Existen momentos en la vida que pueden cambiar por completo el ritmo de ésta, y para Kirishima esto no era la excepción, una tarde, después de haber logrado escapar de los típicos bullys de su escuela, fue a parar a un viejo lago escondido entre la maleza del verano, era reluciente y tranquilo, lo suficiente para que el chico olvidara de una vez sus problemas y considerara regresar allí de vez en vez, aquel sitio le daba una sensación de calidez que no podía entender, era casi mágica la manera en la que lograba hipnotizarlo al punto de sentirse cómodo consigo mismo, algo que no era muy usual en él.
Los días pasaron y las estaciones poco a poco comenzaron a cambiar, Kirishima había cambiado por completo su apariencia y personalidad convirtiéndose en un joven alegre y pelirrojo, el invierno arribaba y con él, las festividades propias de la estación; aquella navidad, después de haber cenado con su familia, se dio un tiempo para tomar un poco de aire y visitar el sitio al que tanto le debía, el lago estaba congelado y la luna reflejaba en el hielo, brillaba como cristal y daba esa aura mágica a todo el lugar, pero apenas su mirada apartó unos segundos, el sonido de una afilada cuchilla golpeando el hielo le obligó a mirar más allá del borde; de manera elegante, un joven cenizo se deslizaba con delicadeza a través de aquel cuerpo congelado, su ropa era blanca y sus ojos rubí resaltaban entre la atmósfera, su cuerpo se balanceaba de un lado a otro con sumo cuidado creando figuras y patrones que el pelirrojo nunca creyó ver en su vida.
En silencio, se acercó, se sentó entre los árboles esperando no ser visto y continuó mirando a aquel maravilloso ser que brillaba a sus ojos, una gama de emociones recorrió su cuerpo al tiempo que observaba aquella dulce danza y en un par de segundos, las lágrimas comenzaron a aflorar de él, se sentía pesado y una enorme tristeza desbordó de su cuerpo captando la atención de su contrario, quien al verle se detuvo, frunció el ceño y chasqueó los dedos. Despertó a la mañana siguiente, sentado en aquel mismo lugar titiritando de frío, su cabeza dolía y podía sentir el gélido viento arrasando con su delgado cuerpo, en cuanto recuperó por completo la consciencia, buscó por todas partes al chico que había visto la noche anterior pero no encontró nada, el lago parecía mantenerse igual que antes e incluso las huellas de los patines ya no se encontraban, se sintió frustrado al darse cuenta de eso, ¿había sido todo un sueño?, no estaba seguro pero aquella noche, lo averiguaría.
Regresó tan pronto oscureció, se aseguró de llevar consigo todo lo necesario para poder pasar la noche sin mayor inconveniente, pasaron las horas y el sueño amenazaba con apoderarse de él, pero antes de que eso sucediese, una pura luz blanca iluminó el centro del lago dejando ver la figura de aquel cenizo, tal como antes, comenzó su danza, era tan triste y melancólica, que nuevamente no pudo evitar esbozar un par de lágrimas, pero la historia nuevamente se repitió y cayó dormido antes de ver el final de aquel baile. Siguió acudiendo al lugar cuantas veces pudo, hasta que la primavera llegó descongelando el lago, fue entonces que descubrió una vieja placa estancada en la orilla, corroída por el tiempo y el agua – Bakugo Katsuki – murmuró al leer el contenido, y enseguida, la misma luz de antes brilló trayendo consigo al chico, éste le miró un par de segundos y antes de que el pelirrojo pudiera hablar, éste explicó
– Antes de que digas una estupidez, quiero aclarar que no he muerto... – era común para él escuchar esa clase de preguntas, al menos lo era hacía cientos de años – Pero tampoco puedo morir... tengo el único propósito de servir a aquel que diga mi nombre, tienes sólo una oportunidad, dime, ¿qué puedo hacer por ti? – le miró con cierto enojo, a pesar de estar parado a la mitad del lago, no parecía mojado
– Baila otra vez – el cenizo enarcó una ceja y luego rió a carcajadas – ¡Lo digo enserio!, tu baile... si pudiera verlo toda mi vida, sería la persona más feliz
– Sólo te hace llorar, idiota – replicó mirándolo con cierta duda, pero el pelirrojo negó con la cabeza
– Eres tú quién le da vida a este sitio, y tal vez parezca triste a tus ojos, pero para mí, es la cosa más hermosa que he visto, me gusta mucho y... me gustaría bailar contigo alguna vez – admitió sonrojado por su propio comentario, el cenizo sonrió de lado y se acercó a él tomándole la mano
– Más te vale seguirme el ritmo – el tiempo pasó sólo para ellos y la noche cayó al final del día, con esto, Bakugo desapareció prometiendo que, durante el próximo invierno, bailarían todos los días
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#Kiribakumonth 2022
FanficHistorias cortas kiribaku con distintas temáticas (One-shots), en conmemoración del Kiribaku month 2022