[Especial]

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El castaño estaba sentado en el sofá bebiendo un poco del licor caro de su marido. Después de todo lo suyo era de él. Aunque el pelirrojo no podría aplicarlo ya que el castaño no tenía nada. Cuando iban de compras Chuya se encargaba de pagar y comprar lo esencial mientras Dazai solo jugaba con el carrito o le pedía cosas. En una ocasión le pidió casi un carrito lleno de dulces para Ranpo (habían tenido una apuesta y este había ganado)

El timbre de la puerta sonó. ¿Sería Ranpo que iría a recoger sus dulces? Se levantó del sofá para ir a abrir la puerta. Chuya estaba en la habitación preparando algunas cosas para el baño. El castaño abrió la puerta con cuidado por si era alguna trampa. La idea de que fuera Ranpo ya era muy poco probable. El castaño se llevó una sorpresa al ver a dos pequeños empapados por la lluvia.

-Chuya

-¿Qué ocurre?

-¿Pediste unos niños por internet?

-¿Qué?! ¿Por qué preguntas eso? Más bien ¿por que haría eso?

Chuya bajo rápido las escaleras. ¿Qué habrá hecho Dazai ahora? Cuando llego a la sala de estar se llevó la sorpresa de dos pequeños y Dazai parados en medio de la sala.

-¿Ahora qué hiciste?

-Yo nada, por eso te pregunte a ti.

Los pequeños estaban asustados y con frio. El más alto cargo a ambos para llevarlos al baño. Les quito su ropita y los puso en la tina. Les dio un baño caliente para que no pasaran frio. Chuya preparo un par de camisas cómodas. Fue en busca de pañales y shorts de bebes. Cuando llego ambos vistieron a los pequeños. Los secaron, pusieron la ropita cómoda y seca.

-Al menos ya no eres el más pequeño aquí, Cariño.

Eso le molesto un poco a Chuya pero el apodo lo suavizo, se dedicó a no decir nada mejor. Quizás si le decía algo los pequeños se iban a asustar con sus gritos. Les dieron galletas y leche para que no durmieran con la panza vacía. Los acostaron a ambos juntos en la habitación de invitados, los cubrieron con sábanas y dejaron una luz encendía para que no tuvieran miedo. Los esposos se fueron a su habitación a relajar, Dazai miraba la televisión mientras chuya se daba un baño. El pelirrojo salió envuelto en las toallas blancas.

-¿Qué haremos con esos niños? -chuya-

-Bueno, supongo que no los dejaron...estamos casados, no creo que haya problemas si no los quedamos. -dazai-

-Estás loco, no sé cómo ser un buen padre y tú tampoco. Apenas puedo cuidar de ti. -Chuya-

-Relájate, mi amor. Por algo nos los dejaron, sé que podemos hacerlo. -Dazai-

-Solo los dejaron no significa que estemos capacitados -Chuya-

Dazai se bajó de la cama para ir a besar a su esposo mientras le daba un cálido abrazo, envolviéndolo en sus brazos con cariño. El beso se fue volviendo más lascivo mientras las manos del castaño iban explorando el cuerpo del pelirrojo. Sus manos se posaron en la orilla de la toalla, decidido a quitarla mientras sus labios iban bajando a su cuello. Estos comenzaron a hacer presión en su cuello mientras la toalla se iba deslizando. El Pelirrojo enrojeció y relajo su cuerpo, dejándose amar por su esposo. Todo se detuvo al escuchar un llanto, ambos se apartaron y chuya se agacho por su toalla.

-Te dije que no era buena idea que durmieran solos. Apenas lucen como si tuvieran 2 o 3 años.

-Bueno, si duermen aquí no podrías estar desnudo, Chuya. Ve a ver qué sucede.

Chuya fue por el pequeño de cabello blanco. Lo abrazo contra su cuerpo pero no dejaba de llorar y eso comenzó a estresar a Chuya.

-Quizás quiere comer -Dazai-

-¡Como sé que quiere comer! -Chuya-

-Bueno, tampoco es como si pudiera comer muchas cosas. No tiene dientes. -Dazai- 

Dazai se burlaba de la escena un chuya estresado mientras él bebe lloraba y movía sus pies como si buscara caminar. Comenzó a reírse a carcajadas burlándose más y más de la desgracia de Chuya. Esa sonrisa desapareció de su rostro al escuchar unos golpes venir de otra habitación. Su cara se puso seria y corrió hasta la habitación de invitados. Al entrar pudo ver al pequeño sentado en el suelo estirando sus brazos. ¿Se habrá caído? Lo cargo y dio unas pequeñas palmadas en su espalda. No estaba llorando y no tenía ningún golpe. ¿La camisa lo habrá protegido? Son muchas preguntas que se hace pero es claro que el pequeño no podrá responder.

-Ahora ambos tenemos los brazos ocupados.

-Si, pero al menos el tuyo no está llorando, amor...

El pequeño de cabello negro y blanco estaba aferrado a Dazai sin intención de soltarle. Se aferraba al mayor cada vez más con sus pequeñas manitas.

-¿Tendrán nombre? -Chuya-

-Bueno, la nota decía que se llamaban; Atsushi y Akutagawa. -Dazai-

Chuya estiro sus brazos mirando a los ojos del pequeño Atsushi. Le sacudió suavemente de arriba abajo. El pelirrojo ya había llorado de la desesperación. Al parecer eso había calmado al pequeño que se iba tranquilizando. Dazai recostó a Akutagawa en la cama y después a Atsushi.

-Es suficiente, no quiero que estresen más a su papá –Dazai-

Los pequeños estiraron sus pies mientras miraban al castaño. Hacían ruiditos con la boca mientras este les hacía cosquillas en la panza. Chuya monto una cama cómoda y seguro para que los pequeños durmieron ahí con ellos. No hubo más ruido o problemas en lo que quedaba de la noche, los bebes dormían plácidamente en su camita cubiertos con el saco de Dazai. El par de esposos acurrucados en las sabanas.

En la mañana siguiente Chuya preparo algo de fórmula para darle a los bebes. Dazai les daba papilla que claramente había comprado, Chuya se aseguró de ello. No quería que su esposo envenenara a los bebes. Ahora sus bebes. Al terminar el desayuno la pareja se cambió sus pijamas. El castaño sentó a los bebes en sus rodillas (cada uno en una) mientras los sujetaba y mecía su rodilla con cuidado. Chuya no pudo evitar tomar una fotografía de esta escena tan conmovedora. La llegada de los bebes había traído paz y armonía. A veces causaba estrés o tristeza pero siempre sabían cómo solucionarlo. La pareja de esposos oficialmente ya no eran solo ellos. Si no una familia. A veces llevaban a los pequeños al trabajo (Dazai a Akutagawa a la agencia y Chuya a Atsushi a la por mafia) puede sonar peligroso pero estaban en buenas manos con los compañeros. Al menos con Dazai ya que se divertían con su hijo, Ranpo le compartía dulces o le hacía llorar al quitarle los dulces, le cuidaban si Dazai tenía una misión. A veces lo metían a un cajón para que durmiera. En el caso de Chuya tenía que darles a conocer quien tocara a su hijo tendría serios problemas, todos le tenían "miedo" al pequeño. Y se ponían a temblar cuando lloraba. Por eso uno de los compañeros de chuya le dio un pequeño tigre blanco de peluche. Eso le mantenía más calmado mientras chuya trabajaba. El pequeño era el más respetado, tenían una cama casi de oro para él. Quien lo hiciera llorar estaría en peligro de muerte por lo cual le daban su atención todo el tiempo para evitar que llorara y su padre los aniquilara. Ambos bebes eran mimados, cada quien a su modo. La pareja no pudo estar más feliz que con la llegada de los pequeños. Solo que tuvieron que arreglárselas para poder tener su intimidad sin sus bebes en casa para que no hubiera interrupciones. Ranpo los cuidaba junto con Poe mientras Dazai y chuya tenían su intimidad por toda la casa. El pobre de Chuya era empujado, acorralado o puesto contra todo. Todo por las hormonas insaciables de dazai. Una vez hasta lo puso contra la nevera y estufa, siempre terminaban agotados y con ropas regadas. Sus actos de amor solían ser más rudos pero su amor era tierno y dulce.  

Last time [ ꜱᴏᴜᴋᴏᴋᴜ ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora