Capítulo VIII

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Arthur estacionó frente al altísimo edificio cuyo enorme cartel de presentación ponía ALBION HOLDING, Merlín había dicho que irían a la empresa y que debía de empaparse de su funcionamiento. La pelinegra estaba muy seria desde que dejaron la casa, apenas abrió la boca desde la mansión y en el elevador no pronunció palabra. Su elegante vestido negro sobre las rodillas y tacones de cordón  revelaban para el rubio una faceta desconocida de su jefa.

La pelinegra atravesó el pasillo de los ascensores y se dirigió al ala directiva. Una segunda recepción donde un degaducho joven de rasgos asiáticos con lentes y un rígido peinado les dio la bienvenida. Merlín y Arthur correspondieron al saludo y siguieron su camino. Por las proporciones de la empresa todos los asistentes de los directivos debían tener oficina propia. El área común recibía tras la recepción, allí se encontraban algunos jóvenes, probablemente becarios, realizando pasantías o trabajando como mensajeros.

Arthur recordó el tiempo en el que estuvo en su lugar y esperaba que ellos fueran menos arrogantes e impulsivos que lo que él había sido. La pelinegra se dirigió a la que parecía su oficina y ambos entraron en ella. La habitación era cálida, bien ordenada y con grandes ventanales. El rubio recorrió todo el lugar con una mirada de interés y aprobación.

—¿Te gusta?—interrogó Merlín.

—Sí, es muy agradable, también el resto de la empresa es impresionante—respndió el Arthur con una emoción palpable.

—Que bueno que te guste pronto pasaremos mucho tiempo aquí. Puedes agradecerle a Lance—soltó Merlín irónica.

—¿Por qué?

—Digamos que al cambiar esto por el Hospital me dejó a mi toda la carga de la empresa. Maldito Lance—el enojo no era real pero su pesar sí.

—Entiendo pero al menos no es una "encarnizada batalla por el poder" ¿No crees que eso sería peor?— sugirió Arthur.

—Ya lo sé pero esperaba poder disfrutar de unos años más de mi libertad antes de entrar a esta jaula dorada  pero el abuelo a comenzado a presionarme.

—Ya veo...

Los sutiles toques llamaron la atención de ambos que se centraron en dirección a la puerta.

—Disculpen, ¿Merlín, puedo pasar?—El mulato rapado de lentes y formalmente vestido asomó medio cuerpo mientras se sujetaba de la puerta abierta.

—Héctor, buen día, adelante—Merlín saludó sonriente—Arthur, este es Héctor, mi mano derecha dentro de la oficina.

—Arthur Hall, es un placer conocerte en persona—se presentó el rubio sonriente ofreciéndole su mano al recién llegado.

—Héctor Samuels, lo mismo digo, espero que nuestro trabajo presencial sea tan bueno como el que hicimos a distancia—la simpatía de sus palabras alegró mucho a Arthur.

—Así será no tienes de que preocuparte.

—Merlín te traigo copias de los informes que me pediste y además la segunda parte del informe de marketing que te envié por correo, disculpa mi descuido aunque supongo que aún no lo revisaste o me habrías llamado para reclamar—el tono era tan familiar como el de los trabajadores de la mansión y Arthur no le pasó desapercibido el hecho.

—Sí, así es, Héctor, es que tuve algunos inconvenientes en los últimos días—Merlín y Arthur compartieron una mirada fugaz que no pasó inadvertida al moreno—Ahora terminaré de revisarlos para comenzar a trabajar, así que mientras, ¿podrías mostrarle las instalaciones a Arthur?—La pelinegra pidió sacando carpetas de un cajón a su izquierda.

Cuando nos volvamos a encontrar [Arthur/Fem Merlin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora