitar bajar su mirada a los rosados y pomposos labios de la castaña, algo que esta no paso por desapercibido, rápidamente desvió la mirada hacia otro lado.

—Ya suéltame.

—Solo...—apoyó su cabeza en el pecho de Nayeon, sintiendo su corazón latir descontrolado. Sonrió. —déjame estar así un rato.

Nayeon suspiró, y después de unos segundos, pasó lenta y tímidamente sus manos por la espalda de Mina, abrazándola.

—Podría apostar que ahora mismo estás sonrojada, Nayeonnie.

—Cállate, no lo estoy. —dijo escondiendo su rostro en el cuello contrario, sintiendo la piel de sus mejillas arder.