CAPÍTULO 7: JOHANNA CONSTANTINE

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—— JOHANNA CONSTANTINE ——

Sueño y Davina aparecieron en las calles de la ciudad de Londres, apenas había gente en las calles o coches que las transitará, además podía percibirse el frío olor de la lluvia, algo normal en aquella ciudad

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Sueño y Davina aparecieron en las calles de la ciudad de Londres, apenas había gente en las calles o coches que las transitará, además podía percibirse el frío olor de la lluvia, algo normal en aquella ciudad. En completo silencio ambos se dirigieron hacia una de las iglesias, donde observaron a Johanna, sin duda era idéntica a su ancestro o por lo menos eso es lo que Davina pensó, ya que la hechicera, si es que podían denominarla así, poseía el mismo pelo castaño y los mismos ojos grises que la Constantine que conocieron trescientos años atrás.

—Constantine.— Johanna alzó la cabeza al escuchar la voz de Davina, la cual había sido quien la había llamado captando la atención de la practicante de magia.

—¿Nos conocemos?— Preguntó la mujer mirando a ambos, y fijándose en concreto en el broche y la cadena que estaban pegadas al cuerpo de Davina, una cadena que simulaba ser una columna vertebral, o por lo menos esa era su forma.

—Tenemos un asunto pendiente.— Se limitó a decir Morfeo, haciendo que Johanna le mirase con una expresión de pocos amigos.

—Poneros a la cola, Dios me esta esperando.— Se limitó a decir mientras pasaba de largo y se dirigía a la Iglesia, a aquel lugar que Davina nunca había entendido. Nunca había entendido porque aquellos que anunciaban la palabra de una religión basada en la paz habían llegado a hacer actos tan horribles en su nombre, pero sabían que los seres humanos eran violentos y malvados por naturaleza, el instinto de supervivencia les hacía querer ser superiores a los suyos y muchos, en algunos casos, lo habían conseguido.

—Por que tengo la extraña sospecha de que esto tiene que ver con demonios.— Se quejó mientras ponia una mueca de desagrado, de por sí ir al infierno no la gustaba en absoluto pero era algo inevitable, pero si podía ahorrarse el encontronazo con uno de ellos haría todo lo posible.

—Quiero mi arena y no me iré sin ella.— Sentenció Sueño mientras se daba la vuelta y se dirigía hacia la Iglesia, siendo seguido por Davina la cual puso una expresión de desagrado al percibir el olor a azufre.

—Un demonio en una Iglesia.— Comentó al percibir como aquel olor se hacía mucho más intenso conforme se acercaban al altar. —Irónico.— Añadió divertida sin entender como es que podían entrar en un lugar sagrado, cuando ellos representaban lo opuesto.

—Tu.— Habló el demonio mirando a Johanna. —Hablas demasiado.— Afirmó molesto por el simple hecho de que le hubiera descubierto.

—Dime tu nombre y me callare.— Sugirió la morena con una encantadora sonrisa, aunque podía verse que entre sus intenciones no estaba el ser amable con un demonio.

—¿Por qué iba a hacerlo? Hay formas mucho más divertidas de hacerte callar.— Garantizó el demonio haciendo una referencia a la tortura o cualquier cosa que conllevará el dolor físico.

𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌𝐒 ||ᵗʰᵉ ˢᵃⁿᵈᵐᵃⁿ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora