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JungKook metió la llave en la puerta justo antes de que SeokJin lo golpeara por detrás y lo presionara contra ella. Sonrió y sacudió la cabeza.

—Tengo una sorpresa para ti —dijo mientras SeokJin le besaba el cuello.

—¿Oh, en serio? —SeokJin estiró los dedos contra la puerta junto a la cabeza de JungKook. El tatuaje en su dedo anular estaba todavía rojo alrededor de los bordes. JungKook no podía quitarle los ojos de encima. SeokJin había usado un anillo de oro en el pasado, y ambos habían usado unos de plata incluso si el matrimonio había sido falso. JungKook también había perdido o destruido completamente dos anillos de compromiso, por lo que SeokJin se había negado a comprarle un anillo de bodas, sabiendo que sería aplastado, cortado o que le costaría el dedo a JungKook. La única solución, había decidido SeokJin, era tatuarlo.

Justo después de la ceremonia, se habían dirigido a un lugar local propiedad de un amigo artista de SeokJin, y habían hecho los anillos permanentes. El propietario, Minho, incluso había insistido en hacer una improvisada recepción de boda justo allí en la sala de tatuajes. Cuando JungKook y SeokJin habían escapado de la fiesta, Minho bailaba el vals con Amelia, y SeHun y Solar habían estado pensando en tatuarse.

El tatuaje que JungKook tenía ahora en su dedo anular era el sencillo símbolo de infinito que SeokJin había dibujado, pero cuando movía su dedo medio, revelaba un ancla entretejida. Un recuerdo oculto de lo que SeokJin era para él. SeokJin tenía exactamente el mismo, sólo que con una brújula incorporada en él.

SeokJin había divagado sobre el simbolismo, cuando había añadido la brújula y el ancla con su rotulador, sobre cómo eran cosas diferentes entre sí y con diferentes personas, pero eran parte de la misma cosa. JungKook había estado demasiado distraído por la absurda ridiculez de cuánto le dolía esa diminuta aguja en su dedo como para dedicarse a la filosofía en ese momento.

—JungKook —susurró SeokJin contra su oreja—. ¿Algo te ha distraído?

—Sí —murmuró JungKook, luego sonrió—. Mi esposo.

SeokJin agarró el brazo de JungKook y le dio la vuelta, empujándolo contra la puerta y besándolo posesivamente.

—Eso suena muy bien.

JungKook levantó una ceja y asintió.

—Me aseguraré de gritarlo más tarde. Después de mostrarte tu sorpresa.

SeokJin respiró hondo. JungKook abrió la puerta, empujando a SeokJin dentro de la casa. Era la primera vez que entraba allí durante más de una semana. El plan de ambos era venir aquí a recoger ropa para JungKook, pero JungKook no había divulgado toda la información que tenía.

SeokJin guardó silencio mientras lo seguía hasta la sala de estar, mirando a su alrededor como si pensara que la sorpresa de JungKook podría estar viva y necesitara una caja de arena.

JungKook abrió los brazos y sonrió a SeokJin en la sombría luz.

—Está despejada.

—¿Qué?

—Retiré los dispositivos de escucha —dijo JungKook con un orgullo en su voz del que probablemente no era merecedor, considerando que se había librado de los dispositivos de escucha fingiendo ser el ex-miembro más torpe de las fuerzas especiales.

—¿La casa está despejada? —preguntó SeokJin, con una sonrisa cada vez mayor mientras miraba alrededor de la casa otra vez.

JungKook asintió.

—Sé que queríamos usarlos para sembrar información, pero han pasado casi dos semanas, y...

—No estaba funcionando, lo sé —terminó SeokJin por él—. ¿Eso significa que puedo volver a casa?

Estrellarse&Arder || #9Donde viven las historias. Descúbrelo ahora