El último

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Todo humano tiene un encuentro de privacidad y amor propio, lo más cercano a esa intimidad sería el cuarto de aseo, el baño, la ducha. Formas diferentes de decirlo pero el mismo significado.

Son minutos donde puedes explorarte, relajarte, deshacerte de la suciedad y encontrar mil maneras de amarte o también... despreciarte.

¿Crees soportar tanto tiempo sin ese encuentro contigo mismo?

Yuji no.

Lo supo cuando finalmente despertó, solo. Sin nadie ni nada descubriendo las migajas de su futura condena de soledad, sin disfrutar de un buen día soleado, una brisa de lluvia, un paseo tranquilo en parques ni si quiera el punto de bañarse, acariciarse, decirse lo bien que estaría que todos volverían en cuanto despierte.

Se repitió eso por muchísimos años.

No debería de sucederle a nadie.

La causa de la primera guerra; el agua.

Un elemento vital para la flora, la fauna y los humanos.

Se acabó. No había más, no al menos al alcance.

¿Lluvia? Ni quiera habían más nubes en el cielo.

¿Presas, ríos? Secos y saqueados

¿Océano? Este titán fue contaminado a tal punto que el agua se tornó toxica incluso para los habitantes naturales en ella.

La poca agua que encontró eran en fuentes y edificios solitarios así como botellas abandonadas en cada lugar que exploró, estas eran más valiosas que los billetes encontrados en la calle o materiales de sumo valor. Vivir sin agua sumado a la soledad era razón suficiente para llegar a una locura preocupante incluso pensó más de una vez acabar con todo, dormir para siempre. Lo pensó estando en el edificio más alto de la zona teniendo como vista calles destruidas y silencio... un silencio seco. 

En esas peligrosas alturas durante tres horas y desde que inició su soledad gritaba:

"Estoy aquí"

"Vengan por mí"

"No quiero estar más tiempo solo"

Claro que tuvo recesos en sus llamados ya que siempre gritaba hasta que su garganta se desgarrará, estaba desesperado.

Por mucho tiempo creyó que sería rescatado... encontrado, más de una vez parloteaba con su reflejo, con muñecos maniquíes, con retratos o anuncios donde mostraban rostros humanos, con ciertos animales como roedores anhelando tener respuestas, quejas o risas de su parloteo. Pero nunca los tuvo.

Y hoy, con él tuvo tanto de eso y más.

Se abrazó así mismo, sus propias manos acariciando los huesos notables en sus costillas y omoplatos, consolándose así mismo. Se repetía una y otra vez que pronto recuperaría una salud más estable, tenía motivos, las ganas de vivir surgían con cada mordisco a esas frutas exóticas y el detonante fue gracias a Satoru.

Su rescatista.

El baño de ese lugar era verdaderamente hermoso y espacioso. El agua era blanca, como si fuera leche esto porque según Kogane ellos tienen zonas que son difíciles de asear con agua común así que tienen su propio sistema de higiene.

Parado encima de un suelo precioso dejándose empapar con miles de gotas tibias por encima de él.

La criatura le dio un pequeño kit de limpieza y al llenarse de jabón con aroma delicioso pudo tallarse con una enorme sonrisa, veía esa agua deshacerse de la suciedad rápidamente incluso la suciedad entre sus uñas desaparecía. Activo un modo de relajación aprendido de Kogane inmediatamente el suelo que pisaba formo una cómoda y espaciosa tina a su alrededor dándole la apariencia de un spa.

𝓟𝓮𝓻𝓹𝓮𝓽𝓾𝓸𝓼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora