Capítulo II

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Merlin se levantó desanimada y en lo que esperaba el desayuno bajó al salón donde la exquisita decoración convinaba el estilo clásico  y moderno, allí un señor de avanzada edad leía plácidamente su periódico en lo que bebía  un café.

—¡Abuelo!—exclamó  la pleinegra saltando de felicidad.

—Cariño— respondió  el señor en un sobresalto y dejó el café a un lado.

Merlin corrió a los brazos de su abuelo que la saludó igual de afectuoso. Después del abrazo la joven se sentó a su lado y reposó la cabeza  en su hombro.

—Abuelito, no sabes cuánto te extrañe—declaró con tono infantil—Recuerda que me prometiste que ya no viajarías más.

—Merlin, si me dejas aquí  encerrado me voy a poner viejo—bromeó el anciano de ralo cabello plateado.

—¿Y cuándo no has estado viejo?—cuestionó la pelinegra divertida.

—Aún soy un hombre joven y fuerte, pequeña—dijo aunque la chica obviamente era más alta que él.

—Está bien, joven señor pero la próxima vez iré contigo—enunció Merlin girando el rostro para verlo.

—Con eso estoy muy de acuerdo, así  te podrás empapar con los asuntos de la empresa.

—¿Qué? ¿De qué hablas? Yo solo planeo y ir de compras—se burló la chica.

—Merlin, ¿cuándo comenzarás a tomarte en serio tus responsabilidades?—la cuestionó su abuelo enarcando una ceja.

—Pronto, lo prometo.

—Más te vale.

—Sí, señor—afirmó acompañado del saludo militar.

—Te vez apagada esta mañana ¿Qué ocurre?—la interrogó preocupado el anciano.

—Gwen dejó el trabajo—respondió con un pesado suspiro.

—Ya veo,  pero eso era algo de esperarse—comentó su abuelo recostándose del respaldo del sofá y cruzando las piernas.

—Abuelo,  dime que haré yo sola en este  mundo cruel—lloriqueó Merlin.

—Seguro, que te consigue un muy buen asistente para que te ayude aunque no será fácil.

—Sabés, ayer conocí a un chico...

—Merliin—la interrumpió él en tono de regaño.

—No es nada de eso, es que tuve una sensación muy extraña al verlo, era cómo alguien a quien conocía hace mucho—aclaró Merlin.

—¿Y cuál es el problema?

—Estoy segura que nunca antes lo había visto—aseguró la pelinegra.

—Entonces, tal vez en otra vida—mencionó el anciano con una leve sonrisa.

***
Gwen estacionó el auto frente a las puertas de una impresionante mansión de paredes color marfil y techos grises. Ella y Arthur bajaron del coche y se quedaron contemplando la hermosa propiedad.

—A partir de ahora está será tu segunda casa—afirmó Gwen señalando la entrada con un gesto de la mano.

—¿No puede ser la primera?—dijo Arthur a modo de broma.

—Entremos—ordenó la morena indicando el camino—Antes de hablar con el Gran Jefe hay algunas cosas que debes saber: tendrás  que ir a dónde  te necesiten, cuando te necesiten, ordenarás su habitación, te encargarás de su agenda, de su dieta, de su closet; básicamente es una esclavitud bien remunerada. En teoría se te puede pedir cualquier cosa que no vaya en contra de la ley—explicó muy seria en lo que se detenían frente a puertas corredizas de cristal cubiertas por cortinas desde dentro.

Cuando nos volvamos a encontrar [Arthur/Fem Merlin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora