Porque los hombres no lloran

Una vez más

Y aquí estamos de nuevo...

Según tú, tu mente está tranquila pero sabes que muy muy en el fondo, no lo estás. Y es que quizá puedes engañar a tu mente pero no a tu cuerpo. 

Antes de intentar dormir miras al techo y pides a cualquier fuerza que se encuentre sobre él que pronto todo esté bien, sabes que te costará dormir al igual que las otras noches y por ello pones una lista de reproducción que te ayude a conciliar el sueño... Lo lograste, estás en el mundo de Morfeo... Y de pronto la sudoración fria llega a ti, tu cuerpo se tensa y una fuerte arcada te hace dar un salto de la cama; son arcadas falsas porque nisiquiera tienes alimento en el estomago, no has podido comer y sin embargo el impulso continua. 

Después de unos minutos logras controlarte, ¿es esto un ataque de ansiedad? No lo sé, pero por alguna razón (aparte de todo lo demás que te está ocurriendo) hay un miedo infinito en ti y a tu mente llega la imagen de un coche, especificamente de unos neumáticos en movimientos. 

Felicidades, de nuevo no logramos dormir pero por lo menos te atreviste a desenpolvar este blog; espero que pronto puedas sacar todo eso que llevas dentro.