¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Davina miro el plato de comida que tenía delante de ella, había pasado medio año desde que todo había cambiado, y lejos quedaba aquella anterior vida. Ahora solo se dedicaba a entrenar y a aprender, pero también a esperar. Eso era lo que más la frustraba, la espera pues no sabía en que momento dejaría de tener un cuerpo humano para adquirir un nuevo cuerpo.
—Los protectores no hacemos magia, así que deja de mirar el plato como si pudieras moverle.— Habló Gideon haciendo que Davina ladera la cabeza para poder mirarlo, mostrando que de nuevo estaba ensimismada en sus pensamientos.
—¿Qué significa el dibujo de tu collar?— Preguntó con curiosidad haciendo que su mentor agachara la cabeza y viera el emblema metálico, donde había dibujado la cabeza de un lobo.
—Mi transformación, cuando la adquirimos también podemos controlar a los animales que están ligados a nosotros.— Explicó haciendo que Davina le mirase algo sorprendida, pero aquello originaba en ella un montón de nuevas preguntas.
—¿Controlas a los lobos?— Preguntó sorprendida y comprendiendo porque nunca, en los momentos de caza o en los peores momentos del invierno, se habían encontrado con alguno. En las noches les escuchaba aullar, y no eran aullidos lejanos, estos estaban cerca y ahora entendía porque estaban cerca, pero también porque nunca, jamás, les había visto acercarse a ellos.
—Así es. Tu también podrás hacerlo, cuando llegue tu momento.— Garantizó sonriendo, sabiendo que Davina tenía un gran potencial, no solo para aprender sino para convertirse en una de las mejores guardianes de la historia, pero todo ello dependía de si era elegida y si el eterno que la tocara era inteligente.
—¿Y alguien que tiene la transformación de una criatura mítica?— Preguntó Davina mientras de apoyaba en la mesa y miraba con total atención a Gideon.
—Nunca lo he sabido, solo conocí al chico del Kraken. Me temo que no tengo las respuestas a todas tus preguntas.— Admitió mientras sonreía de lado. —Pero traigo buenas noticias, Muerte vendrá.— La reveló haciendo que su aprendiz le mirase con cierto temor, aunque también con curiosidad ya que sería el primer eterno que viera.
—¿Deberia de alegrarme de que la muerte venga?— Preguntó con un cierto toque de humor haciendo referencia a que cada vez que la muerte se acercaba alguien moría, pero parecía ser que no venía a llevarles al más allá, sino para cerciorarse de que su protector cumplía con su pacto.
—Viene de paso, además de que debemos de reforzar el lazo. El permanecer alejado del eterno hace que lentamente envejezca.— Explicó con obviedad sabiendo que el comportamiento de Davina, así como su poca educación relacionada con el respeto que debía de mostrarles, traerían problemas. Pero por mucho que él hubiera luchado por cambiar aquello, no podía y simplemente se resignaba a aceptarlo.
