blush

dieciséis

Mina se encontraba sentada en la azotea de la escuela, compartiendo con Nayeon los bollitos rellenos de chocolate que su padre había preparado para ella. 

Nayeon estaba sentada a su lado, ambas sumidas en un cómodo silencio. La castaña tenía la mirada un poco perdida, mientras que Mina solo miraba lo linda que se veía con las mejillas abultadas.

Hasta que notó un pequeño detalle, justo en la comisura de sus labios había un rastro de chocolate.

Estuvo a punto de decirle, pero lo pensó un poco y creyó que sería más divertido quitarle ese chocolate de la manera más cursi posible, con un beso.

Sonrió y se acercó a la castaña, que seguía algo distraída. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca de sus labios, una mano se interpuso entre ellas.

—No. — sentenció Nayeon, apartando la boca de Mina lejos de la propia.

La pelinegra abultó sus labios, confundida. Se volvió a acercar a la castaña, pero esta volvió a apartarla.

—¿Por qué no?— preguntó con un puchero en sus labios.

—Mmh, estoy molesta contigo. — dijo mientras se cruzaba de brazos.

—Pero... ¿Por qué? — sollozó falsamente.

— "¿pir que ni intintar con ilguien mas?" — repitió las palabras que le había dicho Mina días antes con un tono burlesco, para después fruncir el ceño. Tan solo recordarlo la hacía enfadar.

—Nay... No lo dije en serio. — aclaró un poco preocupada, sabía que se le había pasado la mano con sus palabras.

—Mhm, ¿y qué pretendías? ¿Darme celos? Bueno, felicidades. Lo lograste, ahora aléjate de mi boca. — reclamó mirando hacia otro lado.

Ahora Mina estaba genuinamente arrepentida de haber dicho esas cosas, claro que no deseaba tener citas con otras personas que no fueran Nayeon.

—Lo siento... —bajó la mirada como perro regañado y suspiró, sin saber muy bien que hacer para remediarlo.

—Sé que... Sé que yo tampoco he sido muy clara, pero... Dijiste cosas como si... Como si yo dejara que cualquier persona me besara... 

Mina la miró nuevamente, consternada. Definitivamente, ella no pretendía insinuar eso, solo había hablado sin pensar y no tomó en cuenta los sentimientos de Nayeon. Quiso hablar, pero la castaña la interrumpió.

—Es decir... Es obvio que tú eres especial para mí. Y no me refiero a especial como lo es una amiga...

Y esa simple oración bastó para dejar a Mina sin palabras.

—Para mí... tú eres más que eso...

La pelinegra se quedó muda por un momento, antes de dejar escapar una pequeña sonrisa de pura felicidad. Se acercó de nuevo a Nayeon, tomándola suavemente de la mejilla para que la viera a los ojos.

—Nay... Lamento haber dicho esas cosas, no era mi intención hacerte sentir mal. Pero... ¿Sabes algo? Definitivamente no tendría citas con nadie más, por el simple hecho de que no pienso rendirme tan fácilmente contigo.

Las mejillas de Nayeon rápidamente se tornaron de un color rojo intenso, mientras dejaba escapar una risita nerviosa.

Mina se tomó la libertad de besar la comisura de su boca para limpiar el chocolate que se encontraba en ella.

—Tenías chocolate ahí. — dijo riendo. 

Nayeon sonrió embelesada, y se acercó a dejar un beso corto en sus labios.

—Estás rojita, Nay. — mencionó divertido, y la castaña rodó los ojos para luego abrazarla.