Prophecy of Blood (Sevmione)

Chapter 9

Pasadas las once de la noche mi marca comenzó a arder _genial_ pensé con sarcasmo mientras caminaba a mi habitación en busca de mi capa y máscara, pero al entrar me quedé en momentáneo shock por la visión que me recibió.

Granger estaba recostada contra el espaldar de mi cama, leyendo un libro de pociones; su cabello se veía desordenado, pero suave; su excusa de pijama estaba constituida por una tela negra de lycra que se aferraba gloriosamente a cada suave curva de su cuerpo. Draco descansaba en la cuna pacíficamente, mientras Potter dormía sentado en su regazo. Era una visión cuanto menos, impactante, entonces el ardor en mi marca me hizo volver a la realidad, no sin antes sentir que algo en mi interior comenzaba a desmoronarse.

-¿Profesor, lo están llamando?- preguntó la chica moviendo sus ojos chocolate de mi máscara de mortífago a mi rostro, y para su crédito, no noté ningún signo de repulsión ni reproche.

-Sí, volveré más tarde, haría bien en dormir, señorita Granger- dije y sin esperar respuesta me dirigí a la chimenea de Albus para aparecerme en Malfoy Manor desde Spinner's End.

La reunión había salido bastante bien, dado que no había informado nada de importancia, mi cuerpo había recibido un  minuto y medio del Cruciatus de la loca de Bellatrix, por otra parte, el Lord aún no sabía nada de Draco, lo que nos daba algo de tiempo para formar algún plan para protegerlo. En cuanto a Narcissa y Lucius estaban enterados de la situación, pero no sabían nada de los otros afectados por la poción.

Alrededor de las cuatro de la mañana caí exhausto en mi cama, había algo cálido muy cerca de mí, pensando que sería mi manta, la acuné contra mi cuerpo y caí en la inconsciencia.

Al día siguiente, desperté con un maravilloso olor a café rodeándome, sonreí ante ello, olía maravilloso, inmediatamente mi sonrisa se congeló al escuchar un suave "Profesor Snape" desde mi izquierda.

-¿Qué quieres Granger?- gruñí tapándome el rostro con las manos.

-Buenos días a usted también, profesor Snape- respondió la chica con la voz inusualmente baja- debido a la hora y el estado en que llegó esta madrugada, lo dejé dormir un poco más de lo que asumo es su horario habitual- habló pausadamente como si tuviese problemas para entenderla, lo cual me frustró, porque en realidad los tenía.

-¿Que hizo qué?- grité cuando la información llegó a mi cerebro.

-Profesor... escuche...

-Cállese la boca Granger, no lleva ni un día aquí y ya me está haciendo imposible la vida, se ha entrometido en mis horarios, lárguese de mi vista insufrible sabelotodo insolente- grité más enojado de lo que le había hablado nunca.

-Como usted desee, profesor- murmuró mirando al suelo y se marchó dando un portazo.

-Estúpida insolente- gruñí para mí mismo caminando con dificultad hacia el baño.

Apenas entré me encontré la bañera preparada, humeante como me gustaba, con un hechizo de éstasis para mantener la temperatura adecuada; en la estantería contigua habían dos viales, uno para el dolor de cabeza y otro para calmar los nervios, junto a ellos una pequeña nota con la letra de Granger: "No quiero entrometerme, pero ayudarán"

-Maldita sea- siseé cuando mi mano tembló al leer la nota- siempre un bastardo, ¿no, Severus?- hablé en voz baja.

Ingerí ambas pociones preguntándome cómo ella sabía que ayudarían, me bañé rápidamente y salí para vestirme, viendo por primera vez algo que no noté cuando fui al baño: junto a mi cama estaba mi ropa de enseñanza perfectamente doblada y lista para ser usada. _Maldita Granger_ pensé para mí mientras me vestía.