trece

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Nayeon comenzaba a acostumbrarse a los ocasionales toques de labios que compartía con Mina, desde aquel día del incidente de los brownies.

No le habría gustado admitir que le gustaba compartir pequeños besos con la pelinegra, pero no podía negar que le hacían sonreír inevitablemente. 

Pero ese día era diferente.

Tal vez debió sospecharlo desde que Mina tomó su mano y la llevó a la parte trasera de la escuela, donde nadie pudiera molestarlas. 

Pero no pudo evitar sorprenderse cuando la azabache presionó sus manos detrás de su espalda solo para acercarla más, justo al mismo tiempo que atrapaba su labio inferior entre los suyos.

Nayeon se sostenía de sus hombros, con una mezcla de sentimientos encontrados. Porque ese contacto no era igual a los cortos besitos que compartían algunas veces. Su corazón se aceleró, sintió cosquillas en el estómago y no sabía como reaccionar.

Apretó sus manos sobre los hombros de la pelinegra, buscando un poco de estabilidad en su nerviosismo. Cerró los ojos fuertemente sin saber exactamente como debía corresponder.

Estaba rígida, y muchas preguntas comenzaron a llegar a su cabeza.

¿Y si besaba mal?
¿Y si tenía mal aliento?
¿Y si le daba asco? 
¿Y si respondía el beso y lo hacía mal? 
¿Y si- 

—Nay...— por otro lado, Mina había notado lo tensa que estaba la castaña, por lo que decidió separarse. —no quiero que te sientas obligada a hacer esto, ¿si? Si no te gusta, solo tienes que decirme.— le sonrió con calma y apartó sus manos de su torso, para que no se sintiera acorralada. Prefiriendo acariciar un poco una de sus mejillas.

Nayeon cada vez caía un poco más por lo considerada que era Myoui con ella, siempre había sido así, pero ahora lo veía de una manera distinta.

—Minari... yo... mm...— la castaña mantenía la mirada baja mientras jugaba un poco con el cuello de la camisa de la pelinegra. —es solo que no... mh... n-no sé hacer esto...

Mina rió un poco mientras tomaba con ambas manos el rostro de la castaña para verla a los ojos. 

—No es como si yo fuera experta, Nay. 

Nayeon giró los ojos y se cruzó de brazos. —tonta... no te burles.

—No me estoy burlando, Nay, no te enojes.— sonrió, buscando su mirada de nuevo. —me gusta besarte, lo hago por eso. No espero un beso de película, me gustas, y el hecho de poder besar a la persona que me gusta es suficiente para que sea el beso perfecto.

Y si, Nayeon se sonrojó.

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