➷ Negro

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Tal y como acordamos, llevé el domingo a Jeongin de vuelta a su casa. Cuando llegamos, estaba esperándonos su abuela en la entrada, con esa afable sonrisa que la caracterizaba. Me invitó a quedarme a comer y obviamente no pude rechazar la oferta, no porque la comida oliese divinamente, o por todas sus insistencias, sino por la carita que me puso Jeongin. El muy desgraciado siempre sabía cómo convencerme. 

—¿La pasaron bien?  —preguntó ella mientras colocábamos la mesa, aprovechando que Jeongin estaba ausente cambiándose de ropa en su cuarto a una muda más cómoda—. Te agradezco de corazón por haberlo llevado tú, realmente esos sitios no me gustan, hay demasiada gente...

—Sí, bueno, no estuvo mal. 

—Me alegro, de veras. Hacía tiempo que no lo veía tan emocionado por algo, ha salido contadas veces del pueblo, y como habrás podido apreciar en este tiempo, no tiene muchos amigos.  

—Sí, lo sé.

—Además sus padres están constantemente de viaje, por lo que se ha convertido en un chico bastante solitario. —Me miró sonriente, agradeciéndome con la mirada todo estos actos que parecían de caridad, pero que realmente yo disfrutaba con todo mi corazón. Nunca consideré un segundo pasado con Jeongin, como desperdiciado––. Eres un buen chico.

—Simplemente me cae bien, no hay nada más —respondí entre risas, comenzando a sentirme abrumado por tantos cumplidos. Sin pensarlo cambié de tema a uno de mayor interés, al menos para mí, a uno que probablemente no debería haber sacado––. ¿Ya has hablado con él sobre su futuro? ¿Sobre lo que quiere estudiar?

—¿Estudiar? ¿Jeongin? —Ahora fue ella la que rió, terminando de colocar varios cubiertos sobre la mesa––. Es un caso perdido, se lo he propuesto varias veces, pero insiste en quedarse en la granja. Realmente no tiene ningún interés en estudiar una carrera. 

—¿Eso es lo que él te ha dicho?

—Exactamente. Siempre dice que no sirve para estudiar, que su futuro está en esta granja conmigo y que no necesita más. Me extraña que no tenga ninguna ambición, y más con lo joven que es, pero lo respeto. 

—Nana. —Así es como llamaba Jeongin a su abuela y, por consecuencia, yo terminé apropiándome también del sobrenombre. Torné mi tono a uno más serio, armándome de valor para soltar la verdad. Ella me miró expectante, desconcertada por el cambio repentino en el ambiente––. A Jeongin le gustaría estudiar arte. 

—¿Cómo?

—Eso mismo. Él se lo calla porque no quiere dejarla sola, piensa que la está abandonando y que no podrá valerse sin él, no quiere dejarla. Por eso, le pido con todos mis respetos, que lo empuje a estudiar aquello que desea. Jeongin tiene capacidad de sobra, y más importante aún, ganas de hacerlo. He estado mirando en Seúl, y hay varias universida…

—¡HUELE DELICIOSOOOOO! —El protagonista de la conversación apareció de imprevisto, bajando las escaleras corriendo y acercándose de inmediato a la cazuela que tan buen olor desprendía––. Mmmmm.

Yo tragué saliva, incapaz de soltar palabra. Solo con la expresión de su abuela pude deducir que no iba a reaccionar igual que yo, que iba a hablar, que al fin se pondrían las cartas sobre la mesa. Y eso fue lo que sucedió. 

—Jeongin.

—¿Sí, nana?

—¿Es verdad lo que ha dicho Seungmin? —Jamás la había visto tan seria como en ese momento. Incluso Jeongin parecía sorprendido––. ¿Es cierto que quieres estudiar artes?

Y entonces me arrepentí enormemente de mis acciones, de lo que había desvelado, de mis palabras. Me arrepentí de todo eso al encontrarme con los ojos de Jeongin, tan oscuros, tan rencorosos, desprendiendo odio a kilómetros. Fue la peor experiencia de mi vida, me quedé sin respirar.

—Es mentira —soltó secamente. 

—No lo es, Innie. No puedes renunciar a tus sueños po…

—¡Es mentira, cállate! ––me gritó. Yo me quedé estático, observando cómo ahora se giraba hacia su abuela, ablandando su expresión––. Solo quiero quedarme contigo y ayudarte con la granja, no lo escuches, nana, solo ha dicho tonter…

—Jeongin, ni se te ocurra mentirme. —Esa mujer realmente imponía. 

Jeongin inspiró hondo, abriendo la boca para responder, pero terminó soltando todo el aire de golpe, dándose por vencido y agachando la cabeza.

—Vale, es verdad. 

—¿Por qué no me dijiste nada, cariño? 

—No voy a dejarte sola, no lo voy a hacer.

—Jeong…

—¡No voy a irme y ya está! —Su abuela y yo pegamos un respingo, sorprendidos por la reacción del menor. Era una faceta totalmente nueva, ni siquiera cabía en mi mente que Jeongin pudiera llegar a enfadarse de tal forma––. Tú no tenías que haber dicho nada, eres un chivato —me espetó, mirándome fijamente. Casi parecía que iba a pegarme––. Vete de aquí. 

—¡Jeongin! —lo regañó inmediatamente su abuela, pero en ese momento yo no la escuchaba. Solo respondía a la mirada de Jeongin, pasmado, incapaz de mover un músculo, sintiéndome romper por dentro. Ninguna sensación del parque de atracciones se podía comparar a lo horriblemente mal que me sentí en ese momento. 
                   
—No pasa nada, creo que será lo mejor.

Seguí mirando Jeongin, esperanzado de que cambiara de opinión en el último segundo, de que su sonrisa apareciera de nuevo.

Pero no sucedió. 

Yo me marché y él no me detuvo, realmente no lo hizo.

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Colors ꒱ SeungInDonde viven las historias. Descúbrelo ahora